De Zárate a Villa Gesell, el viaje para acompañar a su hijo preso que casi termina en tragedia
VILLA GESELL.– Todavía sin entender demasiado lo que estaba pasando, desorientado porque a su único hijo lo estaban deteniendo y trasladando a Villa Gesell por supuesta participación de un homicidio cometido a 400 kilómetros de donde había pasado los últimos días, José María Ventura sintió de cerca el escalofrío de la tragedia. Ya era de noche cuando seguía al móvil policial en el que llevaban a Pablo cuando sufrió la rotura de un neumático de su auto, en pleno viaje y a alta velocidad. "Casi me mato", sostuvo a LA NACION.
Fue uno de tantos momentos difíciles que le tocó vivir el sábado pasado en que, a media tarde, personal de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de Zárate llegaron hasta su domicilio para identificar y poner en manos de la Justicia al entonces denominado "detenido número 11" que tenía la investigación por el homicidio de Fernando Báez Sosa, asesinado a golpes frente a la discoteca Le Brique, de esta ciudad balnearia.
Un derrotero que además lo llevó a recorrer cientos de kilómetros innecesarios porque, a raíz del cambio de neumático, perdió el rastro del móvil policial y deambuló entre distintas ciudades hasta dar con la dependencia donde habían alojado a su hijo.
A Ventura y a su familia, los policías los despertaron de la siesta, poco después de las 17. Golpearon las manos frente a la casa donde vive con su esposa e hijo. Ella se asustó y le pidió a él que saliera. "Me preguntaron si ahí vivía Pablo Ventura y solo me pidieron que lo llame", recordó. Entonces lo fue a despertar y le dijo que la policía pedía por él. "¿Qué macana te mandaste?", le preguntó y encontró un "nada" como única respuesta.
Cuando el joven remero del Club Náutico Zárate asomó, los investigadores le pidieron el DNI e inmediatamente le dijeron que los tenía que acompañar. "Puede venir con nosotros", le respondieron a José María, que viajó en el asiento trasero, al lado de su hijo.
Recién entonces, dijo, supieron de qué se trataba la acusación. Uno de los policías le mostró el video de la golpiza mortal contra Báez Sosa. "A este lo conozco, a este también", dijo Pablo, casi de inmediato. Pero algo tenía mucho más claro: él nunca había estado allí.
Padre e hijo se separaron en la sede de la DDI de la zona. Hoy, cuatro días después, reconoció que fue un momento tremendo al dejarlo solo frente a una situación que sabía injusta y desconocían hasta dónde podía llegar.
"No entendíamos nada, no sabíamos por qué él", afirmó a LA NACION Ventura padre. Pero aclaró que tenía una única certeza: su hijo no tenía nada que ver con el homicidio.
Desde Zárate salieron hacia Villa Gesell, ya en vehículos separados. José María Ventura se dispuso a seguir el móvil policial pero sufrió un reventón de neumático de su auto.
"Iba solo, me pude haber matado", insistió. Cómo pudo, entre tantos nervios, puso uno de repuesto que no sirve para circular. Así llegó hasta el centro de la ciudad, hizo abrir un local y pudo comprar otro neumático para continuar viaje.
Entonces, entre la noche y madrugada, deambuló de aquí para allá. Hizo escala inicial en la Comisaría 1a.de Villa Gesell. Como allí no estaba su hijo fue a la comisaría 2a., donde lo mandaron a General Madariaga.
Allí le dijeron que podía estar en Pinamar y ahí lo derivaron a Dolores. De aquí para allá hasta que una oficial de policía de General Madariaga le confirmó que su hijo estaba en la DDI de Villa Gesell, cuya sede está en los fondos del lote que sobre el frente tiene a la Comisaría 1a.
Más de ocho horas de viaje y 600 kilómetros para llegar a las 9 al destino que a medianoche había tenido a menos de 20 metros.
Por esa mismo pasillo caminó anoche, ya con la certeza de que volvería a verlo y abrazarlo después de más de tres días de encierro. Ahora, siempre gentil con los medios y sin eludir pedidos de entrevista, solo pidió que le den tregua para acompañar a su hijo. "Quiero estar con el flaco", por favor, suplicó entre micrófonos y cámaras de TV.
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