Crimen y misterio: “Maxi me cagó, estoy yendo para el campo”, el aviso del hombre descuartizado antes de una reunión clave
Así lo recordó una testigo de identidad que declaró en el expediente donde se investiga el homicidio de Fernando Pérez Algaba, cuyo cuerpo apareció descuartizado en un arroyo de Lomas de Zamora
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“Maxi me cagó, estoy yendo para el campo”. Corría la tarde del martes 18 de julio cuando Fernando Pérez Algaba, hablaba por teléfono con una persona de su círculo íntimo. Por “Maxi” se refería a su amigo Maximiliano Pilepich, y por “campo” lo hacía por un terreno en General Rodríguez que loteaban para llevar adelante un emprendimiento inmobiliario. La víctima habría llegado al encuentro acompañado con Nahuel Vargas en una camioneta Land Rover propiedad de Pilepich. Fue lo último que se supo de él hasta que su cadáver, por partes, apareció en un arroyo de Lomas de Zamora. El trader fue asesinado a balazos.
La afirmación de “Maxi me cagó, estoy yendo al campo” pertenece a una testigo de identidad reservada que declaró la semana pasada ante el fiscal Marcelo Domínguez, funcionario judicial a cargo de la investigación del homicidio de Pérez Algaba, de 41 años. Se trató de una conversación telefónica.
“A mí me dio miedo que pase una situación rara porque Fernando estaba yendo para el campo con un amigo, porque además de decirme que Maxi lo había cagado, me contó que le tenía que dar plata, pero desconozco si le entregó el dinero”, agregó la testigo de identidad reservada, según su declaración, a la que tuvo acceso LA NACION.
Vargas y Pilepich declararon como testigos y bajo juramento de decir la verdad relataron detalles del encuentro en el campo de General Rodríguez. Supuestamente, el desarrollador inmobiliario le entregó 60.000 dólares que le debía Pérez Algaba. Anteriormente, le había entregado, según sus palabras, U$S 90.000 en una escribanía.
Pérez Algaba y Vargas llegaron en una camioneta Land Rover modelo Range Rover Evoque que le había prestado Pilepich. El desarrollador inmobiliario en una Mercedes Benz modelo G500 negra.
Sobre el campo en General Rodríguez, la testigo de identidad reservada dijo que sabía que era una negocio que tenía Pérez Algaba con Pilepich, pero que no conocía los detalles.
“Cuando hablamos por teléfono, Fernando [por Pérez Algaba] me dijo ‘Maxi me cagó etoy yendo para el campo’. Entonces, me contacté con su mejor amiga, Flavia, que me dijo que hacía varios días que no hablaba con Fernando”, afirmó la testigo de identidad reservada.
La mejor amiga de Lechuga, el apodo con el que llamaban a Pérez Algaba, también declaró como testigo. “La relación con las personas a las que les debía dinero era cambiante. Había veces que se trataban bien y otras en las que se gritaban y se insultaban. Haciendo memoria, entre febrero y marzo pasados, cuando Fernando regresó del exterior, fue a visitarme y como soy legítima usuaria de arma de fuego y en casa tengo una pistola Bersa nueve milímetros, me la pidió prestada. Me dijo que tenía miedo y que quería tener un arma”, sostuvo Flavia Lorena B.
La testigo de identidad reservada sostuvo que después de hablar con la mejor amiga de Pérez Algaba se dirigió al departamento que Lechuga alquilaba en un edificio en Ituzaingó. La camioneta no estaba.
“Fernando tenía muchas deudas”, agregó. Ese martes, 18 de julio, Lechuga ya no le respondió más los mensajes de WhatsApp y las llamadas. Ella sabía que tenía pasaje de avión para irse a España en un vuelo para la madrugada del miércoles 19. Presumió que había viajado.
También agregó que un amigo de Pérez Algaba que lo esperaba en España sabía de la ida de Pérez Algaba al campo de General Rodríguez.
Vargas y Pilepich cuando declararon como testigos recordaron el encuentro en General Rodríguez.
Como se dijo, según los testigos, Pérez Algaba llegó acompañado de Vargas en una camioneta Land Rover modelo Range Rover Evoque que le había prestado Pilepich.
“Fernando me dijo que estaba preocupado”, afirmó Vargas. La preocupación era porque sus acreedores habían comenzado a amenazar a sus amigos.
El testigo agregó: “Se mostraba eufórico. Hablaba constantemente por teléfono”. Una hora después, pasadas las 17 llegó Pilepich en una camioneta Mercedes Benz modelo G500 negra. Pérez Algaba repitió lo de las amenazas a sus amigos.
Pilepich recordó, en su declaración, que Lechuga tenía en brazos a su bulldog francés, Cooper. En el departamento que alquilaba la víctima, en Ituzaingó, se secuestró un certificado de su psiquiatra en el que se consiga que Pérez Algaba tenía un cuadro depresivo y de ansiedad. En ese informe se aconsejaba que viajara con Cooper, explicaron, en su momento, fuentes de la investigación.
El testigo también contó cómo estaba vestido su amigo, pantalón de jogging negro, buzo negro y campera azul, blanca y roja.
“Mientras duró la reunión, Fernando se la pasó hablando por teléfono, no sé con quién”, sostuvo el testigo
Pérez Algaba le devolvió la camioneta a Pilepich. “Le pregunté si necesitaba que lo llevara a algún lado y me dijo que no, que lo iban a pasar a buscar, pero no dijo quién”, agregó.
Pilepich y Vargas se fueron en la camioneta Land Rover. Dejaron el otro vehículo en el campo. Ante la consulta de los investigadores, el desarrollador inmobiliario explicó que la camioneta Mercedes Benz la fue a buscar esa misma noche, pero no recordaba el horario.
A las 4.41 del 19 de julio, Pilepich le mandó un mensaje de WhatsAapp a Lechuga: “Te fuiste rico y no me saludaste ni para mi cumpleaños, botón”. El chat nunca fue leído por Pérez Algaba. En ese momento estaba desaparecido. Fue asesinado de dos balazos por la espalda y su cuerpo descuartizado.
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