De película: corría carreras con una identidad falsa estando prófugo, delató a un comisario y “contaminó” encomiendas con drogas
Ignacio Actis Caporale fue detenido por la Policía de la Ciudad acusado de integrar una organización criminal que intentó mandar cocaína a España en una chopera de madera
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En Rosario era conocido como Ojito, por sus ojos verdes. Tiene 35 años y creció como un joven de clase media que vivía en el centro de la ciudad y protagonizó todo tipo de tramas en el mundo criminal. Una vida de película. Estuvo prófugo cuatro años y competía en carreras de autos con una identidad falsa. Ante los jueces que lo sentenciaron a nueve años y medio de cárcel, afirmó que “la Policía de Santa Fe es el ente regulador del narcotráfico”. Su declaración como arrepentido fue clave para condenar al exjefe de Drogas de Rosario Alejandro Druetta. Ahora, Ignacio Actis Caporale quedó detenido otra vez. En esta oportunidad, acusado de ser “el eslabón superior” de una organización narco que intentó traficar cocaína a España oculta en encomiendas.
“Actis Caporale integraría un eslabón superior y de importancia en la organización narcocriminal objeto de investigación. Sería el proveedor, directo o indirecto, de la sustancia prohibida que intentó extraerse del territorio nacional, como así también de aquella que ha sido comercializada en el país”, sostuvo la fiscal en lo penal económico María Gabriela Ruiz Morales en el dictamen donde solicitó la detención del sospechoso. Fue apresado por personal de la Policía de la Ciudad, por orden del juez Pablo Yadarola.
Ojito estaba en libertad condicional desde marzo del año pasado. Pasó en prisión cinco años y tres meses. Había sido arrestado por la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) el 18 de diciembre de 2016 en medio de una carrera de autos en el Autódromo Oscar y Juan Gálvez, de la ciudad de Buenos Aires, donde competía con una identidad falsa: Alex Aqua.
En esa causa delató al policía Druetta y dijo aquello de que la fuerza de seguridad provincial era la que “regulaba” el narcotráfico. Ahora le pagaron con la misma moneda. La declaración de una persona imputada que declaró como arrepentida llevó a los investigadores tras los pasos de Ojito. La causa se inició el 12 de diciembre pasado a partir del secuestro de una encomienda que contenía casi un kilo de cocaína. El destino del paquete era Pamplona, en España.
La droga estaba camuflada en una chopera de madera para cerveza. La encomienda fue despachada el 12 de diciembre pasado en la sucursal del correo internacional DHL de la avenida Córdoba al 5000, en el barrio de Palermo. El peritaje determinó que eran 992,60 gramos de cocaína, de un 91% de pureza.
Pronto, tras la declaración de los empleados de la empresa, se determinó que la encomienda había sido despachada por una joven pareja que había llegado a la sucursal de Palermo con sus dos pequeños hijos.
La joven que entregó el paquete no había llevado su DNI, pero se identificó con la app Mi Argentina. Ese dato fue clave para los investigadores: para que quedara registro de su identidad, la mujer tuvo que enviar por WhatsApp una captura de la pantalla de la aplicación.
Entonces, el juez Yadarola ordenó intervenir la línea telefónica utilizada para mandar la captura de la app Mi Argentina.
La causa tuvo un importante avance con la declaración de la persona que declaró como arrepentida y que afirmó que Ojito había sido el contacto de la joven que despachó la encomienda “contaminada”.
No solo eso, también aseguró que fue Actis Caporale quien le entregó la chopera con la cocaína. Pero dio más detalles: relató que la joven antes había hecho una serie de viajes para Ojito a Misiones, para buscar estupefacientes que alguien le llevaba desde Paraguay.
Los investigadores, según explicaron a LA NACION fuentes con acceso al expediente, tienen acreditado, por lo menos, tres viajes de la muchacha a Misiones para buscar cocaína. En uno de los viajes habría ido con sus hijos y otro familiar. La droga llegó a Buenos Aires oculta en el torpedo de un vehículo.
La muchacha, según se desprende del expediente, tenía que “cumplir” con los encargos de Ojito porque tenía una deuda con él.
“A la joven le llegaron a ofrecerle recorrer varias ciudades paraguayas. Si aceptaba, debía retirar diez termos cargados de cocaína. Además, el plan era mandarla a España como ‘mula’. Para ellos, Caporale y un cómplice, que sería de nacionalidad colombiana, iban a tramitarle el pasaporte y la ciudadanía italiana”, explicaron fuentes judiciales.
La joven no llegó a hacer esos viajes a Paraguay. Los investigadores sospechan que la metodología que describió la persona que declaró como arrepentida podría ser la operatoria que utilizaban Ojito y los demás integrantes de la organización para ingresar la cocaína en la Argentina.
Ojito Caporale, según el arrepentido, se comunicaba a través de un sofisticado sistema de comunicación encriptadas que se llama Wickr Me Private Messenger. Según se desprende de la investigación, la pareja que despachó la chopera hacía viajes a Misiones para buscar droga, por orden de Caporale. La droga se acopiaba en la cochera situada al lado de un cine de Palermo.
Fuentes judiciales destacaron el trabajo hecho por detectives de la División Delitos contra la Salud y Seguridad Personal de la Policía de la Ciudad que permitió identificar y detener a Ojito.
Como se dijo, Actis Caporale, que en su indagatoria se negó a declarar, ya había estado preso. Fue detenido en diciembre de 2016, luego de estar prófugo cuatro años prófugo. Fue detenido por la PSA durante una carrera automovilística en el autódromo porteño, donde competía con el nombre de Alex Aqua.
Caporale fue acusado de ser uno de los proveedores más grandes de estupefacientes de Rosario, donde nutría de cocaína y drogas sintéticas a búnkeres diseminados en los barrios Alberdi, La Cerámica y Casiano Casas. Pero nunca pudo ser detenido; en 2012, cuando fueron apresados nueve miembros de la organización, Ojito se escurrió de los efectivos de la PSA. Ese domingo su suerte cambió. Contaba con la complicidad del comisario Druetta, que fue condenado por narcotráfico.
Ojito estuvo prófugo desde el 26 de setiembre de 2012, cuando la PSA realizó 14 allanamientos simultáneos en Rosario, donde se secuestraron cuatro kilos de cocaína de máxima pureza, tres de marihuana, 400 pastillas de éxtasis, 40 troqueles de LSD, varias dosis de ketamina, seis autos de alta gama, ocho armas de fuego y 250 mil pesos.
En el operativo quedaron detenidas nueve personas, entre ellas su padre. Alguien de la banda alcanzó a avisarle; cuando el vuelo en el que volvía de Bogotá hizo escala en Lima, Ojito escapó. Los efectivos de la PSA que lo esperaban en el aeropuerto de Ezeiza se quedaron con las manos vacías. Solo estaba su novia, una joven modelo que era promotora en las carreras de automovilismo.
Cuatro días después, el joven ingresó de manera legal a la Argentina por un paso fronterizo con Brasil, pero como no había llegado la comunicación de su captura, nadie sabía que tenía pedido de captura internacional.
Desde ese momento muy poco se supo de Caporale, el narco de clase media alta y vida veloz. En noviembre de 2013, tras un seguimiento que hizo la policía de Santa Fe, se detectó que Caporale tenía pensado ir a buscar a su novia a la terminal de ómnibus de Retiro. Se montó un operativo para detenerlo, pero al detectar a los uniformados logró escabullirse entre la multitud y desaparecer hasta que fue detenido en 2016, en la carrera de autos.
Pero luego salió con libertad condicional y empezó otra vez, según la investigación, con nuevas aventuras en el mundo narco, esta vez, con el contrabando de cocaína a España en encomiendas.
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