Crimen en la Uatre: un sicario narco, detrás del asesinato que expuso la lucha por el poder gremial
Los investigadores lograron establecer los movimientos del hombre que disparó contra el chofer de un dirigente gremial
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COLÓN, Buenos Aires.– Pablo Ansaloni, exdiputado nacional y actual candidato a secretario general de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (Uatre), rompió la rutina el viernes 19 del actual. Estaba en actividades de campaña en Misiones y no podía cumplir con el rito de viajar con sus dos hijos desde la ciudad de Buenos Aires a esta localidad bonaerense, de donde es oriundo. Su pareja le pidió a Mauricio Cordara, hombre de confianza en el gremio, que a veces hacía de chofer, que llevara a Gino, de 17 años, y su hermana Greta, de 21, a esta ciudad de 40.000 habitantes.
Cuando llegaron cerca de las 17.30 a la casa del sindicalista en calle 20, entre 43 y 44, en Colón, apareció un sicario detrás de unas palmeras, que en solo cuatro segundos desenfundó una pistola calibre 380 y ejecutó a Cordara, que estaba de espaldas al asesino, junto al hijo de Ansaloni, que ante el estupor atinó a levantar las manos, salir corriendo y cruzar de vereda. Los siete balazos mataron al chofer en el acto, pero la principal hipótesis que aparece en la investigación es que hubo un error: el ataque estaba dirigido contra el candidato a secretario general de la Uatre.
Quién ordenó el crimen es aún un misterio. Pero hay certezas de que el sicario llegó a Colón 40 minutos antes de cometer el homicidio y esperó en la esquina a que el VW Vento de Ansaloni estacionara en la puerta. Tenía todo planeado. El asesino viajó desde Rosario -según el registro de las cámaras- en un Palio rojo, que conducía un cómplice, y regresó a esa ciudad después de cometer el asesinato, por el que se presume habría cobrado. La sospecha es que el asesino formaría parte de la mano de obra violenta de las organizaciones criminales que manejan el narcotráfico en Rosario y que -como se investigó en varias causas- cobran por matar o realizar acciones violentas.
Las dos hipótesis más fuertes que aparecen en la causa que investiga la fiscal de Colón Magdalena Brandt apuntan a que el destinatario del ataque era el exdiputado nacional y actual candidato a secretario general en el gremio de la Uatre, y se plantea que un sicario de Rosario llevó adelante el crimen, pero mató a la persona equivocada.
Por primera vez desde 1991 competirán dos listas por la conducción del sindicato de peones rurales que hasta 2017 tuvo como líder absoluto a Gerónimo Venegas, quien falleció ese año. Ansaloni, hombre cercano al ministro de Economía Sergio Massa, es el candidato por la lista Celeste. Disputará las riendas del sindicato a José Voytenco, quien denunció a su rival por manejos irregulares en la obra social. El día del asesinato en Colón, Voytenco compartió un acto con el gobernador bonaerense Axel Kicillof, cuya relación la tejió el exintendente de San Pedro Cecilio Salazar, otro dirigente histórico del gremio.
La segunda hipótesis es que para atentar contra el vicepresidente de la obra social Osprera contrataron a un sicario rosarino que se equivocó de blanco. El auto que utilizó el asesino está siendo buscado en Rosario. En el momento del crimen el vehículo tenía una chapa patente que pertenecía a un auto similar. La matrícula AB938CH fue robada el 30 de agosto pasado a otro Fiat Palio en Monte Grande, cabecera del partido de Esteban Echeverría. Un interrogante que surge es porqué el sicario no usó un auto sustraído en Rosario.
El Fiat Palio rojo, que trasladaba al asesino, arribó a Colón por la ruta 50, después de atravesar las localidades santafesinas de Bigand y Alcorta –donde fue captado por las cámaras de seguridad-. El regreso habría sido similar. Incluso, según los registros, el auto que trasladaba al sicario se cruzó en Colón con la ambulancia que iba a atender a la víctima.
En marzo de 2018 tres sicarios rosarinos fueron a matar al sindicalista de la Unión Obrera de la Construcción (Uocra) Julio Galván, que era la mano derecha de Carlos Vergara, interventor del gremio en La Plata. Los asesinos hirieron de gravedad a Galván, y mataron a su sobrino Juan Garcilazo. La investigación terminó con tres jóvenes detenidos que están sospechados de integrar la barra brava de Rosario Central. Se mantenían en contacto en un grupo de WhatsApp bajo el nombre “banda canalla”. La investigación nunca avanzó sobre los autores intelectuales, sino que se redujo a la detención de los rústicos autores materiales que vivían en el barrio La Tablada, en el sur de Rosario, que equivocaron el blanco.
En octubre pasado ocurrió un hecho similar en el marco del conflicto interno del sindicato de Camioneros de Santa Fe. La Justicia identificó al titular de la línea de celular por el que hablaba el supuesto sicario al ofrecer a Juan Chulich, dirigente que juega para Hugo Moyano en Santa Fe, atentar contra el gremio que encabeza el secretario general del sindicato de Camioneros en esta provincia, Sergio Aladio, que se enfrenta desde 2016 al exlíder de la CGT. Un supuesto sicario llamó al dirigente camionero, según la investigación, para ofrecerle sus “servicios”. “Bajá la moneda” lo “cagamos a tiros al toque”, advertía un joven desde la cárcel de Piñero.
Tensiones internas
La sospecha más fuerte en la investigación es que el asesinato de Cordara está relacionado con la fuerte tensión interna que hay en la Uatre de cara a las elecciones que se realizarán en Bahía Blanca el próximo 21 de diciembre. Por ahora no hay nadie detenido ni acusado. Los investigadores no descartan otros posibles móviles, incluso, aquellos que están vinculados al entorno de la víctima, que tenía un hermano que era policía santafesino, o cuestiones por “pasionales”.
La fiscal Brandt ordenó el miércoles pasado que la Policía Federal allanara las sedes del gremio de la Uatre, la ART del sindicato y la obra social Osprera, donde cumplían funciones en el tercer piso tanto Ansaloni, como Cordara, que era empleado de esa entidad desde 2007. En el edificio de la Uatre, ubicado en Reconquista 630, la PFA secuestró dos teléfonos y documentación. El allanamiento se produjo cerca de las 17, cuando estaba desierto.
Voytenco, el secretario general, no se encontraba en el edificio. Por las redes sociales y también por algunos medios de comunicación empezó a circular la versión de que el secretario general de la Uatre y su abogado en la entidad Marcelo Urban estaban prófugos. Pero no había ninguna orden de captura –según confirmó la nacion en la Justicia- para el dirigente gremial, oriundo de Chaco, que al otro día se reunió con el titular de la Sociedad Rural Argentina, Nicolás Pino, para negociar una reapertura de las paritarias.
Voytenco se puso a disposición de la Justicia y negó de plano la versión que circulaba de que tenía pedido de captura. Lo hizo por la red social Twitter. Ansaloni, en un comunicado que difundió el mismo día, aseguró que el ataque sicario contra su chofer estaba dirigido a él. “El atentado que se llevó la vida de Mauricio estaba dirigido a Pablo Miguel Ansaloni, conductor de nuestra agrupación y candidato a secretario general de la Uatre por la lista Celeste Renovación y Lealtad”, señaló el documento.
Desde ambos sectores en pugna comenzaron a agitar versiones sobre el móvil del crimen de Cordara para perjudicar a la lista contraria. La elección en el gremio de la Uatre trae aparejado fricciones desde hace tiempo, cuando Ansaloni y Voytenco decidieron enfrentarse por el manejo de un gremio que administra –como publicó la nacion- fondos por $600 millones mensuales mientras que su obra social tiene una caja de $2800 millones.
El sindicato de peones rurales fue conducido desde 1992 por Gerónimo “Momo” Venegas, que pasó a manejar un año después la obra social, luego de que el entonces presidente Carlos Menem transformara por decreto el Instituto de Servicios Sociales para las Actividades Rurales y Afines en la actual Osprera. Venegas manejó sin disidencias el gremio y la obra social hasta su muerte, el 26 de junio de 2017.
La muerte de Venegas, que había creado el partido FE en 2013, le sirvió a Ansaloni para llegar a ser diputado nacional por Cambiemos. Ocupó ese lugar en la Cámara baja porque Ramón Ayala, quien había sucedido a Venegas en la Uatre, cargaba con algunas desprolijidades sobre sus espaldas, que no representaban una amenaza en el gremio, pero sí en el Congreso de la Nación. Ayala falleció tras contraer Covid en octubre de 2020 y el manejo del sindicato quedó en manos de Voytenco, un dirigente chaqueño, mientras que la obra social quedó a cargo de Ansaloni, que en 2019 formó bloque propio con otros siete legisladores del interior, se fue de Juntos por el Cambio, y a se acercó al massismo.
Antecedente de peleas
Las tensiones por la conducción del gremio se agudizaron en los últimos meses. En el congreso de la Uatre que se realizó en septiembre en Parque Norte se produjeron incidentes, que incluyó golpes y agresiones con gas pimienta. Voytenco logró adelantar las elecciones para el 21 de diciembre, a pesar de la negativa del Ministerio de Trabajo, pero con el aval de la Justicia Federal de La Pampa. A su vez, Voytenco logró desplazar al sector de Ansaloni del manejo de la obra social.
La Uatre es una entidad sindical que maneja una caja millonaria con una particularidad: se estima que siete de cada diez trabajadores del sector rural están en negro. El mayor ingreso de la Uatre no proviene de los aportes de los 400.000 afiliados activos, sino del Renatre que se nutre de un porcentaje de las ventas de cada paquete de cigarrillos –por el Fondo Especial del Tabaco- y que este año le reportaría ingresos por $1290 millones, según publicó la nacion.
El crimen del chofer de Ansaloni agita aún más la grieta dentro de la Uatre y abre un interrogante sobre el futuro de la elección en el gremio, que tendrá como escenario la ciudad de Bahía Blanca. Allí se realizará la asamblea donde los congresales definirán el futuro de una entidad con el enigma sobre quién mató a Mauricio Cordara.
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