Hace 22 años el subcomisario federal detenido en Wilde también mató a dos motochorros
En su indagatoria por haber abatido a dos jóvenes en Wilde afirmó que desde 1999 tuvo cuatro enfrentamientos en los que él fue víctima de intentos de asalto; aseguró que en el último caso se defendió cuando le apuntaron con armas
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El subcomisario de la Policía Federal (PFA) preso por matar el domingo a dos asaltantes en moto en Wilde, contó en su indagatoria que cuando los asaltantes le apuntaron y le gritaron “¡quedate quieto o te quemo!” sintió el mismo miedo que hace 22 años, cuando abatió a otros dos delincuentes que lo abordaron con fines de robo en la puerta de su casa, en esa localidad del partido de Avellaneda. Reconoció que, desde 1999, es el cuarto enfrentamiento armado que mantuvo en situaciones no ligadas con actos de servicio, sino que lo tuvieron a él como víctima directa de la inseguridad.
“Es siempre tratar de no volver a vivir eso, de ver la muerte de cerca; no es nada agradable y más si uno piensa en su hija y su señora, que yo antes no las tenía. Creo que nadie de los policías en su sano juicio que salimos a la calle armados, salimos con la intención de matar”, dijo el subcomisario Néstor Garrido, de 49 años, que cumple funciones en la División Auxiliares de Seguridad y Defensa de la PFA y que está preso desde el domingo, provisionalmente acusado de “doble homicidio agravado por el uso de arma de fuego”, tras la convalidación del arresto rubricada por el juez de Garantías Esteban Baccini, que LA NACION adelantó ayer.
Al prestar declaración como imputado ante la fiscal Natalia Miliore, titular de la Unidad Funcional de instrucción (UFI) N°3 de Avellaneda, Garrido sostuvo que el domingo, aproximadamente a las 18.45, volvía a pie a su casa desde la vivienda de sus abuelos, ya fallecidos, que habitualmente va a revisar para constatar que no sura alguna intrusión, cuando llegó al cruce de Boulevard de los Italianos y Lafuente, vio dos autos que circulaban a muy baja velocidad, y una moto que venía de contramano desde atrás suyo; le pareció que sus ocupantes iban armados.
”Veo que el conductor llevaba algo en su mano derecha, similar a un arma de puño, y al acompañante lo vi estirar el brazo hacia mí con un arma de puño oscura”, relató el imputado en su indagatoria, a la que tuvo acceso la agencia de noticias Télam. Garrido afirmó que “entre los dos” le gritaban “¡quedate quieto o te quemo!” y que en ese momento pensó en su familia y en “no perder la vida”, por lo que extrajo su arma (una Glock calibre 9 mm de uso personal, no la pistola reglamentaria de dotación) y disparó “hacia los dos ocupantes tratando de repeler esa agresión, de hacerla cesar”.
El subcomisario explicó que en ese momento volvió a sentir “el mismo miedo” que le tocó vivir en otros enfrentamientos y recordó un episodio en particular de 1999, donde también mató a dos motochorros que se le acercaron con intenciones de robo en la puerta de su misma casa, cuando él llegaba en moto, hecho en el que recibió dos balazos.
También recordó otro hecho de 2003, en la puerta de la casa de sus tíos, en Parque Calchaquí, Quilmes, donde se enfrentó a dos ladrones, uno de los cuales terminó baleado. Y listó el anterior al último, de 2014, que ocurrió en la puerta de la casa de sus abuelos en Wilde, donde también quisieron robarle su auto, le dispararon entre 11 y 12 tiros, y él resultó herido en uno de los pulgares y salió “vivo de milagro”.
Según publicó Télam, Garrido contó que frente a su casa tiene “pintados los cinco puntos que significan ‘muerte al policía’” y aunque reconoció que se quiere mudar, explicó que no puede hacerlo “por cuestiones económicas”.
Cuando la fiscal le preguntó si podía precisar cuántos disparos había hecho -en la imputación se le adjudica haber realizado al menos nueve-, el subcomisario respondió que no lo recordaba, pero que habían sido “los necesarios para hacer cesar la agresión”, a lo que agregó: “No creo que hayan sido muchos”.
Intimidación
El policía también relató que luego de que los dos ladrones quedaron tendidos en la calzada comenzó a agolparse gente en la cuadra. Contó que algunas personas lo insultaban porque le decían que los baleados eran “chicos del barrio” y que logró impedir que un hombre que se había aproximado en un scooter se llevara el arma secuestrada junto a uno de los sospechosos (una pistola de utilería), pero que vio una situación similar con el conductor de la moto, a quien él reiteró que lo vio con un “arma chiquita en el manillar”. Con esto dio a entender que una tercera persona pudo haberse llevado el arma, dado que la única que apareció fue aquella réplica.
Los dos fallecidos fueron identificados como Milton Salto, de 18 años, que iba de acompañante y murió en el lugar del hecho, y el conductor de la moto, Alexander Javier Córdova, de 17, que fue trasladado al hospital Presidente Perón, de Avellaneda, e intervenido quirúrgicamente, aunque murió la madrugada del lunes.
Si bien se aguardan los resultados de las autopsias, un vocero judicial indicó que, según la impresión de los peritos que trabajaron en la escena del crimen Córdova recibió un tiro en la frente y otro en una pierna, mientras que Salto fue alcanzado por cuatro proyectiles, todos desde atrás.
Junto al más joven de los fallecidos quedó tirada la pistola de utilería con la que, eventualmente, fue intimidado el policía.
El hecho quedó registrado por al menos una cámara de seguridad que captó la secuencia final del suceso. La fiscal Miliore procura determinar si el subcomisario actuó en legítima defensa o si se excedió en su intervención. un exceso, para lo cual serán de relevancia los distintos peritajes que restan realizarse, como el de la pistola Glock que usó Garrido, que no es su pistola reglamentaria.
La fiscal también está abocada al análisis de las cámaras de seguridad y aguardaba para las próximas horas los resultados de las diligencias de rigor realizadas en la escena del crimen, donde se secuestraron vainas servidas.
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