Debía estar preso y mató a una familia
Violó su régimen de salidas transitorias; continúa prófugo
LA PLATA.- Un horrendo crimen que tuvo como víctimas a los cuatro integrantes de una familia, y cuyo principal sospechoso es un preso que habría violado dos veces las condiciones del beneficio de salidas transitorias, conmociona a la localidad de Hudson, partido de Berazategui, en el sur del Gran Buenos Aires. Hay un detenido por el hecho, pero no es el hombre a quien los familiares y vecinos de las víctimas señalan como el principal sospechoso.
El múltiple homicidio tuvo lugar en los últimos días y se descubrió cuando los parientes y vecinos de los cuatro muertos desenterraron sus cuerpos, que habían sido sepultados justo al lado de la casa donde ocurrió la masacre. La última vez que fueron vistos con vida fue el miércoles pasado, y desde esa misma noche los vecinos del barrio Kennedy Sur, escenario del sangriento hecho, comenzaron a sospechar que algo raro estaba pasando.
Juan Pablo Sosa, de 65 años; su hija Lorena, de 20, y Jazmín, la hija de ésta, de sólo tres años, fueron ultimados en la casa de la calle 59 en la que vivían. También Javier Lucce, un joven de 21 años que era medio hermano de la chica. En realidad, se trata de dos viviendas: los hombres vivían en la del fondo, hecha de ladrillos a la vista, y Lorena y su chiquita, en la del frente, construida con madera y techos de chapas. La calle muere en el paredón del country El Ombú; por la otra esquina cruza el arroyo Las Conchitas, el cual desprende olores nauseabundos.
Las sospechas de la familia recaen sobre Diego Perotti, el novio de Lorena, que había ido a vivir con ella hacía casi un mes. Perotti gozaba del beneficio de salidas transitorias de la cárcel, donde cumplía una condena por robo calificado, pero había violado dos veces el régimen de salidas, según informó ayer la agencia de noticias Télam.
La semana pasada, Lorena, su padre, su hija y su medio hermano desaparecieron sin dejar pistas. El último que vio con vida a uno de ellos fue Eleuterio Lemos, primo de Juan Pablo y oriundo, como él, de Mailín, en la provincia de Santiago del Estero.
"Fue el miércoles a la tarde. Yo le había comprado verduras porque él volvía cansado de trabajar y me había pedido que fuera yo", contó ayer a LA NACION, mientras los vecinos (y también, al parecer, todos los perros del barrio) se congregaban frente a la casa en donde se produjo la masacre.
Nadie los vio nunca más. El sábado, Eleuterio volvió a la casa para ver a su primo, pero a quien encontró allí fue a Perotti. "Me dijo: A Lorena la eché, y a Javier también, porque no quería laburar", relató Eleuterio a LA NACION. A María de los Angeles Lucce, la madre de Lorena y ex esposa de Juan Pablo, le dijo otra cosa: que él había comprado por 7000 pesos el terreno que ocupaba la propiedad y que toda la familia se había mudado.
Sangre en los colchones
La mujer no quedó convencida y al día siguiente radicó una denuncia por averiguación de paradero: era imposible hallar a ninguno de los cuatro habitantes de la casa. Para entonces, también el propio Perotti se había esfumado.
Fue Romina, una hermana de Lorena que está embarazada, la que encontró sangre en los colchones. Entonces supo que había pasado algo terrible. Junto a la casa había una zona de tierra removida. Claro, los Sosa había empezado a hacer un pozo para instalar un nuevo baño. Pero los vecinos sospecharon: la excavación se había extendido demasiado. Entonces empezaron a excavar.
Primero apareció ropa ensangrentada; después, un pie. El de Lorena. Aún demudados de horror, desenterraron los cuatro cadáveres. Las personas desaparecidas habían estado ahí todo el tiempo.
"Lo que hicieron no tiene perdón de Dios. Entre todos los que mataron había un angelito, una criatura que tenía mucho por vivir", dijo ayer Lucce a este diario.
Leonardo Soria, un joven amigo de Perotti, fue detenido por la policía, acusado de encubrir el crimen; el novio de Lorena, en cambio, permanecía prófugo hasta anoche.
Para la madre de la chica, no hay dudas de que fue él quien los mató a todos. "Ella se había peleado con él y le había dicho que no podía quedarse más en esa casa", señaló la mujer. Ella misma no hablaba con su hija hacía unas dos semanas: habían discutido porque a la madre no le gustaba el novio que había elegido su hija. Tampoco a Eleuterio Lemos. "Una vez me invitaron a la casa y estuvimos tomando coca. No me gustó para nada esa gente", contó el hombre.
La fiscal que investiga el hecho, María de los Angeles Attarian Mena, ordenó varios peritajes en la casa del cuádruple crimen. Se secuestraron varios cuchillos y una maza que podrían haber sido utilizados en el múltiple crimen.
Al anochecer, la cuadra de la masacre era iluminada por el resplandor anaranjado del fuego. María de los Angeles Lucce era la encargada de dirigir la quema de los colchones y frazadas hallados en la casa y de las pertenencias de Perotti y sus allegados que habían quedado ahí. Se había formado una pila grande, que ardía frente a la vivienda del horror.
"Tirá, tirá eso también", decía Lucce cada tanto, mientras hablaba con LA NACION. Explicó que los investigadores le habían dicho que podía deshacerse de esas cosas porque la casa ya había sido revisada y se habían tomado muestras de sangre y otros elementos. "Acá no queremos nada de ellos, nada. Y si estuvieran acá, yo, como madre, los ato y los tiro al fuego también", dijo la madre de Lorena.
Del pozo del que habían sido extraídos los cuerpos ya no quedaban indicios: durante la tarde, familiares de las víctimas se habían dedicado a taparlo con paladas de tierra y cal.
Los vecinos de Kennedy Sur estaban conmocionados por la tragedia. Unos y otros dijeron a este diario que en el barrio nunca se había visto algo así.
"Cualquier día vas a ver a todos los chiquitos jugando acá en la calle, o en la plaza de acá a la vuelta", dijo Walter More, un joven que vive enfrente de la casa donde ocurrió el múltiple asesinato. Su amigo Carlos Romero, que vive frente al arroyo, contó que hacía más de veinte años que Juan Pablo Sosa vivía allí y que trabajaba como albañil.
Los cuerpos de las cuatro víctimas serán inhumados hoy por la mañana en el cementerio de Ranelagh.
Otra vez el horror
LA PLATA.– El horror reincide: el cuádruple crimen de Hudson reconoce más de un punto de contacto con aquel otro que, a fines de noviembre último, sacudió a esta ciudad. Las víctimas de ese sangriento hecho fueron una joven, su madre, su hijita y una amiga; el principal sospechoso, el novio de la chica; el arma, un instrumento cortante. En ambos casos, las cuatro víctimas fueron objeto de una violencia inusitada. En ambos casos, el asesino tuvo franqueada la entrada a la vivienda donde ocurrió la masacre. En ambos casos, el móvil es incierto, aunque no se descarta el móvil pasional.
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