Crimen y misterio. “Ya está, no aguantaba más, hay límites”, habría dicho, después de disparar, el asesino del hombre descuartizado
Nahuel Vargas, el último detenido por el crimen del trader Fernando Pérez Algaba, declaró que el autor de los disparos fue Maximiliano Pilepich y contó más detalles del plan criminal
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Escuchó dos disparos y se asustó, se paralizó. Cuando ingresó en la habitación observó a Maximiliano Pilepich con dos pistolas en las manos y le preguntó qué había hecho. “Ya está, no aguantaba más, hay límites”, fue la respuesta que recibió Nahuel Vargas. A pocos metros estaba tirado Fernando Pérez Algaba. No se movía. El cuerpo estaba boca arriba. Ya había muerto.
La secuencia fue recordada ayer por Vargas, de 43 años, ante el fiscal Marcelo Domínguez, funcionario judicial a cargo de la investigación del homicidio de Pérez Algaba, durante su declaración indagatoria.
Vargas, al igual que Pilepich, está imputado de “homicidio cuádruplemente agravado por el uso de arma, alevosía, codicia y el concurso premeditado de dos o más personas”.
“Vengo a decir la verdad”, fue lo primero que dijo Vargas al comenzar su declaración indagatoria, según el acta de la audiencia, a la que tuvo acceso LA NACION.
Después, a medida que avanzaba su declaración, contó detalles de su relación de amistad con la víctima, conocida por el apodo de Lechuga, cuyo cuerpo apareció descuartizado en un arroyo de Lomas de Zamora.
“Fernando tenía un problema, la ludopatía bursátil [sic]. Eso lo llevó a perder en una oportunidad 244.000 dólares en un día, entre otras pérdidas”, dijo Vargas.
Según la declaración del imputado, el homicidio de Pérez Algaba fue en horas de la tarde del 18 de julio pasado en un campo de General Rodríguez donde Pilepich llevaba adelante un desarrollo inmobiliario y del que participan él y Lechuga.
La autopsia determinó que Pérez Algaba fue asesinado de dos disparos por la espalda. El desmembramiento del cuerpo se realizó luego de la muerte.
Vargas sostuvo que Pilepich estaba enojado porque Pérez Algaba “había agregado a Instagram a su hija de 13 años, le escribía y luego realizaba capturas de pantalla y se las enviaba para provocarlo”.
Sobre el descuartizamiento del cuerpo, Vargas dijo que Matías Gil, otro de los imputados, había asegurado que lo hizo Luis Contrera, una persona conocida de Pilepich que hasta su detención vivía en Ingeniero Budge, en Lomas de Zamora.
Cuando le preguntaron si sabía de qué manera habían descuartizado el cuerpo, respondió que no, pero que Pilepich le había transferido 100.000 pesos a Contrera
Contrera fue el primero de los imputados y detenidos en romper el pacto de silencio. Su relato coincide en parte con lo dicho con Vargas, pero aseguró que él no se encargó de descuartizar el cuerpo de la víctima.
Según Contrera, a las 7 del 19 de julio pasado Pilepich y Vargas, llegaron a su casa en dos autos, un VW Polo azul oscuro y un Ford Ka blanco.
“Pilepich bajó de uno de los vehículos y le preguntó a Contrera si se animaba a tirar unas bolsas. Abrió el baúl del VW Polo y quedaron a la vista bolsas negras, Dentro de las bolsas se veía una parte de un cuerpo, específicamente una mano”, según el acta de la declaración indagatoria del imputado.
Contrera, según sus palabras, dijo que no al pedido de Pilepich. “Antes cortaba [desarmaba] autos con Pilepich, pero tirar un cuerpo no me animé. Pilepich me pidió que tirara el cuerpo por ahí, pero no dijo dónde. Me comentó que había matado a una persona, que era su socio, que le pegó dos tiros porque era un ´reverendo hijo de puta´, que lo tenía cansado, pero no contó dónde lo había matado”, afirmó el imputado al ampliar su declaración indagatoria.
Según sostuvo Contrera, Pilepich dijo que los disparos fueron hechos cuando la víctima cambiaba una lamparita. La autopsia determinó que Pérez Algaba fue asesinado de dos disparos por la espalda. El desmembramiento del cuerpo se realizó luego de la muerte.
Ante la negativa de Contrera, según sostuvo el sospechoso, Pilepich se fue manejando el VW Polo azul y la otra persona, a la que se refirió como “Nahu” o “Nahuel”, el Ford Ka blanco.
Afirmó que a la hora volvió Pilepich y le preguntó si podía “cortar” un auto. Antes lo había llamado por teléfono para pedirle su alias de una billetera virtual para transferirle 100.000 pesos para “cortar” un auto.
Contrera agregó que Pilepich, cuando regresó, además de dejarle el VW Polo azul, le entregó un perro beige, que se trataría de Cooper, el bulldog francés de la víctima.
Según la declaración, al ver que en el baúl había sangre, Contrera no quiso hacer el “trabajo”. “Al mediodía, Pilepich me llamó preguntando si había ‘cortado’ el auto, si había tirado la patente y si había borrado los números de serie del chasis y del motor”. Sostuvo que, a pesar, de no haber hecho el trabajo, Pilepich no le reclamó el dinero transferido.
Después se refirió a la valija roja donde fueron encontrados parte del cuerpo de la víctima. Contrera reconoció que él se la dio a Pilepich.
Y, de esa manera, desligó del crimen a su hermana, la primera detenida: Nicol Chamorro, la primera presa del caso.
La mujer trans, justamente, había sido detenida después de que sus familiares, cuando declararon como testigos, dijeran que le habían prestado la valija roja a ella.
“No sé si mi hermana tiene que ver con todo esto [el crimen], pero la valija la entregué yo”, sostuvo Contrera.
Tras la declaración de Contrera, el fiscal Domínguez adelantó que no pedirá la prisión preventiva de Chamorro y le solicitó al juez de Garantías de Lomas de Zamora Sebastián Monelos que se disponga su inmediata libertad.
“Entiendo que no se dan, por ahora, los requisitos para continuar la cautela oportunamente dispuesta sobre la imputada, por lo que solicito se disponga su inmediata libertad”, sostuvo el representante del Ministerio Público en un dictamen presentado ayer. Chamorro ya fue liberada.
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