Crimen en San Isidro. En medio de la tormenta, detuvieron a cuatro sospechosos por el asesinato del empresario y rescatista de animales
Se trata de dos de los presuntos miembros de “la banda del millón” que el jueves pasado mataron a golpes a Jorge Enrique De Marco en su casa de la calle San José 86, en Las Lomas, de la novia de uno de los miembros del clan que los fue a buscar a la zona en un remise y de un hombre que escondió en Moreno a otros dos implicados; un sospechoso logró escapar durante el operativo policial y el otro sigue prófugo
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La policía bonaerense detuvo en las últimas horas a tres presuntos integrantes de la banda que asesinó la semana pasada a Jorge Enrique De Marco, empresario inmobiliario también dedicado al rescate y protección de animales, muerto a golpes al resistirse a un robo dentro de su casa en Las Lomas de San Isidro, frente al Jockey Club. Esos tres y los dos sospechosos que todavía siguen prófugos tienen entre 18 y 22 años. También fue arrestado un hombre de 42 años por haber escondido en su casa de Moreno a dos de los imputados, uno de los cuales fue apresado y el otro consiguió escapar de la policía en medio del temporal de la madrugada.
Las detenciones se produjeron poco antes de que familiares y amigos de De Marco, encabezados por su pareja, la abogada Susana Dascalaki, se concentraran frente al Concejo Deliberante para reclamar medidas que devuelvan la seguridad a los habitantes del distrito. Poco antes del mediodía de hoy ingresaron en el recinto legislativo.
Calificadas fuentes de la investigación confiaron a LA NACION que el primero de los aprehendidos fue Sharon Lucero Silva, la joven de 19 años que está acusada como partícipe secundaria del crimen por haber sido quien fue a buscar en un remise a su novio, Thiago Sandoval, alias “Polli”, y al resto de la llamada “banda del millón” la madrugada del jueves 14 de marzo pasado. Los voceros precisaron que Lucero Silva se presentó acompañada por su abogada defensora en la Fiscalía General de San Isidro luego de que personal de la Superintendencia AMBA Norte y de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de San Isidro convenciera a la familia de la sospechosa de que se entregara, ya que la acusaban de ser partícipe secundaria de homicidio criminis causae, que es aquel que se comete para ocultar un delito previo o para intentar garantizar su consumación e impunidad.
Les mostraron las poderosas pruebas en su contra, entre ellas, la constancia de los llamados que le hizo el Polli inmediatamente después del crimen y antes de que ella fuera a buscarlos a Sandoval y a dos de sus tres secuaces en un remise conducido por un hombre de 70 años que fue el primer detenido por el caso. Según explicaron fuentes judiciales, la joven habría admitido parcialmente su participación en la trama criminal –concretamente, haber ido a “rescatar” a su novio y los secuaces a la escena del crimen en el remise– y habría aportado diversos elementos que resultaron importantes para avanzar con la pesquisa.
Luego, la policía realizó varios allanamientos de emergencia en el barrio de La Cava, en Beccar, donde viven Lucero Silva y el resto de los sospechosos. Así se procedió a la detención de Francisco Miguel Gaitano, de 23 años, que según se informó trabajaba desde hacía dos meses como jardinero a dos casas de distancia de la de la víctima, situada en San José 86; el joven posee antecedentes por robo a mano armada y cumplió condena de dos años de prisión siendo menor imputable y salió en libertad condicional en 2019. Se sospecha que, mientras podaba y cortaba el pasto en el barrio, hizo las tareas de inteligencia previas al golpe.
Luego, y con asistencia del fiscal general adjunto de San Isidro Patricio Ferrari, que trabaja activamente en la pesquisa, los efectivos policiales arrestaron en un domicilio situado en Doctor Tornú y Manuel de Pinazo, en la localidad de Cuartel V, de Moreno, a Kevin Leites Acuña.
Este joven de 18 años que tiene domicilio en La Cava, como el resto de los sospechosos, estaba con un cómplice, identificado inicialmente como “Martincito”; al advertir la presencia uniformada, saltaron desde la planta alta de una vivienda hacia la propiedad lindera, desde donde salieron a la carrera. Los efectivos consiguieron atrapar a Leites Acuña, que se había afeitado la barba y se había platinado el pelo en un intento de cambiar su fisonomía y despistar a sus potenciales perseguidores.
En tanto, Martincito –finalmente se precisó que es Martín Gaitano, el hermano menor del jardinero, de 18 años– logró escapar a través de los descampados de la zona, en medio de un fuerte temporal. Se presume que gracias a los pastizales altos, y a que el lugar se convirtió en un barrial, pudo mantenerse escondido y evadir, por el momento, el cerco policial.
Horas después fue aprehendido Juan Pablo López, de 42 años. Conocido como Pipi, este hombre es quien aportó la casa de Cuartel V en la que estaban escondidos Leites Acuña y Martincito Gaitano.
Por ahora, parece una mera casualidad. Pero el primer detenido del caso también se apellida como Pipi: Rubén Armando López, el remisero de 70 años que fue a buscar a los cuatro integrantes de la “banda del millón” junto con la novia del Polli Sandoval en el Renault 19 que hacía dos semanas había comprado su hijo, para quien trabajaba.
El domingo pasado, al ser indagado por los fiscales Ferrari y Carolina Asprella, el remisero negó tener conocimiento tanto de la actividad de los pasajeros a los que llevó en el Renault como de lo que había ocurrido en el imponente chalet de De Marco, en San José y Obispo Terrero, a media cuadra de donde levantó a los jóvenes minutos después del homicidio.
En su declaración como acusado –en la que está relevado de la obligación de decir verdad y tiene derecho a no autoincriminarse– López explicó que a las 4.30 del 14 de marzo una joven (a la que dijo no conocer) se presentó en la remisería en la que él estaba de turno y contrató un viaje hasta la llamada “rotonda del caballo”, en Márquez y Rolón. Ya en marcha, la chica le dijo que harían una escala en la calle San José para levantar a tres chicos; uno se subió adelante y los otros dos se sentaron atrás con la adolescente, y luego se bajaron en Clark y Riobamba, casi en el ingreso a La Cava. Les cobró 3000 pesos por el servicio, que pagó el pasajero que iba junto a él, afirmó el imputado. Afirmó que, para él, “fue un viaje más”, y aseguró que “no sabía que los chicos habían hecho eso”, es decir, el brutal homicidio en ocasión de robo.
En el cruce de Riobamba y Clark, justamente, tenía registrado su domicilio el jardinero Gaitano, informaron fuentes policiales. En las últimas horas se realizó un allanamiento en una vivienda de Riobamba y Clark donde, según los investigadores, la banda se dividió el botín obtenido en la casa de De Marco: un bolso lleno de armas de fuego, tanto largas como de puño. El empresario inmobiliario, además de amante de los animales, a los que rescataba de las calles para curarlos y cuidarlos hasta conseguirles un nuevo hogar –para lo cual fundó y presidió el Centro de Prevención de Crueldad al Animal (CPCA)–, era aficionado a las armas.
La pareja de la víctima, la abogada Susana Dascalaki, no estuvo en la casa la madrugada del crimen; solía quedarse allí los fines de semana, y durante la semana iba a su propio departamento, en la capital, por una cuestión de comodidad laboral. La mujer supone que los delincuentes habrían ingresado a través de un lote vacío –propiedad de De Marco, que vivía de rentas– que lindaba con el terreno de la vivienda. “Primero barretearon la ventana del dormitorio de la planta baja y no pudieron ingresar. Después subieron a la terraza e ingresaron por una ventana. El dormitorio de Jorge tenía una ventana balcón –que es donde impactó la bala que habría disparado el empresario en su intento por defenderse de los intrusos– y una ventana más chica. Calculo que al ser un día de tormenta habrá abierto la ventana un poco y se habrá quedado dormido. Ese era el único acceso y la única posibilidad que tenían” los delincuentes de irrumpir en la casona, precisó. El mosquitero de esa ventana fue encontrado corrido por los policías que intervinieron tras el descubrimiento del crimen.
De Marco había sido piloto comercial, instructor de tiro en los Estados Unidos, donde había competido en torneos de tiro práctico y deportivo, era coleccionista de armas, iba al polígono a disparar dos veces por semana y, por razones de seguridad, tenía distribuidas un arma en cada ambiente de su enorme casona, incluida una pistola que siempre tenía debajo de su almohada.
“Portaba armas desde muy joven de forma legal. Hace unos años, cuando cambió el gobierno, le quitaron la portación, y para nosotros era muy importante porque con la ONG participábamos de allanamientos y de delitos muy complejos”, explicó y agregó: “Él quedó muy dolido por esa situación, pero en cada ambiente de su domicilio había un arma, él decía: ‘Entran acá y no salen’. La casa era muy segura, tenía vidrios dobles y alarma. El único lugar en que no había alarma era en su dormitorio para poder movilizarse, pero es cierto que dormía con un arma bajo su cuerpo”.
Dascalaki afirmó que la seguridad en San Isidro está en franca degradación. “San Isidro antes era otra realidad; era un lugar seguro, un lugar en el que podíamos caminar por el centro”, pero en la última década la situación “cambió rotundamente”, lamentó la semana pasada, en un reportaje radial. Sobre Las Lomas y la zona aledaña al Hipódromo, específicamente, dijo: “Este era un barrio muy tranquilo, de vecinos que se conocían. Pero en este último tiempo, la casa de Jorge era a la única a la que no habían ingresado. Todos habían padecido una o dos entraderas de la misma magnitud, con el mismo modus operandi. Esa zona tranquila de casas hermosas se convirtió en cercos electrificados, alarmas, vigilancia y cámaras”.
“Antes de morir, Jorge pagó todos los servicios y los vencimientos de ABL y de ARBA (que venían con un aumento del 500%) y no le dieron ni siquiera seguridad. Yo quiero que el gobernador Kicillof responda por esto. Quiero pedirle a la Casa del Pueblo, que es el Concejo Deliberante de San Isidro; al nuevo intendente, Ramón Lanús; a Patricia Bullrich, que lo apoyó durante la campaña, que instalen de vuelta a la Gendarmería, que nos den seguridad y que esto no vuelva a pasar en San Isidro”, concluyó.
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