Crimen probado, pero sin cuerpo. Pena máxima por el homicidio de la maestra y trabajadora sexual en Córdoba
Para la Justicia, Santiago Campos Matos asesinó a Anahí Bulnes, la descuartizó e hizo desaparecer su cuerpo; las pruebas de ADN, las cámaras de la zona y las búsquedas en su computadora lo condenaron
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CÓRDOBA.- Santiago Campos Matos fue condenado a prisión perpetua por homicidio calificado por mediar violencia de género. La víctima fue Anahí Bulnes, una maestra de 36 años que desapareció el 5 de diciembre de 2022 y cuyo cuerpo nunca apareció. Aquella noche ambos tuvieron un encuentro sexual a cambio de dinero. Las pruebas de ADN, las imágenes de cámaras de seguridad y registros en la computadora del acusado fueron clave para convencer al jurado popular.
El proceso se llevó adelante en la Cámara Sexta del Crimen, integrada por los jueces Enrique Buteler, Pablo Brandan Molina y Mónica Traballini. El juicio se extendió por siete audiencias, en las que se presentaron diversos archivos fílmicos, resultados de peritajes y declaraciones. Los peritos oficiales indicaron que el acusado tiene “rasgos sádicos perversos con características psicopáticas”, aunque puede “comprender y dirigir sus acciones”.
El fiscal de Cámara, Fernando Palma, y su adjunta Eugenia Pérez Moreno pidieron prisión perpetua. Al hacer uso del derecho de decir sus últimas palabras, Campos Matos se refirió a las “pruebas producidas”. Desde el tribunal le plantearon que eso debería haberlo observado en el momento de la defensa. “No quiero decir nada más”, cerró, entonces.
Cuando declaró en el juicio rechazó ser el responsable del crimen, aunque confirmó que sí tuvo un encuentro con Bulnes. Declaró que en la noche del 4 de diciembre de 2022 conoció a Bulnes cuando ella ofrecía servicios sexuales y él iba a comprar drogas. La invitó a subir a su departamento. “Los dos consumimos sustancias y ella, después de ir al baño, se fue por las escaleras para irse a otro departamento del mismo edificio. A partir de ese momento no la vi más”, afirmó.
Las cámaras de seguridad de la zona muestran al victimario saliendo once veces de su domicilio cargando bolsas de residuos que después fueron arrojadas en un contenedor; todo entre el 5 y el 6 de diciembre de 2022. En las imágenes se percibe “la fuerza” que utilizaba para arrojarlas.
Los peritajes informáticos sobre su teléfono y su computadora personal también contradijeron su declaración: antes del crimen visitó sitios vinculados con la necrofilia. También esa madrugada bajó material y las búsquedas se cortaron después de las 9 de la mañana de ese 5 de diciembre, en el momento en que se lo vio por primera vez salir del departamento. Buscó durante toda la madrugada técnicas para descuartizar cuerpos.
En una comunicación con su expareja, le dijo: “Soy un maldito monstruo. Estoy donde tengo que estar, con asesinos y violadores”. Un fragmento de la llamada fue reproducido durante la audiencia.
La mujer declaró en el juicio y contó: “Días después de que desapareció la chica, él tenía una lesión en la mano. Fue a mi casa para arreglar con quién iban a pasar Navidad las nenas porque yo a veces hago guardias, y me dijo que le viera la mano”. Sobre ese punto afirmó que parecía “una lesión punzante. Me preguntó si estaba infectada o no, y le pregunté qué le había pasado. Me dijo que lo habían intentado asaltar y se había defendido”.
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