Crimen del colectivero: qué dijeron un pasajero y la esposa del policía que se tiroteó con los asesinos
Los testigos relataron que los asaltantes le dispararon “por nada” a Daniel Barrientos; desmintieron, a su vez, que un vehículo haya cruzado a la unidad de la línea 620
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Faltaban pocos minutos para las 5 de la madrugada del pasado lunes cuando Guillermo y un vecino suyo, un efectivo de la Policía de la Ciudad, subieron a una unidad de la línea 620 en el barrio Vernazza de la localidad de Virrey del Pino, La Matanza, con destino a sus respectivos trabajos. No sabían que serían testigos directos del crimen del chofer Daniel Barrientos, de 55 años. “Lo mataron por nada”, se lamentaron ambos vecinos, que viven en el municipio.
A días del hecho Guillermo, empleado en una empresa de limpieza en el centro porteño, recordó en diálogo con Radio con Vos el violento episodio. Apenas dos paradas después de que el hombre se subiera al micro que conducía Barrientos, un par de hombres encapuchados, con armas exhibidas, ascendió al colectivo al grito de “¡están robados, están robados! ¡Entreguen todo, bolsos y celulares!”.
“Cuando vi las armas me tire al piso y me puse las manos en la nuca”, relató uno de los vecinos. Segundos después, oyó dos disparos que en ese momento no supo qué destino habían tenido. El hombre permaneció en esa posición casi todo el tiempo. Apenas alcanzó a ver el auto que en la esquina esperaba a los ladrones una vez que emprendieron la huida.
“Vi un coche que estaba esperándolos [a los delincuentes] y ahí mi vecino [el efectivo de la Policía de la Ciudad] empezó a tirarles y creo que hirió a uno, pero bueno, hasta que no se terminaron los tiros no me quería levantar del piso”, recordó el testigo, quien además aseguró que ese vehículo en ningún momento cruzó al chofer para detenerlo, algo que habían declarado tanto el gobernador Axel Kicillof como el ministro de Seguridad, Sergio Berni, quien tras el crimen fue atacado por colectiveros en una manifestación convocada por el caso.
“Le dispararon por nada porque el colectivero no hizo nada, no hizo ningún movimiento brusco”, agregó e indicó: “Estamos cansados, no se puede vivir más así. Ayer a la madrugada, hasta que llegué a la ruta, estaba con miedo porque no había nadie en la calle. Estamos a la espera de ver a quién le toca”.
María es la esposa del efectivo de la Policía de la Ciudad de 38 años que también había ascendido a la unidad conducida por la víctima fatal. Ella estaba en su casa cuando, alrededor de las 4.55, escuchó dos disparos. “Automáticamente, llamé a mi marido porque hacía cinco minutos había salido a la parada del colectivo. Apenas me atendió me dijo que llamara a la Policía y a la ambulancia porque habían herido al chofer. Lo hice y llegué al lugar. Estaba a dos cuadras. Mi esposo me contó que se había enfrentado con dos delincuentes”.
De acuerdo al relato que le hizo el uniformado a su pareja, uno de los ladrones le había pedido los celulares a todos los pasajeros, que serían entre 10 y 12. “El otro [ladrón] se quedó en la puerta apuntando a una vecina que estaba con su hija y en un momento giró y le disparó al chofer. No sé si asustado, pero pareciera que no sabía manejar el arma. Que le disparó por disparar porque como que se le levantó la mano y le pegó el tiro”, describió en la entrevista radial.
“No estarían en sus cabales, estarían drogados… No sé, la verdad que no sé. Se están diciendo un montón de barbaridades”, dijo respecto de los asaltantes.
Tras ello, María prosiguió en su relato, siempre según lo que le contó su marido. Aseguró que una vez que el ladrón le disparó a Barrientos, “manoteó la mochila de la señora que estaba con la nena y salieron a correr los dos”.
“Cuando salió mi marido, que él no se había identificado arriba del colectivo para resguardar a los pasajeros, bajó un par de escalones del colectivo, allí sí dio la voz de alto y empezó a disparar para amedrentarlos. Los delincuentes le respondieron a los tiros”. Para entonces, indicó la mujer, el oficial ya le había pedido a los pasajeros que se tiraran cuerpo a tierra dentro del micro.
Como su vecino Guillermo, el policía también vio que los asaltantes corrieron hacia la esquina, donde había un auto esperándolos. El efectivo oyó que esa tercera persona les decía “¡subí, subí!” para luego huir de la zona, contó María.
“Es mentira que le cruzaron un auto al colectivo”
Ante la hipótesis que algunos funcionarios dejaron entrever, que indican que el crimen del chofer se podría haber dado en una situación tipo golpe comando, que podría ser algo político, María salió a desmentirla: “Es mentira que le cruzaron un auto al colectivo. Me lo dijo mi marido, lo dicen los vecinos que viajaban ahí y que conozco”. Guillermo, al igual que la mujer, también negó esa versión.
Apenas conocido el homicidio, y en medio de una protesta de los choferes que terminó con el ministro de Seguridad del gobierno de Axel Kicillof, Sergio Berni, herido por los manifestantes, el funcionario bonaerense había dicho que “fue un hecho muy raro” y apuntado: “Nadie le cruza un auto a un colectivo con dos pistolas 40. No es un hecho habitual”.
“Opinar desde Puerto Madero no es lo mismo que estar acá, en un camino de tierra esperando el colectivo. Ellos [las autoridades políticas] no están viviendo esto. Para ellos es raro, pero este es el asalto de todos los días”, se explayó María.
La mujer prosiguió: “Hace cinco meses juntamos firmas para que pongan puestos de Gendarmería en el barrio. Cuando pasó lo del crimen de Esteban Bellido [el repartidor de gaseosas asesinado en noviembre pasado] dijimos que no queríamos más a la Policía de la Provincia. [Sergio] Berni nos convocó y nos dijo que en 15 días venía la Gendarmería. Seis meses pasaron y no tuvimos una respuesta, ¿y ahora [el ministro de Seguridad bonaerense] sale a decir que es raro que maten a un colectivero? No es raro, es cosa de todos los días”.
“La Matanza está abandonada. Acá no existe la policía. Los vecinos estamos a la buena de Dios. No tenemos seguridad. Este barrio es de delincuentes porque vienen de otros barrios para robar al voleo y luego van al fondo, que hay a un búnker de droga, y al salir vuelven a robar. La droga nos está invadiendo a todos”, dijo luego María. Y cerró: “La gente en se está muriendo por esa mierda. No roban por hambre. No roban porque necesitan trabajo. Roban para drogarse”.
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