Delito sin freno: se hizo pasar por cliente y golpeó brutalmente a una empleada para robarle en Ramos Mejía
Fue a plena luz del día en un local de ropa ubicado en la zona comercial y quedó registrado por las cámaras de seguridad; en la misma cuadra hubo días atrás otro hecho de similar tenor y características; cuando una joven vendedora fue hospitalizada tras recibir un culatazo en la nuca
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La inseguridad y la ola de violentos delitos que azota a gran parte del conurbano no dan respiro. Los asaltos a mano armada ya forman parte del cotidiano ‘vivir’ de los vecinos. La empleada de un negocio de venta de ropa en pleno centro de Ramos Mejía sufrió importantes heridas al ser golpeada por un delincuente que ingresó en el local y huyó con parte de la recaudación.
El hecho tuvo lugar el viernes, minutos antes del mediodía, en un local situado en Alsina 60, entre avenida de Mayo y Bolívar, en aquella localidad de La Matanza. El suceso fue registrado por al menos dos cámaras de videovigilancia, pero la que estaba ubicada dentro grabó el momento exacto del brutal ataque.
Al principio, y tras ingresar al comercio, este sujeto se hizo pasar por cliente y entabló diálogo con la empleada, por lo que todo parecía normal. Tras “elegir” una prenda, la mujer camina hacia la caja con el hombre detrás; en ese momento la empujó y la arrinconó contra el mostrador, ante la sorpresa y el terror de la víctima.
Acto seguido, la amenazó con un arma blanca y le pegó con violencia en el rostro, exigiéndole la plata de la recaudación. La vendedora le entregó, sin resistirse, unos cinco mil pesos. Finalmente, el delincuente la arrastró por el piso y luego salió del local caminando con total impunidad.
Producto del ataque, la empleada quedó con su rostro inflamado y desfigurado. Las fotos del estado en que el ladrón la dejó fueron viralizadas a través de la cuenta “Vecinos en Alerta Ramos Mejía”, grupo de Facebook que ya cuenta con cerca de 40.000 usuarios.
Precisamente, días atrás, un negocio de ropa ubicado sobre la misma cuadra, a no más de 15 metros, también fue víctima de un robo de características similares, no exento de violencia. Allí, también a plena luz del día, un sujeto ingresó armado y, tras reducir a la cajera, le pegó un culatazo en el cráneo. La joven de 26 años tuvo que ser trasladada de urgencia por los propios vecinos hacia la guardia de una clínica de la zona, previo dejar un reguero de sangre en el local. Aseguraron que, tras llamar al 911, la ambulancia y la policía tardaron 20 minutos en llegar.
Con relación al hecho más reciente, a 200 metros de la estación de tren y en un sector frecuentado por miles de personas todos los días, el negocio volvió a abrir hoy, y la empleada, aún convaleciente por el terrible ataque que sufrió, regresó a su puesto. “¿Qué le voy a hacer? No me queda otra, hay que trabajar”, expresó la empleada esta mañana en diálogo con A24, con absoluta resignación y aún con la marca de las contusiones en su rostro.
Vivir o “sobrevivir”
LA NACION realizó la semana anterior una recorrida por la misma zona donde se suceden, uno tras otro, estos episodios. Vecinos y comerciantes revelaron que atraviesan por una situación de desamparo, inseguridad e indefensión casi total, y que ya no viven, sino “conviven” con el delito.
“Todos los negocios, a partir de este mes, empezamos a atender con la puerta cerrada. En lo que va del año, cada mes que pasa la inseguridad es peor: salimos sin celular; en esta cuadra es común que le arrebaten las carteras a la gente. Cruzás avenida de Mayo a las 18:30 y ves cómo los motochorros les roban a los pasajeros en la parada del colectivo”, protestaron.
Diego, propietario de un negocio de indumentaria, fue aún más allá, al plantear que hace rato se superó un límite y que en la actualidad ya no se trata de “un grupito de rateros” que entran en los locales para robar prendas. “Acá hablamos de que si te sale mal, algún día terminás con un balazo en la cabeza. Hoy estamos tratando de organizarnos para salvarnos entre nosotros, porque acá a nadie, nadie de las autoridades, les importa ni hacen nada”, expresó.
Y graficó: “Los que corremos a los delincuentes, somos los vecinos: nosotros los detenemos. Los que ponemos el pecho todos los días somos nosotros, y los vecinos que se mueren con un tiro en la cabeza son los nuestros. Hace mucho que pasamos del sálvese quien pueda”.
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