Crimen del policía. Investigan si el agresor tenía el tratamiento psiquiátrico adecuado
Después gritar que tenía que "hacer una ofrenda a los dioses",Rodrigo Roza, de 51 años, apuñaló y mató en la esquina del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) al inspector de la Policía Federal Argentina (PFA) Juan Pablo Roldán. El agresor murió pocas horas después como consecuencia de los disparos que hizo el uniformado en un vano intento de defensa. Un mes después, y con la víctima y el victimario muertos, la causa sigue abierta para intentar determinar el estado de salud del atacante, si su patología era un peligro para sí o para terceros y si hubiese sido necesaria una internación previa, lo que hubiera evitado el fatal desenlace.
Así lo informaron a LA NACION fuentes judiciales. La jueza en lo criminal y correccional porteña Alejandra Provítola, a cargo de la investigación, resolvió que, para avanzar en la cuestión, se realice un amplio y completo informe médico sobre la salud de Roza.
Entre otras cuestiones, Provítola quiere determinar cuál era el estado de salud psicofísico de Roza previo a su muerte; conocer si el tratamiento que recibía era el adecuado para la patología que sufría, "corroborar la existencia de riesgo cierto e inminente para sí o para terceros" e "informar si la internación resultaba necesaria".
Como informó LA NACION oportunamente, pocas horas después del suceso ocurrido la tarde del 28 del mes pasado, la madre de Roza, Marta Jáuregui, presentó un escrito donde describió un brote psicótico que había sufrido su hijo días antes y las llamadas que le había hecho al psiquiatra para pedirle que lo internara o que le prescribiera un tratamiento adecuado a la recaída de su delicado estado psiquiátrico.
Según Jáuregui, solo recibieron como respuesta que "la situación está encaminada" y un compromiso del psiquiatra para continuar "la cuestión" al día siguiente. Pero no hubo oportunidad de seguir el tratamiento porque, 24 horas después, Roza atacó a Roldán y resultaba gravemente herido. Más tarde, él también falleció.
Además del escrito de Jáuregui, en la causa declaró el hermano del agresor, Gonzalo Roza, que explicó las patologías que padecía a Rodrigo y la medicación que le habían recetado.
Según documentación que presentó su familia, el agresor sufría un trastorno esquizofrénico de tipo paranoide con ideas persecutorias, delirios místicos e incapacidad psíquica.
En la resolución que demandó hacer el detallado "informe médico", la jueza explicó que, si bien víctima y victimario terminaron muertos -lo que extingue la acción penal en relación con ellos-, tiene la obligación de avanzar en la investigación para resolver todas las aristas, sobre todo por la "existencia subyacente" de una enfermedad psiquiátrica o patología o estado de conmoción o afección del agresor.
En conclusión, antes de cerrar la causa, la jueza Provítola cree necesario esclarecer el estado de salud de Roza para determinar responsabilidades.
Enajenación
Roldán, de 33 años y padre de un niño de cuatro, integraba el Cuerpo de Policía Montada de la PFA. El día de los trágicos hechos estaba en funciones. Según sus compañeros que declararon como testigos, todo comenzó cuando Roza, armado con un cuchillo, llegó al predio que la fuerza tiene Figueroa Alcorta y Cavia, y comenzó a gritar y amenazar.
"Te tengo que ofrendar ante los dioses","Te estoy hablando en serio. Tengo un cuchillo de carnicero y tu alma está designada", fue lo primero que dijo Roza cuando se paró frente a los puestos de guardia del Cuerpo de Policía Montada.
Después de recibir las primeras amenazas, uno de los agentes se comunicó por radio con sus superiores. Un oficial se acercó al lugar del conflicto. Roza, que vivió un par de años en Canadá, no se tranquilizó. Al contrario, se dirigió al uniformado que acababa de llegar y, mientras exhibía el cuchillo, gritaba: "A vos también te voy a matar. Sus almas van a ir al infierno".
Ante la atónita mirada de los uniformados, Roza caminó unos 100 metros hacia el puesto de control 1, en Figueroa Alcorta y Scalabrini Ortiz, para después volver sobre sus pasos y arrojar un ave muerta. Luego continuó su trayecto hacia Cavia.
Durante su caminata, según pudo saber LA NACION de fuentes del caso, Roza habría amenazado a cuanto peatón pasó a su lado. Ante esta situación se presentaron el inspector Roldán y un compañero, ambos de la Policía Montada. Los uniformados vieron cómo el hombre armado con un cuchillo se dirigía por Figueroa Alcorta en dirección a San Martín de Tours.
Roza se detuvo en la puerta del restaurante de sushi Dashi del Palacio Alcorta, donde decenas clientes disfrutaban de la soleada tarde primaveral en las mesas ubicadas en la vereda. Comenzó a proferir frases desordenadas relacionadas con Dios, el sol y el universo.
Mientras hablaba y miraba al cielo, como en una prédica, llegaron Roldán y uno de sus compañeros, el agente Fernando Obes. La intención de los uniformados era identificar al hombre armado y evitar que agrediera a alguna de las personas que estaban en la zona.
Roldán y Obes trataron de acercarse a Roza, pero fueron amenazados. "Me voy a cargar a uno. ¿Quién va a ser el primero?", llegó a gritar el agresor, según reconstruyeron los investigadores a partir de los testimonios de testigos. En ese momento, sacó un cuchillo que tenía guardado en la mochila.
La secuencia del ataque fue filmada por las cámaras de seguridad de la zona. En las imágenes se pudo observar que Roldán fue el primero de los policías en enfrentarse a Roza. Quedaron frente a frente. En ese momento ya había llegado una oficial de la Policía de la Ciudad de la Comisaría Vecinal 14C, que se quedó detrás del agresor.
Mientras Roza continuaba con su actitud amenazante, los uniformados retrocedieron. Pero Roldán no pudo evitar ser alcanzado por la cuchilla de su agresor. Uno de los lances lo hirió de muerte, pero antes de caer en el asfalto gravemente herido, alcanzó a efectuar cuatro disparos con su arma reglamentaria, una pistola Bersa nueve milímetros.
Hoy, un mes después del crimen, en la escena del homicidio, la ministra de Seguridad de la Nación, Sabina Frederic, y el vicejefe de Gobierno, a cargo del Ministerio de Seguridad porteño, Diego Santilli,descubrieron de una placa en homenaje a Roldán.
"Estamos para honrar la memoria de Juan Pablo Roldán, quien demostró su valentía, su compromiso y su capacidad de servicio, y dejó su vida en pos de bien común", dijo Frederic.
Por su parte, Santilli afirmó: "Juan Pablo Roldán, un eterno agradecimiento por lo que hiciste, por dar la vida por los demás, y también a toda la fuerza policial. Siempre vamos a estar ahí respaldándolos. Gracias por el esfuerzo que hacen todos los días".
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