Crimen de Franco Vera: el Municipio quiere transformar el búnker de drogas en un centro para recuperar adictos
Lo informó horas después de la detención del presunto asesino del joven de 22 años que murió al recibir dos disparos cuando llegaba a su casa
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“Queremos hacer lo que ya se hizo en General Rodríguez y en Moreno, reconvertir el búnker en un espacio para adictos en recuperación o charlar con los vecinos y familiares de Franco para ver qué quieren hacer en ese lugar”, adelantaron este sábado a LA NACION, desde el municipio de Morón, horas después de que se confirmara la detención del presunto asesino del joven de 22 años que fue alcanzado por disparos cuando llegaba a su casa situada a metros de un punto de venta de drogas al menudeo. Además, indicaron que respecto al domicilio donde se vendían drogas, el propio municipio, a través de su Secretaria de Seguridad, había solicitado el 4 de diciembre pasado a la fiscalía que se investigase lo que pasaba en esa vivienda, ubicada en Santa Catalina 815.
Los detalles se dieron a conocer en medio del dolor de la familia que encontró, un poco de consuelo, en la detención durante la madrugada de Patricio Correa, presunto responsable de la muerte de Franco Vera. El ahora detenido, que estaba prófugo desde la madrugada del viernes, fue localizado por la fuerza de seguridad de la provincia de Buenos Aires en la calle Azopardo al 3000, ubicada en la localidad de Moreno.
Fuentes policiales confirmaron la detención a LA NACION. Según habían advertido los testimonios recolectados y las filmaciones, los disparos se efectuaron luego de que Correa llegara a la zona e ingresara a patadas a la vivienda donde funcionaba el búnker narco, lugar incendiado algunas horas después del crimen por vecinos y familiares de la víctima.
Según la reconstrucción del hecho, Correa le habría reclamado drogas a otro hombre de 37 años, identificado como Gerardo Gerónimo Vaquero pero, al recibir una negativa, salió del lugar disparando al aire y en dirección a la vereda de enfrente. Fue en ese momento que dos de los proyectiles impactaron en la víctima que llegaba a su casa.
El crimen ocurrió en las calles Santa Catalina y Humahuaca y todo quedó registrado por una cámara de seguridad, que muestra a una persona efectuando disparos. En los instantes posteriores, el joven cayó en el asfalto y murió casi en el acto.
Para dar con el paradero de Correa, la Policía desplegó un operativo que comenzó en el lugar del asesinato. Varios vecinos asistieron en reclamo por la inseguridad y, en protesta por el homicidio, intentaron prender fuego la propiedad. También marcaron presencia en el velatorio del joven: quemaron neumáticos, desviaron el tránsito y cortaron la calle para visibilizar su pedido.
Dolor, bronca y pedido de justicia
“Franco era un chico trabajador. No tenía mala junta ni estaba en cosas raras. Esto pasó porque venía caminando y se cruzó con esos tiros. Mataron a mi hijo, a un inocente”, expresó a LA NACION su madre, Alejandra, con los ojos llenos de lágrimas. Al recordar a su hijo, su voz se quebró, y tuvo que ser asistida por familiares.
La casa del 815, conocida en el barrio como un búnker de drogas, había sido señalada en múltiples denuncias por los vecinos. “Esto no es algo nuevo. Llevamos años avisando de lo que pasa acá y nadie hace nada. Ahora Franco está muerto”, señaló una vecina que vive a pocos metros.
Un vecino que vive en las cercanías del búnker, recordó con nostalgia un tiempo en el que el lugar no estaba asociado a la violencia. “Antes vivía una familia acá. Era una casa normal, de gente trabajadora. Pero las cosas cambiaron hace unos años, cuando empezaron a alquilarla a desconocidos. Primero llegaron un par de hombres, que decían tener una verdulería, pero pronto se hizo evidente que no era eso lo que pasaba. Entraba y salía gente a cualquier hora, en autos caros, motos, algunos incluso armados”, relató a LA NACION. La casa, que alguna vez fue un hogar familiar, se transformó en un foco de problemas. “Acá había de todo. No solo drogas, sino peleas constantes, tiros, hasta prostitución. Es como si la casa hubiera cambiado de vida, y con eso cambió también el barrio. Pasamos de tener vecinos a tener miedo”, agregó ese vecino.
Franco vivía con su madre y su hermano menor. Desde la muerte de su padre, un año atrás, se había convertido en el sostén de su hogar. Su tía, visiblemente afectada, relató a este medio: “Él trabajaba y ayudaba a su mamá. Era un chico bueno, no un drogadicto ni nada de eso. Lo mataron por nada”.
La muerte de Franco se convirtió en el punto de quiebre para la comunidad. Los vecinos, que aseguraron haber denunciado en numerosas ocasiones las actividades ilícitas del 815, expusieron a las autoridades por su inacción. “Siempre nos decían que estaban investigando, pero nunca hicieron nada. Ahora, después de lo que pasó, aparecen todos”, comentó un comerciante de la zona a LA NACION.
Según fuentes policiales, la Delegación de Narcotráfico de Morón había informado a la fiscalía sobre las actividades ilícitas del 815 de Santa Catalina el mes pasado. Sin embargo, las órdenes de allanamiento nunca se ejecutaron. “Siempre dicen que están investigando, pero parece que están esperando a que pase algo grave para actuar”, denunció un vecino. Por su parte, en la intendencia de Morón, a cargo de Lucas Ghi, aseveraron que la secretaría de seguridad municipal había solicitado el 4 del mes pasado a la Justicia que se abriese una investigación sobre lo que pasaba en esa casa señalada como búnker de drogas.
🗣️ "El asesino vino preparado, lo había publicado en Instagram"
— La Nación Más (@lanacionmas) January 3, 2025
La tía de Franco, el joven asesinado en Morón, contó que su sobrino fue victima de un ajuste de cuenta entre narcos.
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Con la colaboración de Camila Súnico Ainchil.
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