Delitos: las causas que marcarían un nivel de inseguridad mayor que en 2001
Enfrentados en casi todos los temas, oficialistas y opositores comparten un diagnóstico sobre la inseguridad: se observa una mayor violencia en los delitos, incluso en aquellos episodios que antes se hubiesen resuelto como un simple hurto.
En las oficinas encargadas de la seguridad y en los despachos de intendentes preocupa esa situación. Algunos se animan a pronosticar un crecimiento de robos a medida que la pandemia y la cuarentena aumenten el impacto económico. El ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, sostuvo que esta clase de crisis deriva en una escalada de la delincuencia y estableció la comparación con lo ocurrido luego del estallido de 2001. Quizá la situación sea diferente a ese momento. Peor. Quienes caminaron los barrios en ese tiempo de convulsión político-social y siguen en esos territorios en estos días de penurias sanitarias y económicas señalan un cambio que modificó totalmente los ejes del delito barrial: la presencia narco.
"En comparación con 2001, y producto del agravamiento social, la juventud de hoy es captada rápidamente por los narcos. Antes, eso costaba más. Se veían pocos jóvenes en ese camino. Lamentablemente eso invadió toda la sociedad, no solo los barrios populares. Tiene que haber acompañamiento del Estado para sacar a los chicos de las adicciones y que vayan al encuentro del trabajo", contó Juan Carlos Alderete, referente de la Corriente Clasista y Combativa, que puede trazar bien lo ocurrido en casi dos décadas con realidades muy distintas en el impacto del delito en los barrios más humildes.
"En medio de la pandemia, los problemas vinculados a la seguridad continúan generando daños irreparables en jóvenes y familias. Nos referimos a chicos que vimos crecer, de 14 o 15 años, que roban a los vecinos cuando salen temprano. Les roban las zapatillas, el dinero para comprar alimentos. Va tomando mucha notoriedad el tema de las armas. La droga los tiene muy mal. Estoy convencido de que las organizaciones sociales están jugando un rol muy importante, y lo harán también en la pospandemia", agregó Alderete.
La penetración narco en los vecindarios cambió las variables de convivencia local. Aumentó la violencia. Ese panorama diferente puede graficarse con una sola mención: el paco ni siquiera había llegado a una villa durante la crisis de 2001.
Consignar esa droga tiene importancia aquí porque fue la sustancia que permitió la expansión del narcomenudeo. A partir de esa venta en los propios barrios creció el negocio local, que hoy está consolidado por clanes territoriales que comercializan cocaína y marihuana.
Un círculo vicioso
Otro de los grandes referentes de la protesta social a comienzos de este siglo también apuntó a los cambios generados por la presencia narco. "El delito organizado respecto de 2001 ha progresado un montón en la Argentina; particularmente de la mano del narcotráfico, pero también de la trata y otros delitos complejos. Ahora, la pobreza y la absoluta marginalidad de la juventud son el campo en el que actúa el delito organizado, el narcotráfico. Hay una responsabilidad del Estado en la pobreza y en la progresión del delito. Finalmente, es un círculo vicioso. El narcotráfico le da al joven sin futuro, un futuro por el lado del delito", comentó Néstor Pitrola, uno de los dirigentes del Polo Obrero.
La actividad del narcotráfico no tenía la actual magnitud en los barrios durante la crisis de 2001. Por entonces, Marco Estrada Gonzales era un vendedor de drogas sin mucho peso en la villa 1-11-14. No había allí un grupo que dominase la zona a fuerza de disparos.
Marcos, como se lo conoce en el mundo criminal, está ahora en juicio por liderar una de las más complejas redes narco, con más de 60 "soldaditos" a su cargo y una recaudación mensual de $14.000.000, según la acusación de la fiscalía. Una presencia que alteró, sin duda, las relaciones sociales en ese asentamiento porteño, donde el uso de las armas de fuego se volvió una alternativa para quienes vieron crecer el poder de los vendedores de drogas.
"La crisis pega muchísimo y las necesidades son claras. No todo el mundo delinque. Las organizaciones trabajamos sobre los compañeros para que puedan tener otras salidas. Los que roban una cartera, una moto o le roban a la vecina que sale a comprar el pan no van a un supermercado a robar comida", argumentó otro de los baqueanos de los conflictos sociales. No hay una relación directa entre pobreza y delito, sino nuevas condiciones de violencia aportadas por las armas que llegaron con el arraigo narco. No es una necesidad, sino una cultura del uso de la fuerza que muchos jóvenes ven crecer a su alrededor.
Esa atracción que generaron los clanes narco puede observarse en Rosario. Durante la crisis de 2001 Guille Cantero tenía diez años y, posiblemente, no pensaba en transformarse en el dueño de la violencia en esa ciudad. Eljefe de Los Monos aparece como un reflejo del delito que causa preocupación política y social. "Es atrevido y despiadado, compra voluntades o mata para conseguir su objetivo", fue la definición de un funcionario que conoce la actividad de esa banda criminal.
Políticos y dirigentes sociales advierten así sobre los cambios en la delincuencia, exponen las razones para el observable incremento de la violencia. Berni miró hacia la crisis de 2001. ¿Se llegará al nivel de delitos de ese convulsionado período? Quizá los datos de ese momento no tengan muchas diferencias con los actuales.
La estadística criminal de 2002 determinó que en todo el país se habían denunciado 449.035 robos o intentos de robos agravados. La información de 2018 –la última disponible en forma completa– marcó en ese campo 446.335 casos. Las cifras son similares, pero tantos años de presencia narco parecen haber alterado los niveles de violencia.Y el crecimiento del narcomenudeo queda a la vista con otro dato: en 2002 fueron detenidas 15.508 personas por drogas y esa cantidad trepó a 61.688 en 2018.
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