Crimen en Núñez: prisión perpetua para las dos jóvenes que mataron de 22 puñaladas a su víctima, un hombre de 74 años que les pagaba por sexo
El homicidio ocurrió el 10 de mayo de 2021; las dos condenadas huyeron de la escena del ataque con 48.000 pesos, armas y un teléfono celular
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La víctima y las dos jóvenes, que acaban de ser condenadas a la pena de prisión perpetua, se conocieron cuando ellas vendían medias por las calles de Núñez y él, un hombre de 74 años, viudo y padre de tres hijos, volvía de jugar al tenis en River Plate. Tuvieron varios encuentros donde él les daba dinero, comida y bebidas alcohólicas a cambio de tener relaciones sexuales. Pero, abruptamente, la relación terminó en un crimen. Él fue apuñalado y estrangulado. Las sospechosas, Rocío Barreto Vera y Ariana Domínguez, fueron encontradas culpables de homicidio doblemente agravado por haber sido cometido con ensañamiento y para facilitar, consumar otro delito y procurar su impunidad, en concurso ideal con el delito de robo con armas.
Así lo informaron a LA NACION calificadas fuentes judiciales. La condena fue impuesta por el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) porteño N° 20, integrado por los jueces Patricia Mallo, Adolfo Calvete y Diego Leif Guardia. En el juicio, el Ministerio Público Fiscal estuvo representado por Carlos Gamallo y la querella por los abogados Hernán Mirasole y Diego Encina. Mañana se conocerán los fundamentos de la sentencia.
El homicidio de Adrián Muñoz, de 74 años, ocurrió el 10 de mayo de 2021 en su departamento, situado en Ciudad de la Paz al 3300, en Núñez. El cuerpo de la víctima fue encontrado por uno de sus nietos con dos cuchillos clavados en la espalda.
“Las acusadas, para vencer la resistencia que podría oponerles un hombre como Muñoz, quien se encontraba en buen estado físico, lo golpearon fuerte en la cabeza, más precisamente en la zona de la frente, lo que provocó que no pudiera resistir la agresión que se avecinaba. De esta manera, de forma mancomunada, Domínguez y Barreto Vera hicieron uso del cinturón de la bata de salida de baño celeste y se lo colocaron en el cuello a fin de provocar su asfixia. Sumado a ello, con auxilio de dos cuchillos y un serrucho con mango de madera, comenzaron a asestarle puñaladas y lesiones en diferentes partes del cuerpo con el claro fin de quitarle la vida”, afirmó el juez Alberto Baños, en junio de 2021, cuando procesó a las dos acusadas.
Barreto Vera ahora tiene 22 años y Domínguez 21. Ambas están detenidas en la cárcel de mujeres de Ezeiza. Antes de ingresar en el edificio donde vivía la víctima, las dos jóvenes y Muñoz fueron hasta un quiosco de Juana Azurduy al 2500, donde compraron una gaseosa. Así lo registraron las cámaras de seguridad del comercio y de la zona.
“Una vez en el interior de la vivienda del segundo piso, departamento A, las acusadas se encontraron con la mesa dispuesta para tres comensales. Mientras colocaban música en volumen alto, bebieron whisky con gaseosa”, explicó el juez Baños en la citada resolución. Eran las 19.30 del 10 de mayo de 2021.
El género de música elegida esa tarde fue trap, según recordó una vecina de la víctima que declaró como testigo. El brutal ataque habría sido después de las 20.30, porque a esa hora fue la última vez que la víctima leyó uno de los mensajes de Wahtsapp enviado por uno de sus hijos.
Las acusadas estuvieron en la escena del crimen hasta las 22 del 10 de mayo de 2021. Antes de irse con su botín, que la víctima tenía para pagar una entrega de provoletas que después vendía en diferentes restaurantes, abrieron la ducha del baño. Su salida del edificio quedó registrada por las cámaras de seguridad.
El botín de las asesinas, según el expediente judicial, fue de 48.000 pesos, el teléfono celular y armas que tenía en su casa la víctima.
Según declaró uno de los hijos de Muñoz, en el departamento de su padre había revólver antiguo calibre 38, un revólver calibre 22 y una escopeta antigua del año 1950 de caza. También, las asesinas se habría llevado ropa y raquetas de tenis de primera marca.
En su momento, las dos sospechosas fueron identificadas después de un trabajo hecho entre el equipo de trabajo del fiscal José María Campagnoli, el juez, la Secretaría de Investigaciones Penales (SIPE) de la Unidad Fiscal Especializada en Investigación Criminal Compleja (Ufecri), detectives de la Policía de la Ciudad y especialistas de la División Individualización Criminal de la Policía Federal Argentina (PFA).
La pista que puso a los investigadores tras la huella de las sospechosas surgió con una filmación que registró a Muñoz cuando, el día del crimen, ingresó en el edificio acompañado por dos jóvenes mujeres. Esas mismas quedaron grabadas cuando se fueron de la escena del crimen.
Pero pronto, los detectives policiales y judiciales tuvieron más información aportada por la tecnología, como las filmaciones de una cámara de seguridad de un quiosco situado en Juana Azurduy al 2500, donde la víctima fue a comprar una gaseosa acompañada de dos jóvenes, cuyos rostros, a pesar de los barbijos, quedaron registrados.
Una de las muchachas llevaba puesto un buzo negro, calzaba zapatillas deportivas negras y tenía en sus manos una bolsa de plástico. La otra vestía un buzo rosa.
“Una vestimenta similar [por el buzo rosa] tenía la persona que estaba sentada al lado de Muñoz cuando el vehículo de la víctima fue registrado por el lector de patentes del gobierno porteño al ingresar, el día del homicidio, a la ciudad de Buenos Aires desde el conurbano”, explicó una fuente del caso.
Los investigadores suponen que Muñoz había ido a La Matanza a buscar a las dos jóvenes que, con el correr de la investigación, se convirtieron en sospechosas del homicidio.
A las pruebas fílmicas, los investigadores le sumaron una fotografía aportada por Reinaldo Muñoz, hermano de la víctima, que vive en España. Se trataba de una imagen de una joven que, según contó el testigo, había comenzado una relación con Muñoz.
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