Crimen y misterio. Investigan una reunión de Pérez Algaba en General Rodríguez, donde habría quedado solo tras recibir US$75.000
Un socio y un examigo aseguraron que el 18 del actual se habían encontrado con la víctima para pagar una deuda; analizan grabaciones de amenazas
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Fernando Pérez Algaba estaba con vida el martes 18, un día antes de que la persona que le había alquilado un departamento denunciase su desaparición. Al menos, eso declararon frente a los investigadores de este brutal homicidio dos hombres que hacían negocios con la víctima.
Uno de ellos, que fuentes del caso identificaron como Maximiliano Pilepich, entregó incluso su propia camioneta a la Justicia, ya que aseguró que era el vehículo que usaba Pérez Algaba, a quien le debía una importante suma de dinero. Quienes conocen la pesquisa iniciada por el hallazgo del cuerpo descuartizado de Pérez Algaba afirman que este llegó con Nahuel Vargas a la cita con Pilepich ese martes 18. En sus declaraciones, ambos contaron que la reunión fue en una zona semiurbana de General Rodríguez y que el objetivo fue entregar US$75.000 que formaban parte de una deuda que tenían con Pérez Algaba, quien a la vez debía dinero a un barra de Boca. El testimonio de Pilepich y Vargas terminaría en forma coincidente: ambos dejaron la zona y Pérez Algaba se quedó allí, solo y con los dólares. Contaron que el hombre que hacía negocios con criptomonedas avisó que “alguien” pasaría a buscarlo. El domingo 23 se encontró la primera parte de sus restos en un arroyo de Lomas de Zamora.
La autopsia marcó como data de la muerte un lapso que va del 18 al 20 de este mes.
El hombre que entregó el vehículo supuestamente usado por Pérez Algaba, una camioneta marca Land Rover modelo Range Rover Evoque y de color blanco, dijo ante detectives de la Dirección Departamental de Investigaciones (DDI) de Lomas de Zamora que se dedica a la construcción y aseguró ser socio de la víctima, informaron a LA NACION fuentes de la investigación.
“Peritos de la policía bonaerense comenzaron a hacer los peritajes para levantar rastros de la camioneta. La persona que entregó el vehículo tiene cómo acreditar su sociedad con la víctima”, agregaron las fuentes consultadas.
El 14 de febrero pasado, Vargas, había denunciado por amenazas a su examigo Pérez Algaba. Antes o después de la presentación en una comisaria de la policía bonaerense, enojado, el trader y vendedor de motos y autos le había mandado un amenazante mensaje de voz: “Divertite mucho que cuando vuelva te voy a buscar por cielo y tierra. Anda a hacer la denuncia que quieras. Te voy a arruinar la vida pedazo de loro. Traidor. Me vas a pagar cada peso que me debes hijo de re mil puta. Fui a buscar a un pibe a México... a vos te voy a buscar por cielo y tierra”.
Pérez Algaba, de 41 años, fue asesinado a balazos y su cuerpo fue descuartizado. La víctima había recibido numerosas amenazas de muerte de sus acreedores. Pero, como sostuvo Vargas en su denuncia y como se desprende del mensaje de voz de WhatsApp, él también amenazaba a las personas que le debían dinero. Los investigadores del homicidio intentan reconstruir los últimos días de la víctima. Para poder armar el rompecabezas, los detectives judiciales y policiales intentan dar con el teléfono celular de Pérez Algaba y su mascota, un perro bulldog francés, de nombre Kupper, que siempre lo acompañaba.
Además del mensaje de voz que la víctima le mandó a Vargas, se conocieron más detalles de la conversación con el barrabrava de Boca Juniors Gustavo Iglesias que fue grabada por Pérez Algaba y distribuida por él a algunos de sus contactos.
Iglesias le reclamaba un dinero que la víctima le debía. “Yo no te voy a matar, te voy a sacar los ojos y cortar las manos para que no puedas contar más plata”, le espetó Iglesias en la grabación que tras su difusión es analizada por los investigadores.
“Los audios impresionan, lo cual no quiere decir que Gustavo [por Iglesias] haya cometido el atroz crimen. Esto es parte de una discusión violenta. Son afirmaciones muy pocos felices, pero que no tenían que ver con el homicidio”, sostuvo a radio Con Vos el abogado de Rodrigo González, que representa a Iglesias.
Según escritos que hizo Pérez Algaba, de 41 años, en su block de notas de su teléfono celular y enviados a sus contactos de WhatsApp, el hijo de Iglesias, Nazareno, le reclamaba una deuda en dólares.
“Nazareno y Gustavo Iglesias se presentaron en la causa con sus abogados. Ambos prestaron declaración y en el marco de las mismas no solo reconocieron que Pérez Algaba les debía dinero, sino que además confirmaron la veracidad de los audios que trascendieron en los medios y en los que se puede escuchar la voz Gustavo Iglesias”, agregaron las fuentes citadas.
A Pérez Algaba lo mataron de dos balazos. Los disparos, hechos a distancia, fueron por la espalda. Cuando la víctima estaba muerta, los asesinos descuartizaron el cuerpo. El crimen ocurrió entre martes y el jueves de la semana pasada. Así surge de las conclusiones de la autopsia practicada en la Morgue Judicial de Lomas de Zamora sobre los restos del cuerpo del hombre de 41 años, y que ya fueron incorporadas al expediente a cargo del fiscal Marcelo Domínguez, funcionario judicial a cargo de investigar el homicidio.
Según el informe de la necropsia, a la que tuvo acceso LA NACION, Pérez Algaba recibió un balazo en la región derecha de la espalda, que le afectó el pulmón derecho, el hemidiafragma derecho y el hígado. El proyectil tuvo orificio de salida por la región anterior derecha de tórax. “El mismo tuvo una trayectoria de atrás hacia adelante, de abajo hacia arriba y de izquierda levemente a derecha. No se observó, tatuaje, quemadura ni ahumamiento en el orificio de entrada, por lo que se estima que el disparo se efectuó distante al plano cutáneo de impacto de no haber existido elemento interpuesto”, sostuvieron los peritos que hicieron la autopsia.
El otro proyectil tuvo “posible orificio de entrada en región posterior izquierda de tórax. En su recorrido, desgarró el pulmón izquierdo, saliendo por región anterior izquierda de tórax y tuvo una trayectoria de atrás hacia adelante, de abajo levemente hacia arriba y de izquierda levemente a derecha. El orificio de entrada fue removido post mortem, no pudiéndose determinar la distancia de disparo”.
Según el informe de los peritos, la muerte se produjo entre cinco y siete días antes de la realización de la autopsia, que se hizo el martes pasado: es decir, que el homicidio habría ocurrido entre el 18 y el 20 de este mes.
“Las lesiones ocasionadas por el paso de los proyectiles presentaros características de vitalidad, es decir, producidas en vida, causando una hemorragia aguda que evolución con un shock hipovolémico y consecuente óbito”, concluyeron los peritos.
Tras matar a la víctima, los asesinos descuartizaron el cuerpo. “Por las características observadas en los cortes efectuados a nivel de las amputaciones de extremidad cefálica, miembros superiores y miembros inferiores, no presentaron características de vitalidad, tratándose de lesiones post mortem, las mismas pudieron ser efectuados con un elemento dotado de filo”, explicaron los peritos.
El cuerpo descuartizado de la víctima fue arrojado en el arroyo del Rey, en Ingeniero Budge, en Lomas de Zamora.
Primero se encontraron los dos brazos y las dos piernas del empresario en una bolsa negra en el interior de la valija roja. El lunes pasado, cuando se realizaban tareas de drenaje en el arroyo, se halló el torso. Todas las partes tenían tatuajes y se detectaron dos impactos de bala en el torso. Luego, finalmente, fue encontrada la cabeza, estaba dentro de una mochila en el mismo arroyo.
En esa valija se encontraron documentos que llevaron a los detectives a arrestar a una mujer trans. Uno de los abogados que representa a la detenida dijo que su defendida “no tuvo contacto con la valija” roja en la que se hallaron restos de la víctima.
“La imputación que tiene es como partícipe necesario de un homicidio. Hemos tenido poca comunicación con ella, asumimos la defensa ayer y estamos yendo a hablar con ella para interiorizarnos de lo que está sucediendo”, dijo Marcelo Ponce, acompañado por su colega Leonardo Cáceres.
“No era sangre, era tuco. Ella estaba cocinando al momento del allanamiento y estaba manchada con tuco, no es sangre”, indicó Ponce sobre la supuesta sangre en su ropa cuando fue apresada la sospechosa en la casa de su hermana.
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