"¿Me puede mandar una ambulancia? ¡Urgente! En el country Martindale… No es por Covid. Es una emergencia. No es una enfermedad. ¡Disparos! ¡¡¡Disparos!!!". A las 12.59 del 10 de octubre pasado, una operadora del 911 atendió esa llamada, hecha por una mujer. Era la primera referencia que se tenía, fuera de aquel barrio cerrado de Pilar, del drama que acababa de desatarse ese sábado al mediodía, un mes atrás.
El empresario Jorge Justo Neuss agonizaba en el pasillo de la habitación en suite. Su esposa, Silvia Saravia, yacía muerta en el baño. El exitoso hombre de negocios, después de un forcejeo y de un vano intento de defensa por parte de la víctima, la había asesinado de un tiro en la cabeza. Instantes después, el femicida apoyó el revólver Smith & Wesson .357 Magnum en su sien derecha y gatilló. Moriría esa misma tarde, a las 14.20, cuando lo trasladaban al Hospital Austral, de Pilar.
Aunque a un mes del femicidio seguido de suicidio ocurrido en Martindale no hay indicios de la participación de terceras personas, la causa judicial, a cargo de la fiscal María José Basiglio, de la Unidad Funcional Especializada en Violencia de Género de Pilar, continúa abierta a la espera de los resultados de una serie de peritajes. "El expediente será clausurado cuando todo esté debidamente acreditado", explicaron a LA NACION calificadas fuentes del caso.
La llamada al 911 de las 12.59 fue hecha por una de las empleadas domésticas que trabajaban en la casa familiar, Valeria y Virgilia. Poco después hubo otras dos comunicaciones más para dar aviso de lo sucedido, realizadas por dos de los cuatro hijos de la víctima y su victimario: a las 13.07 lo hizo Juan Neuss, y a las 13.11, Patricio.
A un mes de violento episodio, LA NACION pudo reconstruir de múltiples fuentes con acceso al expediente y a la investigación policial-judicial las horas previas y posteriores al asesinato y suicidio que conmocionaron a los vecinos de Martindale, el club de campo situado en Derqui. De un momento a otro, la tranquilidad del barrio cerrado fue interrumpida por un ir y venir de ambulancias y patrulleros.
Todo había comenzado la noche anterior. Como era costumbre, el empresario, de 71 años, y su esposa, de 69, cenaron en el playroom, en la planta alta de la mansión en la que se instalaron para pasar la cuarentena.
Clima hostil
Cuando les llevaron los platos de comida, Virgilia y Valeria percibieron un clima hostil. Las empleadas nunca supieron los motivos, o al menos no los declararon; pero se dieron cuenta al instante de que la pareja había discutido.
Luego del entredicho, Saravia, una mujer apasionada por el arte, decidió que no iba a dormir en ninguna de las cinco habitaciones de ese hogar. A las 22 llamó por teléfono a su hija Lucila, que al igual que sus hijos Juan, Patricio y Germán, tiene casa en Martindale.
"¿Puedo ir a dormir a tu casa? Tuve una discusión con tu padre", palabras más, palabras menos, le habría dicho Saravia a su hija, que en ese momento había salido a cenar. Un rato después, cerca de las 23, Virgilia y Valeria vieron a su empleadora salir y subir a su auto.
Ni esa noche ni a la mañana siguiente, cuando desayunaron juntas, Lucila Neuss le habría preguntado a su madre sobre los motivos de la discusión con su padre, a pesar de que era la primera vez que Silvia Saravia decidía irse de su casa por una pelea con su esposo. Al menos, ni una palabra de eso confió en su declaración testimonial.
Mientras, la mañana del sábado 10 de octubre Jorge Neuss siguió con su costumbre de desayunar en su habitación, cotidianidad que había comenzado en marzo pasado, cuando se instaló en la casa del country de Pilar. El brote del coronavirus y el aislamiento social preventivo y obligatorio (ASPO) decretado por el Gobierno para enfrentar la pandemia de Covid-19 sorprendió a Neuss, Saravia y a sus cuatro hijos con sus respectivas familias en Martindale, donde decidieron quedarse para aprovechar el aire libre.
La mañana del crimen, Neuss desayunó a las 11. Así lo recordaron las empleadas domésticas cuando declararon como testigos. Virgilia y Valeria explicaron que también tuvieron que ayudar al empresario a arreglar una pérdida que había en el baño de la habitación en suite.
Las empleadas continuaron con sus tareas habituales. Pasado el mediodía Neuss usó su teléfono celular para mandar dos mensajes. Sería lo último que haría antes de asesinar a su esposa. Los destinatarios de los mensajes de texto fueron dos amigos que ese día cumplían años: uno de ellos, empresario; el otro, funcionario judicial.
A esa hora, según dijeron a LA NACION allegados a la víctima, madre e hija habrían decidido irse de Martindale para pasar unos días en el campo familiar. Pero, antes de irse, Silvia Saravia tenía que armar un bolso con ropa y otras pertenencias. Cada una de ellas subió a su auto: Saravia se fue a su casa y Lucila pasó por otro lugar a buscar un adorno.
El cruce del final
A partir de la reconstrucción del sangriento episodio realizada por los investigadores, se estimó que a las 12.40 o 12.45 Saravia entró en la casa familiar. Llaves en mano, les comentó a las empleadas domésticas que había ido a buscar unas cosas y subió a la habitación matrimonial.
Antes de armar el bolso fue al baño. Ella no lo sabía, pero era el momento previo a su muerte.
En la suite se habría reiniciado la discusión interrumpida la noche anterior cuando Saravia decidió marcharse de la residencia matrimonial para instalarse por unas horas en la casa de su hija.
Al intercambio de palabras, le sucedieron los gritos y la agresión física. Según las conclusiones de la autopsia, la víctima tenía un hematoma en un brazo, provocado por la presión del pulgar del agresor, en su intento por sujetarla. Esa lesión, según los forenses, indicaba que Silvia Saravia se defendió de su esposo.
Mientras Neuss apuntaba con su revólver a la cabeza de su esposa, con su mano izquierda la tomaba de los pelos. Saravia se defendía con todas sus fuerzas y forcejeaba con su marido.
Tanta fue la fuerza que ejerció el empresario sobre la víctima que, con su mano izquierda, le arrancó un mechón de pelo.
En ese momento, cuando tenía el cañón del arma a menos de veinte centímetros de la cabeza de su esposa, Jorge Neuss disparó. El proyectil calibre .357 Magnum mató a Saravia en el acto. El peritaje balístico determinó que, en su trayectoria, el mismo proyectil rozó la mano izquierda del empresario -con la que sostenía a su mujer de la cabeza- y le provocó una herida en el dedo en el que llevaba la alianza matrimonial.
Luego de matar a su esposa, Neuss se disparó un balazo en la cabeza con el mismo revólver, que era una de las 15 armas que tenía registradas a su nombre.
A pesar de que los investigadores realizaron una serie de rastrillajes en los que utilizaron detectores de metales, ese proyectil no pudo ser encontrado. La bala que mató a Saravia fue hallada por los forenses en el brazo izquierdo de la víctima, a la altura del hombro. Hasta allí llegó luego de un intrincado derrotero dentro de su cuerpo.
Al revisar los cartuchos que quedaron en el tambor del revólver, los peritos determinaron que los proyectiles contenían una importante carga de fulminante que aumentaba la potencia de fuego.
Con las conclusiones de la autopsia y la revisión de la escena del crimen, se determinó que Saravia se defendió de la agresión de su esposo. Los peritos hallaron una gran cantidad de cabellos esparcidos por el baño, lo que indicaría la existencia de una pelea previa a los disparos.
Estos elementos echaron por tierra la versión inicial del hecho que uno de los cuatro hijos del matrimonio expuso ante los policías que llegaron a la mansión de Martindale, sobre la eventual influencia en el hecho de la conmoción que había provocado en sus padres la noticia de que a él lo afectaba una grave enfermedad.
"Atento a los dichos de uno de los hijos del matrimonio, no existían problemas de convivencia. La causa del hecho podría ser que a uno de ellos le detectaron una grave enfermedad. Esta noticia provocó gran consternación y depresión en la pareja", se indicó en el primer informe elaborado por la policía.
Aunque hasta el momento no existe ningún elemento en la causa que indique que Saravia sufría malos tratos por parte de su esposo, las pruebas científicas aportadas por los forenses y los peritos que analizaron la escena del sangriento episodio abonaron la hipótesis de que el 10 de octubre, entre las 12.46 y las 12.50, Saravia resultó víctima de un femicidio perpetrado por su marido, en el contexto de violencia de género.
Para completar la batería de estudios, con el objetivo de determinar cómo ocurrió el sangriento episodio, en los últimos días, se realizó el dermotest. Dicho análisis, hecho por la División Microscópica Electrónica de la Policía Científica bonaerense, determinó que Neuss tenía restos de pólvora en sus dos manos. La derecha fue la que utilizó para dispararle a su mujer y, luego, para suicidarse, y en la izquierda tuvo un roce del proyectil que mató a su esposa.
"Saravia tenía residuos de disparo en su mano izquierda. La explicación de los peritos especializados es que la mujer pudo haber usado esa mano durante el forcejeo e intento de defensa que desplegó frente al ataque de su marido. Pudo haber querido cubrirse del disparo o buscado correr el revólver", dijo a LA NACION una fuente de la investigación.
Las tres llamadas al 911
"¿Para quién pide la ambulancia? ¿Un masculino o un femenino?" preguntaba la operadora de la central del número de emergencias 911 a la empleada que llamó a las 12.59 requiriendo auxilio.
"Para un masculino", respondió la mujer, con voz entrecortada y débil. Ese "masculino" era Jorge Neuss, que estaba en el piso del pasillo entre la puerta del baño y los vestidores de la habitación matrimonial. Aún presentaba signos vitales.
Ocho minutos después, Juan Diego Neuss realizó el segundo llamado al 911. Su hermano Patricio concretó la segunda comunicación al número de emergencias a las 13.11.
Virgilia y Valeria, las dos empleadas del matrimonio, eran las únicas dos personas que estaban en la casa en el momento del crimen. Valeria escuchó un estruendo y, acompañada por Virgilia, se dirigió a la planta alta. Ante la falta de respuestas, Virgilia intentó abrir la puerta de la habitación matrimonial. Pero no pudo y le envió un mensaje de WhatsApp a Lucila, la hija de la pareja, sin entrar en detalles sobre lo que ocurría.
Patricio fue el primero de los hijos de la pareja en llegar a la casa. Él consiguió abrir la puerta. Al revisar la habitación encontró los cuerpos de sus padres. A partir de ese momento se sucedieron los llamados al número de emergencias 911.
Entre las 13.15 y las 13.40 llegaron los policías de la comisaría de Derqui y los efectivos del Comando de Patrullas de Pilar.
A las 13.50, llegaron los paramédicos de la empresa privada de emergencias y comprobaron el fallecimiento de Saravia. Al revisar a Neuss, advirtieron que tenía signos vitales y decidieron trasladarlo al hospital Austral, de Pilar. Pero el empresario falleció cuando lo llevaban en la ambulancia.
Hasta el momento los investigadores no lograron abrir los celulares iPhone de la víctima y del agresor con el objetivo de buscar algún elemento que avale la presunción de la existencia de episodios de violencia de género anteriores.
No obstante, los testigos y las pruebas científicas indican que el femicidio de Saravia habría sido el corolario de una discusión que comenzó la noche anterior, siguió al otro día con una agresión física y terminó cuando su esposo la mató de un balazo en la cabeza y se suicidó.
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