Crimen y horror: prisión perpetua por el homicidio de una niña a la que hallaron desnutrida y abusada
Un tribunal de San Isidro condenó a la pena máxima a la madre de la víctima y a su pareja; el jefe del Cuerpo Médico de la Policía Científica, Federico Corasaniti, sostuvo en el juicio que la menor, “menos de arma de fuego, tenía todas las lesiones”; policías y funcionarios de vasta experiencia lloraban al conocer detalles del sufrimiento de la nena
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Federico Corasaniti es jefe del Cuerpo Médico Forense de la policía bonaerense en el Departamento Judicial de San Isidro. Desde 2008 participó en más de 2500 autopsias. Fue el último testigo en un juicio en el que tuvo que hablar sobre una de esas necropsias en particular. Lo que dijo fue contundente y estremecedor: “No puedo olvidar ese hecho. Es raro que los médicos forenses recordemos peritajes. Sucede por trascendencia mediática o como en este caso, por la escena. La niña era un tratado de lesionología [sic]. Menos de arma de fuego, tenía todas las lesiones”.
Cuando Corasaniti, ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N°3 de San Isidro, decía que “no podía olvidar ese hecho” hacía referencia al homicidio de Emma L., una niña de cinco años que murió desnutrida, abusada, golpeada y con más de 100 lesiones, entre otras, quemaduras hechas con cigarrillos.
Anteayer, los jueces Verónica Di Tommaso, Maximiliano Savarino y Pablo Rolón condenaron a la pena de prisión perpetua a Fernanda Navarro, madre de Emma, y a su pareja, Sebastián Ávalos. Los encontraron culpables de homicidio agravado por ensañamiento -en carácter de coautora-, que a su vez se agrava por el vínculo que concurre en forma real con el de abuso sexual agravado por acceso carnal, calificado por haber sido cometido por el encargado de la guarda y por haberse aprovechado de la situación de conviviente con un menor de 18 años.
Navarro, en el caso del delito de abuso sexual, fue considerada partícipe necesaria; Ávalos fue señalado como el autor del espeluznante hecho, según se desprende del fallo, al que tuvo acceso LA NACION. En el debate, el Ministerio Público estuvo representado por el fiscal Diego Callegari, que también estuvo a cargo de la instrucción de la causa.
Emma murió el 5 de agosto de 2018 a las 20.30 en la casa donde vivía, en Don Torcuato, Tigre. Su madre, según fuentes judiciales, llamó al 911 la madrugada del día siguiente, ocho horas después del fallecimiento de su hija.
“La niña no tenía mala nutrición, sino que tenía un estado de desnutrición aguda, que impacta en retardos en la talla, o alteraciones óseas; no tenía tejido adiposo, prácticamente. Una vez que la desvestí, verificamos un estado de adelgazamiento extremo. Para los cinco años, un infante debería medir de un metro a metro y veinte, y pesar entre 18 y 25 kilos”, sostuvo Corasaniti. El peso de Emma era de tan solo de diez kilos y medio.
Cuando el fiscal Callegari le preguntó si Emma habría sufrido, el médico forense fue contundente: “Sufrir queda corto. No encuentro un calificativo. Ha tenido un enorme sufrimiento físico y psicológico. Un verdadero calvario. Estaba completamente por debajo de los estándares normales del crecimiento”.
Los que presenciaron las audiencias del juicio, que comenzó el 4 de este mes en el edificio central de los Tribunales de San Isidro, no recuerdan audiencias donde testigos, funcionarios judiciales y agentes del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) estuviesen al borde del llanto cuando se revelaban detalles del sufrimiento de la víctima.
“Fue un debate duro. Pocas veces he visto que policías de vasta experiencia se quebraran emocionalmente en declaraciones testimoniales”, afirmó a LA NACION un funcionario judicial que participó del debate.
En el juicio declaró como testigo el comisario de la policía bonaerense Mauricio Derudi. En parte de su exposición, el jefe policial recordó que en la casa donde vivían la víctima y los acusados había un perro de raza pitbull que “estaba mejor cuidado y alimentado que la niña”.
Cuando indagó a Navarro, el fiscal Callegari le preguntó cuál había sido el peor episodio de su vida. La madre de la niña respondió: “Conocer a Ávalos”. Acto seguido, el representante del Ministerio Público la interrogó sobre el segundo peor suceso vivido. La respuesta fue “la violación” [de la que habría sido víctima] en Tucumán, cuando era joven. El acusador insistió, pero la mujer hizo silencio. No hizo referencia al calvario de su hija, que sufrió “lesiones por cigarrillos, cortes, planchazos y le sacaran cabello, que también perdía por la desnutrición”, según el veredicto.
Navarro, que el 23 de diciembre próximo cumplirá 33 años, es una “persona gélida, a quien no le interesa nada”, según informes psicológicos y un estudio psiquiátrico que citaron los jueces en el fallo.
“Me tomé el trabajo de agregar las planillas que dan cuenta que [la madre de la víctima] cobraba la Asignación Universal por Hijo (AUH) respecto de Emma. La AUH busca proteger al entorno familiar y evitar la vulneración social, fomentando entre otras cosas la escolarización y atención médica de los menores. Nada se hizo. Ni las vacunas [recibió la niña]”, sostuvo el fiscal Callegari en el debate.
En su alegato, el representante del Ministerio Público, calificó el hecho como “aberrante” y que el único refugio para la niña era dormir. “Estuvo peor que en un campo de concentración”, según el veredicto.
Funcionarios judiciales resaltaron el trabajo hecho por personal de Estación de Policía de Tigre, al mando del comisario inspector Luca Borge y de los médicos forenses que participaron de la causa, que ayer tuvo su veredicto.
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