Crimen en Almagro: pidieron 20 años de cárcel para “Camila”, la falsa clienta de un financista ejecutado de un balazo
Así lo solicitó en su alegato Darío Liurgo, abogado que representa a María Elba Cardozo, la madre de Carlos Walter Molina, la víctima; el letrado consideró a Julieta Lacivitta como coautora del homicidio
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La víctima, Walter Molina, la conoció como Camila. Se encontró con ella tres veces en un departamento del décimo piso de un edificio situado en la avenida Díaz Vélez al 3700, en Almagro, para hacer operaciones de compraventa de dólares. En la última cita, 19 de noviembre de 2021, el financista de 34 años llevó 1.000.000 de pesos. La joven quería cambiar dólares. Pero todo fue una trampa para robarle el dinero. Después de golpearlo, lo ejecutaron de un balazo en el pecho. Hoy, pidieron que Julieta Lacivitta, la falsa clienta, sea condenada a la pena de 20 años de cárcel por su participación en el crimen.
Así lo solicitó en su alegato ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) porteño N°12 Darío Liurgo, abogado que representa a María Elba Cardozo, la madre de la víctima. El letrado consideró a Lacivitta como coautora del homicidio en ocasión de robo.
Además, solicitó que la otra acusada que llegó a juicio, Estefanía Romero, sea condenada a la pena de 15 años de prisión al considerarla como partícipe necesaria de un homicidio en ocasion de robo.
Ante los jueces Darío Medina, Claudia Moscato y Luis Márquez, el abogado querellante afirmó quela falsa Camila quien, entre las 18 y las 18.06 del 19 de noviembre de 2021, le abrió las puertas del edificio y del departamento a Molina. A poco de ingresar en el inmueble, después de golpearlo y de robarle el dinero, el financista fue ejecutado. El tirador está prófugo.
En su alegato que duró 90 minutos, Liurgo explicó que Romero, en el plan criminal, aportó su automóvil. Además, sostuvo que el teléfono celular utilizado para comunicarse con la víctima estuvo en la casa de Romero.
El único prófugo del caso es Eduardo Ajalla Cabrera, alias Calabaza, pareja de Romero. El gobierno nacional ofrece una recompensa de 1.500.000 para quien aporte datos que permitan detener al sospechoso.
A Molina, según la investigación del fiscal Marcelo Munilla Lacasa, lo asesinaron de un tiro en el pecho entre las 18 y las 18.08 del 19 de noviembre de 2021. Poco después de ser golpeado, en cuanto entró en el 10° C de Díaz Vélez 3758, y tras una breve pelea donde intentó defenderse y resistirse al robo, recibió el disparo mortal.
El representante del Ministerio Público dio por probadas las dos operaciones de compraventa de dólares que había admitido Lacivitta, a la que la víctima había conocido como “Camila”, una supuesta cliente. “Con las primeras transacciones se pretendió generar una confianza con Molina”, sostuvo, durante la instrucción de la causa, el juez Fernando Caunedo.
El 7 de junio del año pasado, un día antes de que Caunedo elevara parte de la causa a juicio, Lacivitta pidió ampliar su declaración indagatoria y “aceptó haber intervenido en el cambio de divisas con el fallecido Molina en las dos primeras oportunidades, pero negó su presencia en el departamento el 19 de noviembre de 2021″, según el expediente judicial, al que tuvo acceso LA NACION.
El abogado defensor de Lacivitta, Marcelo Augusto Mottura, había pedido el sobreseimiento de la imputada al considerar que “los argumentos esgrimidos y que hacen las veces de plexo probatorio incriminante efectuados por el Ministerio Publico Fiscal y la querella son por demás insuficientes y carecen, por ello, de la fuerza legal concomitante como para, por ello, elevar las presentes actuaciones a juicio”.
Pero el magistrado de primera instancia rechazó el planteo de la defensa. “En definitiva, la argumentación del nuevo defensor, respaldado en el descargo que tardíamente realizó su asistida en la indagatoria de ayer [por el 7 de junio pasado], mientras el proceso atravesaba la etapa intermedia y se había estimado completa la instrucción, no aporta argumentos nuevos que no hayan sido ponderados antes, y de ninguna manera acredita la inocencia de su asistida como para justificar el cierre anormal en esta etapa intermedia, cuando la fiscalía y la querella han requerido la discusión del caso en un juicio oral y público, etapa sustancial del proceso penal, de acuerdo a las previsiones del legislador, y hay sospecha bastante de la intervención de la imputada en las operaciones de cambio de divisas con Molina que, en la tercera oportunidad, culminaron con su violento deceso”, sostuvo el juez Caunedo.
La línea telefónica utilizada por los delincuentes para comunicarse con la víctima fue activada el 10 de noviembre pasado y se utilizó por última vez nueve días después, el día del crimen.
Tras la activación de la citada línea telefónica, Molina recibió un mensaje de una persona que se presentó como Camila y lo consultó sobre cómo se manejaba para la operación de compra y venta de dólares. El financista daba cuenta de su actividad en las redes sociales.
“Se determinó que Camila fue personificada por Lacivitta. Se constató que los audios eran enviados por ella, y que mantuvo diversas conversaciones por WhatsApp con Molina, donde pedía cotizaciones para cambiar dólares por pesos”, según el expediente judicial.
Para el fiscal Munilla Lacasa y los detectives de la Policía de la Ciudad, no siempre fue Lacivitta quien se comunicó con el financista. Cuando los mensajes eran escritos, existe la posibilidad de que Calabaza o su mujer hayan utilizado la línea telefónica.
“Ese teléfono activó la celda que se encuentra frente al domicilio que comparte la pareja y pudimos constatar un patrón de movimiento coincidente entre ese abonado y el automóvil que se usó como medio de transporte u apoyo durante el homicidio”, se afirmó en la causa judicial.
El auto en cuestión, un Peugeot 208 blanco, está a nombre de la mujer de Ajalla Cabrera y el ahora prófugo tenía autorización para conducirlo. Coincidentemente, el vehículo, durante los tres encuentros de Molina con la falsa Camila, estuvo estacionado cerca del edificio de avenida Díaz Vélez 3758.
En las comunicaciones previas al homicidio, Camila le anticipó al cambista que quería vender 15.000 dólares. Pero Molina prefirió hacer la operación en dos veces.
Los delincuentes “pactaron un último encuentro, en donde ya sabían que lo iban a desapoderar de la suma de dinero que llevara Molina y, por algún motivo, los que participaron de ese encuentro lo mataron. Luego descartaron el teléfono y la línea telefónica”, según consta en la causa judicial.
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