Datos. En La Matanza bajan los homicidios, pero crecen las dudas sobre la estadística que sustenta ese informado descenso de asesinatos
Al menos cuatro meses de 2021 presentan datos de asesinatos en el mayor distrito bonaerense muy por debajo del promedio en los últimos cinco años
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Las cifras de homicidios exponen dudas sobre la certeza de esos datos estadísticos. El manejo irregular, al menos, de la información pública tiene arraigados antecedentes en la Argentina. En los últimos días nuestro país fue condenado por el Tribunal Superior de Londres a pagar 704 millones de dólares por modificar la manera de calcular el PBI para evitar pagar los intereses de una deuda por títulos en default en 2001. El mundo no ve solo como una picardía la alteración de estadísticas, menos en ese caso que cada número define un piso de negocios. En el tema criminal, la información sobre asesinatos debería permitir la definición de focalizadas políticas públicas. Pero los datos tienen aquí fallas de origen -la forma en que se recoleta la información es cuestionada, incluso en documentos oficiales- y variaciones anormales que derivan en las cifras anuales que muestran descensos en los homicidios en un contexto de perceptible aumento de la violencia en las calles.
La Matanza, con sus más de 1.800.000 habitantes, es un distrito siempre señalado por repetidos casos delictivos de alto impacto social. Sin embargo, la estadística criminal muestra un claro descenso de los asesinatos en ese municipio. De 155 muertes violentas registradas en 2017 por el Sistema Nacional de Información Criminal (SNIC) del Ministerio de Seguridad de la Nación pasó a 127 casos en 2021, el último año con datos completos. La caída entre 2020 y 2021 fue de 20 por ciento. En el momento más duro del encierro obligatorio por la pandemia de Covid-19 se anotaron más homicidios en La Matanza que al relajarse las restricciones al movimimiento de los ciudadanos.
Incluso es, por lo menos, raro el movimiento estadístico en esos meses de 2021. Si se observa la serie se encontrará que en febrero se notificaron 14 asesinatos en 2017; 8 en 2018; 10 en 2019; 14 en 2020, y solo 3 en 2021. Ese último año la cantidad de muertes violentas trepa nuevamente a 16 en marzo (una cifra similar a la de los otros períodos analizados) y cae de nuevo a 3 en abril, alejándose de nuevo de la lógica estadística replicada en los restantes años. Ese vaivén se mantiene en todo el año.
“Las estadísticas de delitos en general y de homicidios en particular en Argentina en el año 2021 resultan sospechosas por su alcance y evolución. En tal sentido, los datos de homicidios parecen tener problemas de calidad y posiblemente un subregistro en el 2021. Con el país y provincias con niveles sorprendentemente bajos de homicidios, con tasas Europeas, que no se parecerían corresponder a los problemas de delito y sociales que existen en la Argentina, teniendo tasas de homicidio como países europeos”, señaló Diego Fleitas, consultor en temas de seguridad y estadísticas.
Y agregó: “En la Argentina en el 2021 según el Sistema Nacional de Información Criminal (SNIC) hubo 2.092 víctimas de homicidio con una tasa de 4,4 por 100.000 h lo que implicó una baja respecto al 2020 que ya había sido relativamente bajo en el marco de la pandemia. Es ello posible? Si bien no se puede descartar parece altamente improbable. Enfocándonos en la provincia de Buenos Aires, que cuenta con el todo el peso poblacional y de delito de conurbano, también aparece con una reducción de los homicidios y una tasa extraordinariamente baja, de 4,7 en el 2021, que resulta difícil de explicar. Aún mas, en este caso en el Municipio de la Matanza, en el 2021 aparece tener un descenso del 18% respecto al 2020, y con sólo 127 homicidios en el 2021, y una tasa de 7,1 cada 100.000 habitantes”.
Uno de los problemas básicos con la cifra de homicidios en nuestro país tiene que ver con que dos organismos del máximo nivel de decisiones gubernamentales tienen estadísticas distintas sobre un mismo hecho. El Ministerio de Seguridad establece con cifras oficiales que durante 2021 se registraron 2092 víctimas de asesinatos. En cambio, el Ministerio de Salud en su detallada estadísticas vitales notifica ese año la muerte de 1453 personas en homicidios, pero eso informe contiene 4613 muertes que no fueron identificadas. No es un dato menor, sino que se trata de 35 por ciento del total de los 12.971 decesos por causas externas, definidas como accidentes, suicidios y agresiones. Se denominan “eventos de intención no determinada”. Podría considerarse un error en el momento de la carga de datos. Pero esa falla crece año a año.
Esa cifra de 4612 muertes que no es ubicada en ningún casillero duplica la cantidad oficial de asesinatos. Ese volumen cambiaría la tasa nacional de homicidios.
Documentos oficiales del Ministerio de Salud establecen que en 2011 ese punto representaba el 11 por ciento de todas las muertes registradas ese año por causas externas. Y en 2021 tuvo un peso de 35,5 por ciento. Muy por encima de los valores internacionales. En México, por ejemplo, en la estadística de defunciones ocurridas durante 2021 los eventos de intención no determinada alcanzan solo al 3,09 por ciento de todas las muertes por causas externas.
El flujo de información para construir la base de datos del Ministerio de Salud comienza con el certificado de defunción emitido por un médico, ya que el profesional llena al mismo tiempo el informe estadístico de defunción, que pasará sucesivamente por un registro civil, las oficinas de estadísticas de salud de las provincias y la oficina estadística de salud nacional antes de quedar incorporada en la información que será difundida cada dos años.
Por otro camino avanza la información del SNIC. En el documento escrito el año pasado por funcionarios de los ministerios de Seguridad y de Salud sobre registros de suicidios se marcan las fallas de esa recolección de datos: “La causa más importante de subregistro de información en el SNIC es que la fuente de datos es policial, por lo que solo registra datos recogidos en su intervención cuando, ante situaciones de suicidio consumado, son llamados por una/un familiar o vecina/o, o son notificados a través de llamados al 911.
“Puede ocurrir que la persona resulte gravemente lesionada en un intento de suicidio y fallezca con posterioridad: si las policías no hacen seguimiento del caso, ese deceso no se registra”, se indicó en ese trabajo oficial sobre datos de suicidios. Esa evaluación es válida para los homicidios.
El Ministerio Público Fiscal bonaerense, en tanto,lleva un registro anual de todos los delitos en ese territorio. Sin embargo, el flujo que información que abastece esa estadística tampoco es exacto. Es que se toma como dato solo la Investigación Penal Preparatoria (IPP), la primera carátula que asigna un fiscal al expediente. Si el caso arranca como la averiguación de paradero, así se mantendrá en la estadística por más que luego se modifique la pesquisa hacia un homicidio. Pasa lo mismo si la causa empieza como lesiones graves y la víctima fallece en un hospital. En 2015 se revisaron las IPP consignadas en la estadística criminal de 2013 y se verificó un aumento del 30 por ciento de los homicidios al seguir el trámite de cada expediente.
“Hay dos formas de controlar la validez de los datos, una controlando la validez externa comparando con otras fuentes de información y otros casos. Por ejemplo comparando con las fuentes del sistema de salud, con el que tendrían grandes divergencias, comparando con otras ciudades o países, preguntándonos sobre si tiene sentido que tenga niveles tan bajos. Lo cual parecería que no. Por otro lado, se hacen control de validez interno, por ejemplo viendo si hay variaciones o distribuciones anormales. En cualquiera de los casos, es de recordar que a efectos de la elaboración del informe de delitos del año 2021 se produjo un cambio de equipo, entrando cuadros políticos con muy poco experiencia en estadísticas delictivas”, señaló Fleitas.
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