Crimen de Fernando Báez Sosa. "Necesitamos que la Justicia actúe para tener un poquito de paz", dijeron los padres antes de ir al cementerio
LA NACION
Basta mirar los ojos que se asoman por arriba del tapabocas para percibir el dolor que embarga a los padres de Fernando Báez Sosa. Hace exactamente un año, Graciela y Silvino se encontraban en Villa Gesell para reconocer el cuerpo de su hijo. Una decena de jóvenes lo había matado a golpes y patadas a la salida de un boliche.
"Necesitamos que la Justicia actúe para tener un poquito de paz y de tranquilidad", decían esta mañana, casi en tono de ruego, los consternados padres. En minutos más, partirían al cementerio para besar la tumba de Fernando, para "conversar en silencio" con él, como contó Graciela. "Deseamos que sea una Justicia ejemplar y que sea perpetua, que se cumpla la pena", resaltó la mujer.
Al ser consultada sobre si esperan el pedido de disculpas de los jóvenes involucrados o de sus familias, Graciela fue tajante. Entre lágrimas, la mujer contestó: ¿Para qué lo van a hacer? Nada me va a devolver a mi hijo. Estamos muy doloridos, no necesitamos un dolor más".
La ciudad de Villa Gesell, donde ocurrió el brutal asesinato de Báez Sosa, hoy será epicentro de otros dos encuentros conmemorativos por el crimen del joven: uno de ellos convocado para las 19 frente al boliche Le Brique y el otro una misa que se llevará a cabo a las 20 en la parroquia Inmaculada Concepción, en avenida Buenos Aires y Paseo 101.
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