Crimen en Almagro: a un año del homicidio de un financista juzgarán a dos mujeres y un barra está prófugo
Carlos Walter Molina, de 34 años, fue asesinado de un balazo en el pecho; había sido citado en un departamento para hacer una operación de compra-venta de dólares
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Hace un año y dos días, Carlos Walter Molina, de 34 años, fue asesinado de un tiro en el pecho. El crimen ocurrió en un departamento de Almagro, donde la víctima había acudido tras concretar una cita con una joven a la que conocía como Camila y que lo había contactado para cambiar 7500 dólares. Parte de la investigación está elevada a juicio con dos mujeres acusadas de haber participado del homicidio. Un tercer sospechoso, identificado por los investigadores como Eduardo Ajalla Cabrera, apodado Calabaza y considerado como el sicario que ejecutó al financista, está prófugo.
Así lo informaron a LA NACION calificadas fuentes judiciales. “A un año del crimen seguimos exigiendo justicia; nunca vamos a perder la esperanza de que eso suceda. Él no merece quedar en el olvido”, dijo a la agencia de noticias Télam Belén Pérez Orué, pareja de la víctima.
A Molina, según el expediente judicial, lo asesinaron de un tiro en el pecho entre las 18 y las 18.08 del 19 de noviembre pasado. El financista llegó puntual a su cita con aproximadamente un millón de pesos, pero apenas ingresó en el departamento 10° C del edificio situado en la avenida Díaz Vélez 3758, Almagro, fue sorprendido, golpeado y le robaron el dinero. Pocos segundos después, y tras una breve pelea donde intentó defenderse y resistirse al robo, recibió el disparo mortal.
Había hecho dos operaciones con la joven a la que conocía como Camila. Una semana antes del homicidio, esa supuesta clienta le había vendido 1200 dólares y, cinco días después, otros 3000.
“Con las primeras transacciones se pretendió generar una confianza con Molina”, sostuvo, en su momento, el juez Fernando Caunedo.
La investigación del homicidio está delegada en el fiscal en lo criminal y correccional porteño Marcelo Munilla Lacasa. El funcionario judicial, con la colaboración de la División Homicidios de la Policía de la Ciudad, continúa la búsqueda del barra conocido como Calabaza, pareja de una de las dos mujeres que serán juzgadas por el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 12.
Calabaza, según fuentes judiciales, también habría protagonizado una serie de violentos robos en locales gastronómicos.
Las dos mujeres que serán juzgadas por su presunta participación en el crimen de Molina fueron identificadas por fuentes judiciales como Julieta Lacivitta, de 31 años, y Estefanía Romero, de 38.
Según Télam, Lacivitta está detenida con prisión preventiva en la cárcel de Ezeiza. Romero gozaba de un arresto domiciliario.
“Romero había sido beneficiada con una falta de mérito que pude revertir en la Cámara y ahora está detenida con prisión domiciliaria y a la espera del juicio oral”, dijo a LA NACION el abogado Darío Liurgo, que representa a María Elba Cardozo, madre de la víctima.
La línea telefónica utilizada por los delincuentes para comunicarse con la víctima fue activada el 10 de noviembre pasado y se utilizó por última vez nueve días después, el día del crimen.
Tras la activación de la citada línea telefónica, Molina recibió un mensaje de una persona que se presentó como Camila y lo consultó sobre cómo se manejaba para la operación de compra y venta de dólares. El financista daba cuenta de su actividad en las redes sociales.
Los investigadores, según consta en el expediente judicial al que tuvo acceso LA NACION, determinaron que Camila fue personificada por Lacivitta. “Se constató que los audios eran enviados por ella, y que mantuvo diversas conversaciones por WhatsApp con Molina, donde pedía cotizaciones para cambiar dólares por pesos”, informaron fuentes judiciales.
Para el fiscal Munilla Lacasa y los detectives de la Policía de la Ciudad, no siempre fue Lacivitta quien se comunicó con el financista. Cuando los mensajes eran escritos, existe la posibilidad de que Calabaza o su mujer hayan utilizado la línea telefónica, informaron en su momento fuentes de la investigación.
“Ello, si tenemos en cuenta que ese teléfono activó la celda que se encuentra frente al domicilio que comparte la pareja y que pudimos constatar un patrón de movimiento coincidente entre ese abonado y el automóvil que se usó como medio de transporte u apoyo durante el homicidio”, se afirmó en la causa judicial.
El auto en cuestión, un Peugeot 208 blanco, está a nombre de la mujer de Calabaza y el sospechoso tiene autorización para conducirlo. Coincidentemente, el vehículo, durante los tres encuentros de Molina con Camila, estuvo estacionado cerca del edificio donde apareció muerta la víctima.
En las comunicaciones previas al homicidio, Camila le anticipó al cambista que quería vender 15.000 dólares. Pero Molina prefirió hacer la operación en dos veces.
“[Los sospechosos] pactaron un último encuentro, en donde ya sabían que lo iban a desapoderar [sic] de la suma de dinero que llevara Molina y, por algún motivo, los que participaron de ese encuentro lo mataron. Luego descartaron el teléfono y la línea telefónica”, según la causa judicial.
Según la operación de autopsia, Molina murió por el impacto de una bala calibre 9 milímetros, tras recibir varios golpes.
“Queremos que este hombre [por Calabaza] sea detenido, que pague por tanto daño que hizo. Nada puede calmar nuestro inmenso dolor, pero de esta forma podemos seguir tranquilas transitando nuestro duelo”, sostuvo a Télam, la pareja de la víctima Belén.
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