Crimen y misterio. Pérez Algaba, el hombre descuartizado, estaba por ser denunciado por una estafa piramidal
El operador financiero de la barra brava de Boca aparece involucrado con los jefes de una banda que armó una empresa para captar inversores con el fin de comprar camiones en Estados Unidos
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Fernando Pérez Algaba estaba por ser denunciado ante la Justicia por su presunta responsabilidad en una estafa piramidal con el sistema Ponzi. Este hecho y la cantidad de inversores perjudicados por la maniobra pergeñada por la víctima del homicidio, se sumaron al listado de personas que tenían algún conflicto con el operador financiero asesinado.
Según los abogados que representan a la familia de la víctima, en el expediente coexisten 32 hipótesis sobre posibles autores del homicidio, que tenían razones para matar a Pérez Algaba. Aunque las dos líneas de investigación que prevalacen sobre el resto apuntan a un barrabrava de Boca que lo amenazó por una deuda de US$300.000 y la que tiene como sospechosos a dos exsocios de la víctima que fueron los últimos que lo vieron con vida.
El hombre, cuyo cuerpo descuartizado fue hallado el 23 de julio pasado en Ingeniero Budge, figuraba en una organización delictiva que captaba inversores para la compra en pool de camiones en Estados Unidos.
La banda funcionaba detrás de una empresa pantalla que prometía gestionar el dinero aportado por los inversores y pagaba dividendos de acuerdo a la facturación de los fletes que se hacían con cada camión.
Se trata de un negocio legal y en expansión en Estados Unidos que llamó la atención de inversores en distintos países americanos, que aportaron dinero en empresas que gestionaban las operaciones de esos vehículos.
Existen empresas serias que se dedican a esta actividad. Pero la explosión de esta modalidad de inversión abrió la puerta para la aparición de estafadores, favorecidos porque se captaron inversores en diversos países y por los problemas de jurisdicción en caso de que se iniciara un litigio, con damnificados que vivían en un lugar y delincuentes radicados en otro estado.
En algunos casos, esas empresas ofrecían la posibilidad de que cada inversor-dueño de camión, aunque fuera propietario de una parte del vehículo, pudiera seguir a través de una aplicación el recorrido del camión con un detalle de la carga que transportaba, los gastos de mantenimiento y el nombre de chofer que lo conducía. Todo falso.
Durante los tres primeros meses, los inversores cobraban las ganancias que devengaba cada camión en forma proporcional al dinero invertido. Pero, en el cuarto mes comenzaban los problemas de cobranza. Los dueños de la empresa pantalla nunca compararon los camiones porque usaban el dinero que recibían para pagar los dividendos y general confianza con el objetivo de captar más inversores. La mentira les duraba cuatro meses.
Debido que el dinero recaudado no se destinaba a la compra de los transportes los inversores dejaban de percibir dividendos. Cuando los damnificados comenzaban a acumularse, los estafadores desactivaban la empresa pantalla y pasaban a la clandestinidad.
Según el abogado que representa a una de las víctimas de esa maniobra, Pérez Algaba estaba relacionado con dos de los responsables de la empresa que captaba inversores en la Argentina para comprar camiones en Estados Unidos.
Aparentemente, Pérez Algaba habría utilizado el perfil que armó en una red social con un millón de seguidores para generar confianza y sumar inversores. A nadie le llamó la atención que ninguno de los seguidores interactuaba con el titular del perfil.
El hombre que fue asesinado y descuartizado, llegó a perder 140.000 dólares en el negocio de las criptomonedas. Además, perdió mucho dinero en apuestas en casinos virtuales. Antes de que lo mataran de dos balazos, hacía frecuentes visitas al Casino Flotante de Puerto Madero. Vivía amenazado por sus acreedores.
Ante la cantidad de amenazas que recibía de parte de aquellos que le habían prestado dinero o invirtieron en sus emprendimientos, Pérez Algaba le había pedido un arma a una amiga.
“La relación con las personas a las que les debía dinero era cambiante. Había veces que se trataban bien y otras en las que se gritaban y se insultaban. Haciendo memoria, entre febrero y marzo pasados, cuando Fernando regresó del exterior, fue a visitarme y como soy legítima usuaria de arma de fuego y en casa tengo una pistola Bersa nueve milímetros, me la pidió prestada. Me dijo que tenía miedo y que quería tener un arma”, expresó la amiga de la víctima, al declarar como testigo, afirmó la amiga de la víctima.
En el entorno de “Lechuga”, como conocían a Pérez Algaba, afirmaron a este cronista que muchos de los que habían invertido dinero en sus proyectos prefieren olvidar que alguna vez conocieron a la víctima, especialmente por la peligrosidad y los antecedentes de aquellos con los que hacía negocios: dos barrabravas de Boca y un jefe narco detenido en el penal de Ezeiza, acusado de traficar, acopiar, fraccionar y comercializar droga en una fábrica de zapatos en La Tablada, partido de La Matanza.
Pérez Algaba tenía 332 mensajes con amenazas propinadas por una importante cantidad de acreedores. También le debían dinero. Nahuel Vargas y Maximiliano Pilepich afirmaron que tenían una deuda de US$ 150.000 con la víctima y que “Lechuga”, había llegado a la Argentina el 13 de julio pasado para cobrar ese dinero.
Además de recibir amenazas, Peréz Algaba también fue denunciado, en febrero de este año, Vargas lo acusó en la comisaría de Castelar por amenazas, daños y abuso de armas, en un hecho ocurrido frente la puerta de casa del denunciante cuando “Lechuga” fue a cobrarle una deuda.
Pero fue asesinado. Aunque hasta el momento no hay nadie imputado como presunto autor material del homicidio. La última vez que lo vieron con vida fue el 18 de julio cuando salió de su departamento en Ituzaingó rumbo a un campo, en General Rodríguez para cobrar el dinero que le debían.
Entre el 23 y 25 de julio pasado, el cuerpo de Pérez Algaba fue hallado descuartizado en la zona de Ingeniero Budge. Por el momento, la única detenida es una mujer trans, que fue la última poseedora de la valija roja en la que hallaron partes del cuerpo de la víctima. Aunque, después de los peritajes sobre los restos biológicos hallados en dos prendas de la acusada y que dieron negativo con sangre humana, su abogado pediría la excarcelación debido a que no habría pruebas que la vinculen con el homicidio de Pérez Algaba.
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