Crimen en San Isidro. Los investigadores siguen la pista de la venta de las armas robadas tras el asesinato del empresario De Marco
Los ladrones habría obtenido, al menos, 16.000.000 de pesos por las comercialización de las pistolas y fusiles que almacenada la víctima en su casa
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“Fuimos creciendo como el dólar blue, escapándole a la sirena azul. Jajaja”, escribió, el 20 de enero pasado, en su cuenta de Instagram, un adolescente de 17 años al que los investigadores identifican como B. B. El posteo estaba acompañado de una fotografía de un grupo de amigos en la puerta de un conocido boliche de la zona oeste del conurbano. Uno de los muchachos mostraba un fajo de billete de dólares. Pero la suerte de B. B. terminó y ya no pudo escapar de la “sirena azul”. En las últimas horas fue detenido por detectives de la policía bonaerense en la villa La Cava, en Beccar. Habría sido parte de la denominada “banda del millón”, acusada de matar a golpes a Jorge Enrique De Marco, vecino de Las Lomas. Por sus manos habrían pasado las armas que le robaron a la víctima, entre ellas dos fusiles, y que, pocas horas después, habrían sido vendidas en 16.000.000 de pesos.
Así lo informaron a LA NACION calificadas fuentes judiciales. B. B intentó escapar cuando los detectives de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de San Isidro y personal de la Superintendencia de Seguridad Región AMBA Norte I irrumpieron en la casa donde estaba oculto. Abrió una ventana y se tiró, pero no pudo ir muy lejos antes de ser detenido.
En una de las paredes de la casa donde fue arrestado ese sospechoso, los investigadores encontraron una hoja con una anotación escrita a mano que replicaba una frase que se había hecho famosa en 2006, cuando un texto similar fue abandonado por los ladrones del denominado Robo del Siglo, el millonario atraco al Banco Río de Acassuso, también en San Isidro: “En barrio de ricachones sin armas y sin rencores, es solo plata y no amores”.
En las últimas horas, el fiscal general adjunto de San Isidro, Patricio Ferrari, y la fiscal Carolina Asprella, a cargo del Área Criminal, indagaron a los sospechosos detenidos en horas de la madruga de anteayer.
Según fuentes judiciales, Kevin Leites Acuña, de 18 años, confesó su participación en el plan criminal. Sostuvo haber ido a la casa de la víctima, en San José 86, en Lomas, en San Isidro, en bicicleta y que, junto con el resto de la banda, ingresó a las 4 del 14 de este mes por una ventana de la planta alta.
Afirmó que al ser sorprendido, De Marco efectuó un disparo con una de sus armas, pero que sus cómplices lograron reducirlo. Él, por su parte, dijo que se había quedado en el parque como “campana”.
Sostuvo ese joven detenido que las armas las llevaron en un remise hasta La Cava y que después fueron llevadas a Moreno y José C. Paz.
Confirmó la sospecha de los detectives judiciales y policiales, quienes estimaban que el golpe no había sido al voleo, sino que hubo una inteligencia previa y que ese rol lo cumplió Francisco Gaitano cuando trabajó como jardinero en una casa vecina y que fue el quién marcó, finalmente, el objetivo de la banda.
Gaitano se negó a declarar. El tercer detenido en ser indagado por Ferrari y Asprella fue Juan Pablo López, alias Pipi, quien habría recibido dinero por “aguantar” a los prófugos en su casa y por haber tenido en su poder las armas robadas que después fueron vendidas.
“López intentó desligarse y dijo que no sabía que los jóvenes que estuvieron en su casa eran buscados por la policía, a pesar de que Leites Acuña se afeitó y se tiño el cabello para cambiar su fisionomía”, explicó una fuente al tanto de la indagatoria.
Los investigadores continúan con la investigación para ubicar al prófugo de la causa, que sería hermano del jardinero.
A De Marco lo mataron en horas de la madrugada del 14 de este mes. Los ladrones lo sorprendieron cuando dormía en su habitación de la planta alta y le fracturaron dos costillas, lesión que le produjo un neumotórax y una broncoaspiración. Tenía 65 años y vivía solo en una casa situada en San José 86, en Lomas de San Isidro.
El primer detenido que tuvo la causa fue Rubén López, un chofer de remise de 70 años. Ese hombre fue a buscar a los sospechosos a la casa de la víctima. El viaje fue pedido por la novia de uno de los delincuentes que lo acompañó en el auto. Cuando fue indagado por el delito de encubrimiento agravado sostuvo que no conocía a los cuatro acusados del crimen y agregó que para él fue un viaje más.
Cuando el fiscal le consultó cuándo se enteró de lo que había pasado en la casa de la calle San José 86, el remisero le respondió que fue durante la tarde de ese jueves 14. “Pensé en el viaje que había hecho y nada”, agregó. Sobre el final de la indagatoria, le preguntaron: “¿Por qué no se presentó ante la autoridad al conocer lo que había pasado?”, y su respuesta fue: “Porque no sabía que los chicos habían hecho eso”
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