Crimen y misterio. El seguimiento de celulares provocaría un giro en la causa de Fernando Pérez Algaba, el hombre descuartizado
Los teléfonos de sus dos exsocios se habrían activado en el mismo lugar que el móvil de la víctima, varias horas después de la última reunión declarada
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Al seguir el recorrido de los celulares de las últimas personas que vieron con vida a Fernando Pérez Algaba, los investigadores del homicidio descubrieron que la señal de ambos teléfonos se perdió en la zona de alcance de una antena instalada a un costado del Acceso Oeste, a la altura de Villa Tesei, partido de Hurlingham. Lo llamativo del caso fue que, junto a los celulares de Maximiliano Pilepich y Nahuel Vargas, también se activó en la misma zona el teléfono de Pérez Algaba, pese a que estos aseguraron en sus declaraciones que habían dejado al hombre conocido como Lechuga en General Rodríguez, varias horas antes. En ninguna de las declaraciones que hicieron como testigos ambos integrantes del entorno de la víctima, mencionaron haberse quedado con el celular de Pérez Algaba. Los dos exsocios de la víctima aseguraron que lo dejaron en el emprendimiento inmobiliario de General Rodríguez y que antes le pagaron US$ 60.000, que era la última cuota de la deuda de US$ 150.0000 que mantenían con la víctima.
Tanto Pilepich como Vargas coincidieron en que Pérez Algaba lo único que les entregó fue la camioneta Range Rover blanca que utilizó desde el 13 de julio pasado cuando llegó a la Argentina, procedente de Barcelona.
Los celulares de Pilepich y Vargas impactaron en la misma, a la misma hora y en la misma zona que el teléfono de Pérez Algaba cuando, según declararon, la víctima se había quedado en General Rodríguez, donde lo pasarían a buscar.
Según pudo saber LA NACION de fuentes oficiales, la “última actividad real del teléfono celular de Pérez Algaba se realiza a las 2.58 del 19 de julio pasado; en ese momento se activa una celda situada en la zona de Hurlingham. Luego de eso, hay un ´silencio´ que se interrumpe cuando recibe una llamada, a las 10.12, que no se concreta”. Ese momento es el inicio de una secuencia de llamadas que no se concretan.
Pilepich, que no está imputado ni acusado, afirmó que le mandó un mensaje a Perez Algaba el 19 de julio, a las 4. En el Ministerio Público de Lomas de Zamora, investigan si, en ese momento, los celulares de Pilepich, Vargas y Pérez Algaba, estaban juntos.
En esa línea también se avanza con la declaración de una testigo de identidad reservada. “Maxi me cagó, estoy yendo para el campo”. Corría la tarde del martes 18 de julio cuando Fernando Pérez Algaba, hablaba por teléfono con una persona de su círculo íntimo. Por “Maxi” se refería a su amigo Pilepich, y por “campo” lo hacía por un terreno en General Rodríguez que loteaban para llevar adelante un emprendimiento inmobiliario. La víctima habría llegado al encuentro acompañado con Vargas en una camioneta Land Rover propiedad de Pilepich. Fue lo último que se supo de él hasta que su cadáver, por partes, apareció en un arroyo de Lomas de Zamora. El trader fue asesinado a balazos.
La afirmación de “Maxi me cagó, estoy yendo al campo” pertenece a una testigo de identidad reservada que declaró la semana pasada ante el fiscal Marcelo Domínguez, funcionario judicial a cargo de la investigación del homicidio de Pérez Algaba, de 41 años. Se trató de una conversación telefónica.
Por otro lado, se sabe que los asesinos de Pérez Algaba se movilizaron con tranquilidad por el conurbano. Demolieron la casa en la que lo mataron, en General Rodríguez, e hicieron desaparecer los escombros. Después descuartizaron el cuerpo y lo descartaron en la zona de Ingeniero Budge.
Cinco días después del hallazgo de cadáver en distintos lugares, cercanos a la feria La Salada, abandonaron a Cooper, la mascota de la víctima, en Villa Lugano. Ninguno de esos traslados y movimientos se hubieran realizado sin la protección de un grupo de efectivos de la fuerza de seguridad bonaerense.
El bulldog francés fue hallado el mismo día que uno de los exsocios del operador financiero de un sector de la barra brava de Boca concurrió a la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de Lomas de Zamora para entregar la camioneta Range Rover blanca que Pérez Algaba utilizó entre el 13 de julio cuando llegó a la Argentina, desde Barcelona, hasta que lo vieron con vida por última vez, el 18 de julio pasado.
Según declaró el vecino que encontró la mascota de la víctima, los efectivos de la Dirección Departamental de Investigaciones (DDI) de Lomas de Zamora que concurrieron al edificio de Villa Lugano estaban de civil, no usaban el uniforme y llevaban puestas camperas con el escudo de Boca.
Ese mismo día otro testigo manifestó que “personas que se identificaron como personal de la DDI, llegaron a su casa e interrogaron al encargado del edificio, le hicieron preguntas y le advirtieron que si no colaboraba lo meterían preso”. Este testigo presentó dos pedidos de hábeas corpus ante un juzgado federal de Morón y solicitó que se requieran las cámaras de seguridad del edificio en el que vive su familia y del barrio privado en el que tiene una casa.
“El 5 de agosto, a las 10.15, recibí un llamado del encargado de seguridad del barrio en el que tengo mi domicilio, quien me informó que, en la puerta, había dos hombres que se identificaron como integrantes de la DDI de Merlo y realizaron preguntas sobre mí. Preguntaron por datos de filiación y mis costumbres y horarios”, expresó el testigo en su denuncia.
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