Crimen en San Isidro: prisión perpetua para el delincuente que ahorcó a un programador y después lo tiró a una pileta
Los jueces Alberto Ortolani, Gonzalo Aquino y Sebastián Urquijo condenaron a Mauricio Fernández que, durante un robo, asesinó a Federico Sáenz en su casa de Boulogne
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Domingo. Día del Padre. Casi mediodía. La médica María Laura Martínez lavaba su camioneta en su casa de Boulogne, en San Isidro, cuando fue sorprendida por un delincuente, Mauricio Fernández. Todo, después, sucedió en cuestión de pocos minutos. Su novio, Federico Sáenz, un programador de 41 años, fue asesinado. El ladrón, para poder concretar el robo, lo ahorcó con un cable HDMI y, después, lo arrojó a la pileta. A casi 18 meses del crimen, ocurrido el 19 de junio del año pasado, el homicida, de 31 años, fue condenado a la pena de prisión perpetua.
Así lo resolvió ayer el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 1 de San Isidro, a cargo del juicio. Los jueces Alberto Ortolani, Gonzalo Aquino y Sebastián Urquijo encontraron culpable a Fernández del delito de homicidio criminis causae (matar para lograr la impunidad), robo agravado por escalamiento en tentativa y privación ilegítima de la libertad agravada por violencia, todos en concurso real, según informaron a LA NACION fuentes judiciales.
Antes del veredicto, el homicida, representado por la defensora oficial María Eugenia Nigro, pidió piedad y misericordia. “Yo de todo corazón, de verdad, yo le pido disculpas. Nunca quise matar nadie yo. Jamás pensé en matar una persona, yo le pido misericordia, señor piedad, por favor. Ayúdeme, son muchos años, la cosa está muy difícil, tengo tres hijos, pero que son todo ellos. Por favor, se lo pido”.
En el debate, una de las testigos principales fue la novia de la víctima, quien recordó el trágico mediodía del crimen. Declaró quebrada y, por momentos, entre lágrimas. “Estaba lavando la camioneta, pero adentro de mi casa [en el patio delantero], con todas las cosas cerradas, las puertas de afuera, todo cerrado y en eso me doy vuelta y aparece el señor que salta por una valla y yo le empiezo a gritar ´¿qué hacía ahí?´, ´que salga de mi casa´. Justo la puerta de entrada estaba entreabierta, porque mi novio estaba desayunando con mis sobrinas, que estaban en un cuarto al fondo. Entonces yo cuando se mete por la puerta y le grito a mi novio que se había metido alguien. Entonces, se mueve hasta el medio del living y ahí lo tira al piso y lo ató las manos por atrás y lo arrastró hasta el jardín”, sostuvo Martínez.
La médica afirmó que su novio no se resistió. Que tenían dinero guardado por si entraban a robar. Era la primera vez que las sobrinas de la pareja que, en ese momento, tenían 8 y 10 años, se habían quedado a dormir en la casa de sus tíos.
Martínez pudo salir de la casa y fue hasta la garita de seguridad para avisar del robo y pedir que llamaran a la policía. Según la médica, el ladrón, en un momento, fue hasta la habitación donde estaban sus sobrinas y les espetó: …´Quédense quietas acá, que yo vengo a robar una bicicleta´”.
Martínez regresó a su casa y fue golpeada por el delincuente. La novia de la víctima, después de recordar el momento en que llegó la policía, relató el desgarrador momento en que “
“Escuché cómo la policía le decía [al delincuente] que deje el arma. Entonces yo entro en mi casa con más policías y fui directo al cuarto donde estaban las nenas y les pregunté si estaba bien. Después empecé a llamar a Federico. Nada, lo llamé, lo llamé y en eso voy a salir al jardín. Cuando vamos a abrir la reja, abrimos la ventana y la reja estaba llena de cables que daban un montón de vueltas, tardamos bastante. Lo único que en ese momento vi era una campera que estaba en la pileta. Pensé que era que él se había sacado la campera y había saltado la casa de algún vecino para escapar. En ese momento me acerqué a la pileta y… era Fer. Lo saqué arrastrando. Un policía me ayudó a arrastrarlo. Soy médica, soy neonatóloga. Mi trabajo es salvar gente, ¿No? Lo sacamos de la de la pileta. Y le traté de hacer maniobras de RCP. Ahí nos dimos cuenta de que tenía un cable en el cuello, como con doble vuelta, que no lo podíamos soltar. Entonces yo les avisé a los policías que fueran a buscar una tijera y les dije más o menos dónde estaba, pero como no la encontraban, la fui a buscar yo. Cuando volvimos le empezamos a hacer respiración boca a boca y el policía que estaba al lado mío le hacía masajes cardiacos. Después llegó la ambulancia y no respondía. Y ahí me dijeron que estaba muerto. Ya sabía”.
En la sentencia, el juez Urquijo definió el momento del relato de Martínez como “un calvario”. Martínez definió a su novio como “la persona más buena que había en el universo, la más buena que conocía”.
Antes de terminar su relato, la médica sostuvo: “Nosotros no habíamos podido tener hijos. Estábamos averiguando para iniciar los trámites de adopción. Nada… como que me faltó Fede y me arruino la vida y quizás también se le arruinó la vida a algunos hermanitos, porque iban a ser un par de hermanitos, de esos que nadie quiere adoptar porque son grandecitos. Lo mató a Fede, pero me arruino la vida a mí, a la familia, a todos y a más también”.
La pena dictada por los jueces fue la que había solicitado el representante del Ministerio Público Fiscal, Sergio Szyldergemejn.
Según informó la agencia de noticias Télam, con la última reforma que hubo en 2017 del artículo 14 del Código Penal, Fernández no tiene la posibilidad de pedir la libertad condicional por haber sido condenado por un homicidio agravado y la prisión perpetua equivale a pasar 50 años en la cárcel, es decir, que recién podría llegar a recuperar la libertad cuando en 2072 tenga 80 años.
Los abogados del particular damnificado, Felipe Roncoroni y Antonio Roncoroni, también habían pedido la misma pena y habían solicitado sumar el agravante de la alevosía y declarar a Fernández reincidente, pero los jueces no hicieron lugar.
“El imputado, con la finalidad de consumar y asegurar los resultados del delito de robo que se encontraba desarrollando y con la inequívoca intención de causar la muerte de Sáenz, procedió a colocar alrededor de su cuello un cable HDMI anudándolo por detrás, ejerciendo fuerza sobre el mismo hasta lograr conforme su propósito, quitarle la vida. La muerte se produjo como consecuencia de la asfixia por estrangulamiento a lazo. Luego de que la víctima muriera, Fernández arrojó el cuerpo a la pileta”, explicaron los jueces en la sentencia, a la que tuvo acceso LA NACION.
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