Crimen en el country: un rollo de tanza de 100 metros podría ser la clave para resolver uno de los misterios en el homicidio del ingeniero
Roberto Eduardo Wolfenson Band tenía 71 y fue asesinado en su casa de La Delfina, en Pilar; la familia solicitará más medidas de prueba
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Una nueva pista llama la atención a los investigadores del asesinato de Roberto Wolfenson Band, asesinado en su casa, ubicada en el country La Delfina, en Pilar. Fuentes con acceso al expediente confirmaron a LA NACION que la pareja de la víctima llamó hoy a la fiscalía para comunicar el hallazgo de un rollo de 100 metros de tanza de nylon transparente. Ese elemento fue encontrado en el lavadero de la vivienda donde el pasado viernes fue estrangulado Wolfenson Band, lugar donde también aparecieron dos guantes plásticos que la mujer -que hace 18 años convivía con el ingeniero electrónico- no había visto antes en el hogar. Tras la comunicación, la Policía Científica fue al barrio privado para analizar ese rollo.
Según la data de muerte estimada en la autopsia, a Roberto Eduardo Wolfenson Band lo mataron después de las 13 del viernes pasado. Sin embargo, los investigadores se focalizaron en un dato: vestía la misma ropa con la que un día antes lo había visto su empleada doméstica. Ni el jueves ni 24 horas después se registraron visitas para la propiedad del lote 498, a pesar de que el hombre de 71 años le había dicho a su dependiente que le dejara preparado un cuarto porque iba a recibir a alguien, que no le especificó. Es un hecho que a las 17 del viernes llegó su profesor de piano, para la clase habitual, y en ese momento lo encontraron muerto.
¿El asesino estaba dentro del barrio privado y sabía que su “presa” estaba sola? El o la homicida se llevaron el teléfono celular de la víctima, una pieza clave para reconstruir sus últimas comunicaciones y para precisar hasta qué hora estuvo con vida. Pero de la escena del crimen también desapareció un parlante potenciado. ¿Fue un robo o un simple intento para desviar la investigación sobre el móvil del homicidio?
Esos son algunos de los puntos oscuros que los detectives que siguen el caso intentan develar desde que se conoció que Wolfenson Band no había sufrido un infarto, como sostuvo inicialmente el médico legista que llegó a la casa de la víctima, sino que había sido asesinado.
La desaparición de un parlante con conexión bluetooth de la casa de la víctima se conoció después de la declaración testimonial de la pareja del ingeniero asesinado. También faltaría una almohada de la escena del crimen, una de las dos habitaciones que solían usar las visitas que eventualmente se quedaban a dormir.
“Nadie va a matar para robar un parlante”, sostuvo a LA NACION una fuente con acceso a la investigación. En la casa había una caja fuerte de la que no faltó nada, según declaró la pareja de la víctima. Además, no había nada revuelto. Por eso, en un primer momento, los investigadores descartaron el móvil del robo como hipótesis del homicidio.
No obstante, voceros judiciales y policiales ratificaron a la agencia de noticias Télam que “por ahora no se descarta ninguna hipótesis, incluso, la de un robo”.
Los hijos de la víctima piensan que el móvil del crimen puede estribar en motivaciones económicas. Así se deduce de las medidas de prueba solicitadas por el abogado que los representa, Tomás Farini Duggan.
El letrado solicitó al Ministerio Público Fiscal que se le pida al Colegio de Escribanos tanto de la Capital Federal como de la provincia de Buenos Aires que se informe si existió en los últimos meses alguna modificación de los testamentos firmados por la víctima. A Wolfenson Band le sobreviven dos hijos de su primer matrimonio, un varón y una mujer. La actual pareja de la víctima tiene, a su vez, dos hijos. De hecho, la mujer estaba de visita en la casa de la hija cuando el viernes, entre las 17 y las 18, la llamaron para avisarle que el ingeniero no respondía a los llamados a la puerta del profesor que había llegado para darle su habitual clase de piano.
Farini Duggan también pidió que se investigue si hubo movimientos sospechosos de las cuentas bancarias del ingeniero asesinado, sobre todo porque el homicida pudo haber ingresado en el home banking o en alguna billetera virtual desde el teléfono celular de Wolfenson Band.
En las próximas horas, según pudo saber LA NACION, Farini Duggan presentará la solicitud para que se concreten otras medidas de prueba.
La familia entregó a los investigadores –el fiscal de Pilar Germán Camafreita y detectives de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de San Isidro– las dos computadoras que solía utilizar el ingeniero electrónico para que sean sometidas a peritajes.
Según la autopsia, el ingeniero eléctrico fue ahorcado con un elemento fino. Los investigadores suponen que se trató de una soga o de un cable. Otra de las revelaciones de la necropsia es que Wolfenson Band intentó defenderse; tenía lesiones en brazos y mano, además de un corte en la parte posterior del cuello.
Las lesiones descriptas por la médica forense Silvina Aguirre del Cuerpo Médico Forense (CMF) de Policía Científica de San Isidro, son “varios surcos de ahorcadura delgados, como si hubiera habido un ‘tira y afloje’, y lesiones de defensa, que también son compatibles con que la víctima luchó e intentó aflojarse el lazo con el que lo estrangulaban”.
En ese sentido, el protocolo de autopsia describe lesiones cortantes en la palma y en cuatro de los dedos de la mano izquierda que tienen entre 0,5 y 1 milímetro de profundidad.
Una fuente judicial citada por Télam reveló que la autopsia también detalla que “hay un corte grande en la nuca, de unos 7 centímetros de largo”, que ahora se investiga si fue producido por el mismo elemento fino y filoso con el que lo estrangularon o con otro tipo de elemento.
El cuerpo presentaba golpes en la cara, más precisamente en una ceja, la frente y hasta un corte en un pómulo, un fuerte golpe en la nariz y un corte interior producto de otro golpe en la boca, con una lesión en la parte interna de una de las mejillas.
El cuerpo de la víctima apareció tirado en el dormitorio de servicio, “boca arriba, contra un rincón y con la cabeza abajo de un radiador”.
Semejante saña llama la atención de los investigadores, habida cuenta de la ausencia de desorden en la casa. Por eso, aunque no descartan que Wolfenson Band hubiese sorprendido a un desconocido dentro de su casa y este, entonces, lo hubiese atacado antes de partir sin conseguir lo que buscaba, presumen que la víctima conocía a su victimario y que quizás el asesino sea alguien que vive o trabaja en el barrio cerrado.
Sobre el pantalón se encontró un largo cabello oscuro, del que se intentará extraer una huella de ADN.
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