Crimen de Nora Dalmasso. Marcelo Macarrón negó todo y se quebró: “Vivo un calvario”, dijo ante el jurado popular
Ante los jueces técnicos y ocho ciudadanos de Río Cuarto, el viudo dijo que está “destruido”, con “crisis depresiva”, y que varias veces “pensó en suicidarse”; está imputado como presunto instigador del homicidio de su esposa, ocurrido hace más de 15 años. Habló 15 minutos
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CÓRDOBA. Marcelo Macarrón llegó muy temprano a los Tribunales de Río Cuarto y desde cerca del mediodía comenzó a declarar, tal como había dicho ayer, cuando adelantó que hablaría frente al jurado popular y los tres jueces técnicos como acusado de ser el presunto instigador del homicidio de su esposa, Nora Dalmasso, ocurrido en su casa de Villa Golf hace más de 15 años. “Vivo un calvario”, dijo, nomás comenzar. En ese arranque se quebró. Luego, en una exposición de unos 20 minutos, aseguró que está “destruido”, con “crisis depresiva”, y que varias veces pensó “en suicidarse”. “No doy más. Son muchos años”, dijo también.
Es la primera vez que, en público, se lo vio quebrado al viudo. Volvió a apuntar contra el fiscal de instrucción Luis Pizarro, quien elevó la causa a juicio. Ayer lo caratuló de “mamarracho” y ahora lo acusó de ser “un mentiroso total”. Se definió a sí mismo como “un hombre de bien”.
Está acompañado nuevamente por sus hijos, Facundo y Valentina. A diferencia de ayer, esta vez el viudo no entró a pie en el Polo Judicial, sino que lo hizo en una camioneta con la que llegó directamente hasta el estacionamiento. No hizo declaraciones a la prensa. Ayer, ante un enjambre de micrófonos y celulares de periodistas, Macarrón dijo que vive “con mucha angustia” el inicio del proceso en su contra. Y también calificó de “mamarracho” la labor del fiscal Pizarro, que lo acusó de “homicidio calificado por el vínculo, alevosía y precio o promesa remuneratoria”.
“Estamos acá para reivindicarnos”, planteó en ese momento Valentina, que ya tiene 30 años, mientras que su hermano -de 33, que estuvo imputado como presunto asesino y quedó desvinculado en 2012 de la causa- señaló que será “responsabilidad” de Pizarro que el crimen, finalmente, quede impune.
Es que, excepto para Macarrón, la causa ya prescribió, por lo que si mañana el autor material del crimen -nunca identificado- gritara públicamente que él mató a Nora Dalmasso, la Justicia no podría acusarlo.
“Mi papá y mi mamá se amaban. Jamás podría matarla. Mi padre es totalmente inocente”, reafirmó la hija de Dalmasso, quien aclaró que la familia decidió renunciar a la querella para “respaldar” la inocencia de Macarrón.
Hoy, también, hablaron el fiscal de Cámara, Julio Rivero, y el abogado de Macarrón, Marcelo Brito, ante los ocho jurados populares y los jueces Daniel Vaudagna, Natacha García y Gustavo Echenique Esteve.
Brito dijo a la prensa que los hijos de Macarrón declararán “mañana o pasado”. Repasó que en la instrucción de la causa Facundo declaró en dos oportunidades, en enero 2007 y otra vez después de ser sobreseído, en 2012, y que Valentina lo hizo dos veces antes de la imputación a su hermano y después, “coetáneamente”.
“En el juicio mediático anterior ustedes omitieron contar esas declaraciones -agregó ante los periodistas-. Ahora jurarán y les vamos a poder preguntar y ver lo importante de su declaración”.
Brito también habló hoy y, al igual que su cliente, criticó a Pizarro; aseguró que no hicieron planteos de nulidad para llegar “pronto” al juicio. En la presentación también se refirió los “escribas mediáticos amarillos”.
El trabajo de los periodistas es muy complicado. Los que pueden ingresar a la sala, lo hacen sin sus teléfonos móviles y este martes se cortaron las pantallas por las que se pueden seguir las audiencias en la sala de prensa, fue en un tramo de la exposición de Brito. Ayer, no hubo internet.
Fundamentos de la elevación a juicio
En el pedido de elevación a juicio que hizo Pizarro -y al que no se opuso la defensa- se dejó de lado la principal pista del crimen, la genética. Las diversas pruebas de ADN marcaban la presencia de “linaje Macarrón” en el líquido seminal hallado en el cuerpo exánime de Dalmasso. Eso, teóricamente, situaba al viudo en la escena del crimen. Pero para la acusación, probarlo sería una tarea ciclópea: el fin de semana del crimen, el marido de la víctima había viajado a Punta del Este, donde jugó, y ganó, un torneo de golf para aficionados.
Calificadas fuentes judiciales confiaron a LA NACION que el fiscal de Cámara Rivero no cambiaría los ejes de la acusación de Pizarro. Podría hacerlo si quisiera, de la misma manera que podría no acusar al final del proceso.
Dos teorías para un crimen
Los rastros genéticos fueron de los que se valió, en marzo de 2016, el fiscal Daniel Miralles, para acusar al viudo de “homicidio calificado por el vínculo”. Pero cuando Pizarro se hizo cargo de la causa modificó la hipótesis y consideró que el viudo había contratado a un sicario para que matara a su esposa mientras él jugaba un torneo de golf en Punta del Este.
Aquel planteo de Miralles no cerraba respecto de cómo podía haber hecho Macarrón para viajar en un avión privado desde Punta del Este a Río Cuarto durante la madrugada -cuando se despidió de sus amigos y les dijo que se iría a dormir a su cuarto de hotel-, matar a su esposa y regresar a Uruguay. Todo en una franja horaria de unas siete horas, entre la cena y el desayuno.
En la acusación, Pizarro abandonó las pruebas genéticas porque -según escribió en el expediente- “no hubo hallazgo de semen en ninguna de las evidencias recolectadas y analizadas, y el perfil genético masculino hallado en algunas de las evidencias resultó luego de pruebas o técnicas más específicas, de alta sensibilidad, y lo fue en escasa cantidad o bajo número de copias”.
Enumeró que, luego de sometidas las evidencias a pruebas de mayor precisión, “y hallado ADN masculino en algunas de ellas, se advirtió y aclaró el problema de contaminación que traía aparejado este tipo de pruebas de mayor sensibilidad”. En otro punto, sostuvo que “finalmente, se acreditó –con la prueba del lavado de prendas en lavarropas- que la contaminación era posible por transferencia”.
Básicamente, el fiscal Pizarro concluyó que había material genético, pero no era suficiente ni apto para una identificación a partir de un peritaje de ADN.
A partir de eso, optó por reconstruir el camino del presunto crimen por encargo. Sostuvo: “Macarrón mantenía ‘desavenencias’ con su esposa. Sabía que en la casa no iba a haber nadie. Le habría dado un juego de llaves de la casa al asesino y, en la fecha elegida, viajó a Punta del Este a disputar un torneo de golf para despejar cualquier posibilidad de sospecha sobre su persona”.
“Así, mientras Marcelo Macarrón se encontraba en Uruguay entre las 20 del día 24 de noviembre de 2006 y antes de las 3.15 del 25 de noviembre, al menos una persona se hizo presente en el domicilio de calle 5 número 627, de Villa Golf, ingresó con una de las llaves de acceso y se escondió en el interior a la espera de que llegara Nora Dalmasso”, describió el fiscal.
En otro tramo de su requerimiento de elevación a juicio, Pizarro planteó que, alrededor de las 3.15, “el homicida aprovechó la indefensión de la víctima, aguardó que hiciera la rutina previa a su descanso y la abordó cuando dormía en la habitación de su hija, ubicada en la planta alta de la vivienda”.
En esa línea sostuvo que, cumpliendo con el “plan delictivo” acordado con Macarrón “y sus adláteres, la tomó del cuello, ejerciendo una fuerte presión con sus manos, anulando así toda posibilidad de defensa. Acto seguido, utilizó el cinto de toalla de la bata y realizó un doble lazo alrededor del cuello, ocasionando la muerte por asfixia mecánica”. Sostuvo que, como parte del “plan criminal”, acomodó la escena “con la finalidad de simular un hecho de índole sexual, tras lo cual se retiró sin dejar rastro”.
En el dictamen, el fiscal no hizo referencia a que Dalmasso tenía signos claros de actividad sexual reciente. Ni siquiera especuló si esas relaciones pudieron haber sido con otro hombre que no fuese Macarrón. Ella les había pedido a las amigas con las que cenó -“las congresistas”, se hacían llamar- que no la molestaran durante todo el fin de semana. Tampoco hay mención al hecho -al menos “raro”- de que la mujer haya sido atacada en el dormitorio de su hija, que estaba de viaje de estudios en los Estados Unidos, y no en el cuarto matrimonial o en otro sector de la casa.
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