Demanda civil. Está a punto de cerrar la causa penal del chico asesinado por su amigo y la familia reclama un millonario resarcimiento
Pide un resarcimiento de $600 millones. No hay ninguna prueba de que haya participado un tercero en el crimen
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CÓRDOBA.- A casi un año de que el chico de 14 años que asesinó a su mejor amigo y compañero de colegio en Laboulaye volviera a vivir con sus padres por disposición del Superior Tribunal de Justicia de la Provincia, la causa penal está a punto de concluir sin ninguna prueba de la participación de una tercera persona. Mientras, la familia de la víctima inició una demanda civil por $600 millones contra el gobierno provincial y, subsidiariamente, contra los padres del homicida, que es inimputable.
El 29 de junio de 2023 Joaquín Sperani no regresó a su casa desde la escuela. Lo buscaron durante tres días hasta que unos primos suyos encontraron el cuerpo en una casa abandonada, a 100 metros del colegio donde estudiaba. Le habían destrozado la cabeza con un caño. En ese momento, su compañero y amigo declaró “yo maté a Joaquín”.
Los investigadores determinaron que el adolescente premeditó el crimen. Después de actuar en soledad regresó a la escuela. Testimonios de unas compañeras permitieron reconstruir que se había comportado de manera “normal”, que “jugó y se rio”. Incluso participó de la búsqueda y de las marchas por su amigo y durante casi tres días aportó pistas falsas para confundir a la policía.
El chico no tiene hermanos; vivía con sus padres en la zona rural de Laboulaye; había pedido cambiarse de escuela para poder ir a la misma que su mejor amigo. La familia había llegado a la ciudad del sur cordobés años atrás desde Santa Fe. Los padres de L. se dedican al trabajo en el campo.
La causa penal, según pudo averiguar LA NACION, está a punto de cerrarse. Resta agregar unos informes, pero el juez de Menores tiene todo listo para terminarla. Según fuentes judiciales, quedó acreditada la presencia de sangre de la víctima en el caño y en la ropa de L.
“No se pudo rescatar el patrón genético de L. en el caño. Se descartó totalmente la participación de un tercero, no hay ningún elemento de prueba que acredite la participación de un tercero”, añadieron.
Según la reconstrucción que hizo la Justicia, el 29 de junio pasado L. salió del Instituto Provincial de Educación Media (IPEM) N°278 “Malvinas Argentinas” a las 9.21 y se dirigió a una casa abandonada, donde 72 horas después, el domingo 2 de julio, fue encontrado el cuerpo de Joaquín. A esa hora llevó un pedazo de hierro con punta que usó para golpear a su amigo, además de unos pedazos de hormigón. Regresó al IPEM a las 9.56.
Joaquín había ido a clase de educación física esa mañana y se retiró a las 10, a pesar de que tenía que cursar otra materia. Su madre había avisado a la escuela que su hijo, después de gimnasia, se iba a retirar. Regresó a la hora de la siesta y dejó la bicicleta en el patio del establecimiento educativo, pero no entró en la clase.
A las 14.50, los dos amigos salieron de la escuela; fueron filmados por una cámara de seguridad instalada en una casa vecina. Según se ve en esas imágenes, Joaquín llevaba su mochila y L. no tenía nada. En la casa abandonada, el confeso asesino le asestó 18 golpes; la víctima murió en el acto por traumatismo de cráneo y pérdida de masa encefálica.
En esa causa, el victimario tuvo una charla más con el juez después de la primera que había mantenido, pero no dijo nada más. La resolución será, entonces, el archivo, ya que el asesino es inimputable.
Hasta el 24 de octubre pasado estuvo en el Centro de Admisión y Diagnóstico Esperanza; entonces recuperó la libertad y está con sus padres en una ciudad de Córdoba. La Senaf le hace controles periódicos que le son entregados a la Justicia.
Reclamo civil
La familia de Sperani presentó un reclamo civil contra el gobierno de la provincia y, en subsidio, contra los padres del victimario. Hubo una audiencia preliminar en junio y una complementaria la semana pasada, en la que declararon siete personas.
Entre los testimonios están los de la celadora, la profesora que entraba a dar clase de Plástica y que ese día abordó el tema del acoso escolar, otra docente que vio a Joaquín en el hall, una que dijo no haber visto nada, una compañera que vio a L. salir sin que nadie le pidiera que regresara al colegio, la madre de L. –que lo llevó al colegio– y el policía que investigó las cámaras de seguridad donde se ve a los chicos salir de la escuela y, después, regresar solo a L.
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