Armado, un niño intentó robar una joyería en Moreno
Nicolás García nunca imaginó que el niño que acaba de entrar en su joyería del centro comercial de Moreno quería robarle. Pensó que iba a pedirle dinero para comprar comida. Pero el chico, que apenas asomaba por encima del mostrador y, según calculó, tendría unos 8 años, sacó un arma, que apoyó sobre el vidrio del exhibidor, y le exigió "todo" el oro y la plata que había allí.
El comerciante, casi sin pensar, lo agarró y lo sacó a la calle. En la vereda al menor lo esperaba un hombre de mirada torva que a García le causó estupor: había mandado al chico a robarle, con toda impunidad.
"Cuando entró en el local pensé que me iba a pedir plata para comer. Pero empezó a preguntarme su tenía oro, y plata, hasta que sacó una pistola, que no sé si era de verdad o de juguete, y me dijo que le dé todo", explicó García a LA NACION.
El intento de robo ocurrió el sábado pasado a las 16.30 en la joyería situada en Avenida del Libertador al 100, en el centro comercial de Moreno. El comerciante hizo la denuncia 48 horas después.
Cuando el chico apoyó el arma en el mostrador, García empezó a decir "no, no..."; dio la vuelta, tomó al niño del hombro y lo sacó del local.
"No me atemoricé porque vi la cara del chico y que para él era casi como un juego. Primero, cuando me enojé, sonrió del miedo, pero después empezó a llorar. Se puso mal. Por cómo se desenvolvió, actuó como un ladrón que sabía lo que hacía", afirmó García en una entrevista con Más Info, de LN+.
El comerciante hizo la denuncia el lunes, 48 horas después del hecho. Primero intervino la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) N°4 de Moreno-General Rodríguez, a cargo de Federico Soñora. El fiscal le solicitó a la policía que intentara identificar al menor.
Después, el fiscal Soñora le giró el expediente a la UFI N° 3, que efectivamente estaba de turno el día del hecho. Finalmente se le dio intervención al fuero penal juvenil.
"Este es un punto comercial clave de Moreno, y tenemos que cuidarnos mucho de los motochorros y de las bandas de ‘mecheros’ y ‘mecheras’ que roban ropa. A veces pasan dos horas sin que veamos a un policía", afirmó García, que el año pasado sufrió un violento robo cuando dos delincuentes armados ingresaron en su joyería.
García no puede asegurar si el arma que el niño apoyó en el mostrador era de verdad o una réplica. "No sé nada de armas. Lo único que hice fue ver como un niño me apuntaba [sic]", sostuvo.
El comerciante afirmó que cuando el niño salió del local se encontró con una personal adulta. "Después de que lo saqué del local, el chico caminó unos metros y se le puso al lado un tipo [sic] más grande y se pusieron a hablar. Pero ahí yo ya no quise saber más nada con la situación. Lo que quería era cerrar la reja y meterme adentro porque ya había pasado el mal momento. Yo soy comerciante. ¿Qué puedo hacer si el tipo está armado de verdad? Puse a resguardo el local y mi vida. No quise seguir con el conflicto. El hombre que se encontró con el chico tenía una cara impresionante de delincuente. Asustaba su cara", dijo García.
La víctima del intento de robo sostuvo que, después del hecho, allegados del niño estuvieron en la puerta de la joyería.
"Se posaron contra la vidriera como si fueran una familia y dijeron ‘acá fue donde no pudo entrar Pipi, o Titi’, y después empezaron a golpear los vidrios y decían ‘«acá hay antisísmicos, ahí si golpeás suena. Acá es para entrar de día’".
El joyero está convencido de que una de esas personas que estuvo en su comercio poco después del intento de robo era el que se encontró con el niño afuera. "El cómplice que vino con el nene volvió horas después con más personas y, burlándose de mí, en la puerta del local, ya planeaban un nuevo robo", afirmó.
Inseguridad
Durante una recorrida de LA NACION por la zona, mientras García era entrevistado por la prensa, un grupo de tres menores ingresó en un local situado a menos de cien metros de la joyería asaltada. Amenazaron a las vendedoras y robaron algunas prendas de ropa.
"El más grande parecía de 14 años, pero los otros no tenían más de siete. Solemos estar muy atentas y cuidarnos entre todas las vendedoras porque los robos son frecuentes. Algunas prendas están atadas a los percheros para que no se las roben", explicó a LA NACION Romina, una empleada del lugar.
Nahuel y Nicolás, otros empleados que atienden un negocio de ropa, dijeron: "No le sacamos los ojos de encima a ninguna persona que entre a este local. Hace seis meses un grupo de ‘mecheros’ nos robó 22 camperas que costaban, en total, 40.000 pesos. A veces, estamos atentos y podemos adelantarnos a la jugada de los ladrones. Pero la verdad es que no siempre podés ver lo que va a pasar".
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