De 294 a 4. Con un solo caso por mes, 2023 registra la menos cantidad de secuestros extorsivos de los últimos ocho años
En 2015 el promedio mensual era de 24,5 casos, mientras que en lo que va del año hubo cuatro casos; apenas en uno de estos últimos se cobró rescate
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En 2015 hubo un promedio mensual de 24,5 secuestros extorsivos. Este año, de solo uno. La meseta en la que entró esta modalidad del crimen –una de las que más miedo provoca en los ciudadanos, por la incertidumbre, la violencia ejercida y el alto peligro de vida– encontró en 2023 su punto más bajo.
Así surge del informe publicado esta semana por la Unidad Fiscal Especializada en Secuestros Extorsivos (Ufese) que encabeza el fiscal federal Santiago Marquevich. El descenso en los números fue vertiginoso: de 294 casos hace ocho años, a cuatro en lo que va de 2023.
El más reciente se produjo el mes pasado, cerca de Rosario: un joven de 27 años que tiene una discapacidad, que cerca de la medianoche del viernes 14 de abril fue secuestrado en Villa Gobernador Gálvez y, 12 horas después, fue liberado en la localidad de San Lorenzo sin que se hubiera pagado el rescate –inicialmente, de 200 mil dólares y, al final, de $5 millones– que exigían los captores, dos hermanos que fueron detenidos por la Policía Federal.
Según la estadística del área especializada, los otros tres secuestros registrados este año fueron procesados en los distritos bonaerenses de Ramallo, Esteban Echeverría y La Matanza –aunque, en este caso, la víctima fue interceptada en el Bajo Flores porteño y liberada en la zona del Mercado Central–.
Los cuatro hechos tuvieron como víctimas a tres hombres adultos y a una chica de entre 16 y 18 años; se produjeron en la franja horaria comprendida entre las 10 de la noche y el mediodía del día siguiente. En los casos de las víctimas masculinas, los captores también fueron hombres: tres en los episodios ocurridos en territorio bonaerense y dos en el del sur de Santa Fe. En tanto, a la adolescente la secuestraron tres mujeres.
Los informes revelan que una de las víctimas fue interceptada cuando circulaba en un auto de alta gama, mientras que el resto caminaban por la vía pública cuando fueron secuestrados.
En promedio, los hombres secuestrados permanecieron cautivos más de tres horas y fueron liberados a más de diez kilómetros del lugar de captura. La chica, en cambio, fue detenida por menos de tres horas y liberada cerca del lugar donde fue atrapada por sus victimarias.
Solo en el caso de Ramallo se pagó por el rescate de la víctima, resaltó el informe publicado por el Ministerio Público Fiscal.
En el sitio institucional, fiscales.gob.ar, la Ufese destacó que “el relevamiento de los datos, desde 2015 hasta el 30 de abril de 2023, señala la consolidación de la tendencia decreciente de este tipo de hechos”.
Así, en 2015 existieron 294 secuestros extorsivos; en 2016, 227; en 2017, 185; en 2018, 111; en 2019, 44; en 2020, 48; en 2021, 30; en 2022, 27; y en el primer cuatrimestre de este año solo se registraron 4 casos, lo que implica la cifra más baja de casos en nueve años.
Ello evidencia que la tasa de hechos denunciados mensualmente disminuyó de 2,25 a un 1 caso.
Detalles de un delito complejo
En octubre pasado, la Ufese presentó un informe elaborado sobre la base de la información provista por las fiscalías federales del país, sobre las particularidades, modalidades de comisión, evolución y tendencia de los secuestros extorsivos en nuestro país.
En ese documento se analizaron más de 650 hechos registrados desde 2016, y se explicó la variación y evolución del ilícito tipificado en el artículo 170 del Código Penal.
La Ufese clasificó los hechos en tres grandes grupos:
- Secuestros extorsivos de duración prolongada y cometidos con planificación previa
- Secuestros extorsivos de corta duración y sin planificación previa (comúnmente denominados “exprés”)
- Secuestros vinculados al crimen organizado
Los primeros tuvieron su auge entre los años 2001 y 2005, y fueron perpetrados por grupos criminales con cierto grado de “profesionalización”.
Estas bandas, señaló la Ufese, “no solo escogían previamente a sus víctimas, sino que realizaban minuciosas tareas de seguimiento y de inteligencia previa sobre aquellas, para conocer sus movimientos y obtener una información lo más detallada posible de sus circunstancias personales, principalmente, la situación económica y patrimonial de la persona y/o la de su entorno familiar y/o social”.
Refiere además que el conocimiento de distintas circunstancias íntimas y personales de la víctima “era una poderosa herramienta de intimidación al momento de extorsionar a los familiares (víctimas pasivas), demostrándoles que no se trataba de un accionar improvisado”, al tiempo que esa información también “sería la guía que los orientaría respecto de cuánto dinero pedir y en qué momento deberían conformarse con el rescate que la familia reuniera”.
Ese tipo de secuestros llegaron a durar 30 o 40 días, y en algunos casos más porque este tipo de organizaciones contaba con infraestructura donde mantener cautiva a la víctima, puntualizó la Ufese. En cuanto al contacto con los familiares, en este tipo de secuestros, “el primer llamado a la familia de la víctima generalmente no se realizaba inmediatamente después de sustraerla y las extorsiones comenzaban en un tono más tranquilo -comparativamente a lo que sucede en los secuestros de corta duración”, contrasta el informe. Y agrega que luego, con el devenir de los días, “la violencia verbal, las amenazas y las agresiones a la víctima y a su familia, hasta alcanzar un monto de rescate que satisfacía las ambiciones de la banda”.
El padre de los hermanos Gabriel y Diego Milito y el del también exfutbolista Leonardo Astrada, el del actor Pablo Echarri o el del empresario Jorge “Corcho” Rodríguez formaron parte de esa racha de casos que mantenía durante días en vilo a todo el país. Ellos fueron liberados, pero hubo otras víctimas que terminaron mutiladas –obra de ominosas “pruebas” de lo que los captores eran capaces de hacer si no cobraban su rescate– o muertas, como los estudiantes Christian Schaerer (en septiembre de 2003, en Corrientes) y Axel Blumberg (raptado en Martínez y acribillado en Moreno, en marzo de 2004).
Cuando la Procuración General creó por resolución la Ufese, la modalidad en auge era el secuestro exprés. Así lo reflejó el informe oficial, según publicó fiscales.gob.ar: “La abrumadora mayoría de los secuestros extorsivos en los que ha intervenido la Unidad Fiscal a partir de 2016 fueron secuestros de corta duración que, en su mayoría, registran una extensión que no supera las seis horas y en casi ningún caso la privación de libertad de la víctima supera las veinticuatro horas”. Se agregó que “los sitios donde transcurre el suceso ilícito (la sustracción de la víctima, el pago del rescate y la liberación de la víctima) se produce en un mismo espacio geográfico más acotado que los secuestros extorsivos de plazos más prolongados”.
La Unidad refirió que “en esta tipología, los hechos son cometidos por grupos poco sofisticados o con alto grado de improvisación y que suelen tener antecedentes y/o vinculación con robos, hurtos, portación ilegítima de armas y otros delitos. Además, las víctimas son interceptadas en la vía pública y sin inteligencia previa, a base de factores [como ser el vehículo en el que circula] que les permiten colegir que ellos o sus familias cuentan con medios para afrontar el pago del rescate”.
“La precariedad de los medios y la organización, y la celeridad con la que los secuestradores pretenden lograr su propósito de obtener un beneficio económico, muchas veces implica que el rescate cobrado sea escaso, e incluso, que no se llegue a cobrar rescate alguno”, añadió aquel informe, en el que se detalló que “el primer llamado a los familiares de la víctima se hace inmediatamente después de la captación y que se ejerce violencia verbal y psicológica sobre las víctimas”.
Finalmente, La Ufese listó algunas de las bandas que fueron desarticuladas en el período 2016-2022. Entre ellas. “La banda de Poroto, Pastor y Narvaja”, la “banda del FAL” o “Banda de Pachu”, la “banda del ‘M 19′”, la banda del “Focus” y la “banda de la cuarentena”.
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