Crimen organizado en Rosario. Dos jefes narcos presos en Ezeiza aparecen como los ideólogos del plan “narcoterrorista”
Tras 30 allanamientos en los que fueron detenidos seis sospechosos, los investigadores avanzaron sobre los presuntos autores de la serie de homicidios que provocaron pánico en Rosario a principios de marzo
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ROSARIO. “Esto fue coordinado. Se conformó un grupo criminal para llevar adelante los atentados”, aseguró el fiscal Adrián Spelta en una conferencia de prensa, luego de los 30 allanamientos y las seis detenciones de los presuntos autores materiales y organizadores de los cuatro homicidios que se sucedieron a principios de marzo y que provocaron un fuerte impacto en la ciudad, que quedó durante varios días paralizada y motivó a que el Gobierno envíe un refuerzo de efectivos federales.
Como autores intelectuales aparecen, según altas fuentes del gobierno, dos jefes narcos que están presos en el penal de Ezeiza: Esteban Lindor Alvarado y Claudio “Morocho” Mansilla, los peligrosos delincuentes que hace un año planearon fugarse de esa cárcel en un helicóptero.
El equipo de fiscales que investigó este caso fue muy cauto a la hora de dar detalles sobre los detenidos y sus posibles roles. Fue clave para que avanzara la investigación la detención del menor de 15 años, acusado de ser el asesino de Bruno Bussanich, el empleado de la estación de servicio al que habría ejecutado el 9 de marzo pasado. En esta serie de allanamientos, en los que participaron unos 300 efectivos, según detalló el ministro de Seguridad de Santa Fe, Pablo Cococcioni, se secuestró la ropa que usó el joven durante el homicidio en la estación de servicio Puma, donde quedó registrado por las cámaras.
Spelta dijo que en la audiencia que se realizará el martes esperan delinear parte del plan que se usó para generar conmoción en Rosario a partir de los atentados y los cuatro homicidios. La hipótesis más firme que se maneja es que esta cadena de ataques fueron una reacción a las políticas carcelarias que aplicó el gobernador de Santa Fe Maximiliano Pullaro después de asumir, cuando el 12 de diciembre se empezaron a aplicar una serie de controles y restricciones a los presos de alto perfil de la cárcel de Piñero, que está ubicada a unos 25 kilómetros de Rosario. El primer hecho de la saga comenzó el 2 de marzo, cuando fue atacado a balazos un ómnibus que trasladaba guardiacárceles.
Los allanamientos que se realizaron durante la madrugada, en medio de un fuerte despliegue en el que participaron agentes de la Tropa de Operaciones Especiales (TOE) y de la Policía de Investigaciones (PDI), se realizaron en domicilios que estarían vinculados a un sector criminal cercano a Esteban Alvarado, preso actualmente en el penal de Ezeiza con prisión perpetua.
Este jefe narco aparece en la trama a partir de que entre los detenidos se encuentra gente que tributaba al Morocho Mansilla, quien se fugó en 2021 del penal de Piñero tras un ataque comando. Fue recapturado once meses después y la Justicia decidió trasladarlo a la cárcel de Ezeiza, donde tenía previsto participar con Alvarado de un plan de fuga más impactante: escapar con un helicóptero, algo que no pudo concretar porque el piloto delató al jefe narco.
En el Gobierno evalúan que si las evidencias en la Justicia son sólidas pedirán el aislamiento total de Alvarado y de Mansilla, ambos están alojados en Ezeiza. La principal hipótesis que se maneja en la investigación es que los jefes narcos pasaban información sobre los ataques a través de las visitas íntimas, que no están restringidas en el régimen actual. Este martes se realizaron requisas en el penal de Ezeiza y en el de Piñero, según confirmó el fiscal.
¿Sin “unidad”?
Hasta ahora no aparece en la investigación que haya una acción conjunta entre distintas bandas que antes eran antagónicas, como conjeturaban en el gobierno a partir de información que había surgido dentro de las cárceles. “Creemos que hicieron correr esa información de manera intencionada”, planteó una alta fuente, que aclaró que aún no se descarta esa estrategia. Pero sí la coordinación fue entre Alvarado, Mansilla y Alejandro Núñez, conocido como Chucky Monedita, un sicario de peso.
Alvarado tiene una inquina particular contra Pullaro desde que durante la gestión del actual gobernador como ministro de Seguridad de Santa Fe fue detenido en febrero de 2019 en un camping en Río Tercero, que era el lugar donde se escondía. A partir de su caída empezaron a surgir investigaciones en el fuero provincial y federal que lo llevaron otra vez a la cárcel. Luego mandó a matar a varios testigos que declararon en su contra, como Carlos Argüelles, un amigo desde su juventud.
En el Ministerio de Seguridad de la Nación celebraron los “avances fundamentales” en la investigación. Plantearon que “se está trabajando fuertemente para hallar a los responsables de los crímenes que sembraron terror en la sociedad”.
“El Estado está unido, somos más fuertes que cualquier organización criminal y vamos a llegar a los responsables”, planteó Pullaro en las redes sociales. “Los santafesinos y el país deben saber que no hay impunidad. Hoy dimos un paso adelante importante y sabemos que falta mucho por hacer en la lucha contra las mafias”, sostuvo.
Los 30 allanamientos en diversos puntos de Rosario se llevaron adelante bajo estricta reserva. El objetivo era dar con los acusados de los crímenes de los taxistas Héctor Figueroa y Diego Celentano, del colectivero de la línea K Marcos Daloia y de Bussanich. Además, existieron otros hechos vinculados a estos homicidios, como la balacera contra la comisaría 12a., contra un colectivo de la línea 122 y el incendio de un taxi.
Los gobiernos provincial y el nacional calificaron estos hechos como “narcoterrorismo”. Y ensayaron luego varias medidas para lograr que la población vuelva a despojarse del miedo, después del impacto que provocaron estas muertes. Fueron víctimas elegidas al azar para causar la sensación en la gente de que cualquiera podía ser blanco de una ejecución.
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y el gobernador de Santa Fe acordaron la creación de un comité de crisis para intervenir en el tema. Y llegaron a Rosario unos 450 efectivos de las cuatro fuerzas federales, a los que se sumaron camionetas y colectivos del Ejército, además de dos helicópteros que todo el tiempo patrullan desde aire.
30 allanamientos en Rosario con resultados importantes por causas de terrorismo. Quiero destacar el profesionalismo de nuestra policía y el compromiso de los fiscales.
— Maximiliano Pullaro (@maxipullaro) April 9, 2024
El Estado está unido, somos más fuertes que cualquier organización criminal y vamos a llegar a los… pic.twitter.com/85tIocASDT
Rosario atraviesa un escenario novedoso y particular. Una instancia que no tiene antecedentes. El problema no es la cantidad de casos de violencia, como sucedió a lo largo de la última década, sino el tipo de acción que llevan adelante los grupos criminales. Y está ahí puesta la preocupación del gobierno, porque se confirmó que hubo acciones coordinadas para generar un estado de pánico. El análisis que hacen en el gobierno es que se buscó golpear la confianza de la gente en esta nueva gestión provincial, que se planteó como prioridad bajar la violencia.
Este nuevo capítulo genera no solo preocupación, sino cierto desconcierto sobre dónde puede golpear la próxima vez el crimen organizado. En el gobierno provincial no descartan que se produzcan nuevos hechos que provoquen más conmoción. Pero repiten que no van a retroceder con las medidas que tomaron en las cárceles, que precedieron a la seguidilla de ataques.
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