Crimen de Nora Dalmasso. Llegó la hora: el martes 5 de julio, los alegatos, y el jueves 7, la sentencia
Hoy concluyó la lectura de las pruebas y la incorporación de testimonios; el único imputado es el viudo, Marcelo Macarrón, a quien el fiscal acusa de haberles pagado a sicarios para que asesinaran a su esposa en Río Cuarto cuando él estaba en Punta del Este
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CÓRDOBA. Tras casi cuatro meses, llegó el momento clave en el juicio a Marcelo Macarrón, el viudo de Nora Dalmasso, acusado como presunto instigador del crimen ocurrido hace 15 años en Río Cuarto. El próximo martes 5 de julio comenzarán los alegatos y el jueves 7, si el jurado popular decide rápidamente, se dictaría la sentencia. Hoy, los jueces decidieron pasar a cuarto intermedio hasta la semana próxima, cuando el único imputado tendrá derecho a la última palabra.
En las últimas dos semanas se leyeron las pruebas y hoy se incorporaron algunos testimonios de quienes comparecieron en la sala de audiencias. El miércoles pasado hubo un acto para reclamar “justicia” en la puerta de los Tribunales de Río Cuarto, del que participó el hermano de la víctima, Juan Dalmasso. En cambio, Facundo Macarrón, hijo de la víctima, calificó ese evento como “una presión” a los jurados populares que, tras los alegatos y la deliberación, deberán resolver si su padre pagó a sicarios por el asesinato, como dice la acusación.
No apareció, a lo largo de las audiencias, ningún dato revelador. De hecho, varios testigos –como el propio hermano de Nora– reclamaron que no se hubiera “aprovechado” a otros para preguntarles más detalles de lo que sabían. Sí se multiplicaron las críticas a la investigación y, como hace 15 años, la vida privada de la víctima volvió a ser exhibida públicamente.
Durante el juicio, Macarrón tuvo un problema cardíaco por el que debió ser internado en dos oportunidades, pero el proceso continuó, con su consentimiento. De hecho, estaba hospitalizado cuando declaró Miguel Rohrer, “el Francés”, el empresario al que los hijos del viudo deseaban ver sentado en el banquillo de los acusados, en lugar de su padre.
Sospechan de él y dijeron, incluso, que era el amante de su madre. En respuesta, cuando le tocó pasar por el estrado como testigo, Rohrer acusó al “clan Macarrón” de mentir por no tener “la conciencia limpia”, y señaló que, a la hora de buscar responsabilidades por el crimen, “todos los caminos” conducen hacia el marido de Dalmasso.
Por el tribunal pasaron 72 testigos, y la defensa de Macarrón y la Fiscalía desistieron de otros 160. Poco se habló de dinero, a pesar de que esa es la clave de la acusación; sí se insistió en dejar de lado las pruebas genéticas que mostraron la existencia de ADN de Marcelo Macarrón en el cuerpo de la víctima. El bioquímico de la policía de Córdoba Daniel Zabala, que confirmó que se había encontrado semen en el cuerpo de la víctima, aún se pregunta “qué móvil hay para desestimar una prueba de tal magnitud; no hay antecedentes así” y cree que la Justicia riocuartense “quedará con una mancha” por no haberla utilizado en la acusación.
En el proceso se transparentó una interna entre los forenses que actuaron en el caso.
Por ejemplo, Ricardo Cacciaguerra dijo que la víctima fue sometida sexualmente, que recibió un golpe en la cabeza, que estuvo inconsciente, pero viva, y que, finalmente, la mataron asfixiándola con un lazo de su propia bata, en el que se hizo un doble nudo para tal efecto. Indicó que Nora Dalmasso no esperaba a nadie esa noche del 26 de noviembre, dado que había un libro y anteojos en el lugar, lo que implicaba que había estado leyendo en la cama. El jurado popular y el tribunal técnico de la Cámara Primera del Crimen de Río Cuarto ya escuchó a 51 de los 300 testigos convocados en lo que va del juicio.
Martín Subirachs, en cambio, aseguró que no hubo violación, sino que la víctima mantuvo relaciones sexuales consentidas antes de ser asesinada: “La muerte fue contemporánea al acto sexual, estaba lúcida, se defendió. Descartamos rotundamente la violación desde el punto de vista médico-legal”.
En medio del juicio, el fiscal de Cámara Julio Rivero se enojó con sus pares por la falta de apoyo en el proceso. Los comentarios de quienes siguen en detalle las audiencias apuntan a las dificultades que enfrenta para sostener la acusación.
No hay querellantes. La única que cumplía ese rol era la madre de la víctima, María Delia “Nené” Grassi. A tres semanas del inicio del juicio, su representante, que era la asesora oficial Luciana Casas, presentó su dimisión. Grassi ya había dado un paso al costado en 2016, cuando su yerno fue imputado por primera vez, entonces como autor material, y retomó en 2020.
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