El crimen de Fernando Báez Sosa: testimonios y pruebas científicas sostendrán los alegatos de la fiscalía y de la querella contra los acusados
Las acusaciones pública y privada pedirán la pena de prisión perpetua para los ocho imputados del homicidio ocurrido el 18 de enero de 2020
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En enero de 2020 las grabaciones del mortal ataque fueron clave para que el asesinato de Fernando Báez Sosa impactase en la sociedad. Las imágenes de la golpiza no dejaban lugar a dudas. Había sido un crimen brutal. Un homicidio alevoso. Tres años después esas imágenes grabadas por celulares y viralizadas en redes sociales muestran lo mismo. Pero la lectura de esas escenas ya no está solo en manos de ciudadanos indignados con la exhibición de violencia de una patota, sino que discuten sobre su valor jurídico profesionales del Derecho. En el juicio que se realiza en Dolores hay lugar para emociones, pero la definición parece en manos de la frialdad técnica. Y en ese caso, no quedaron fuera de juego las grabaciones, pese a que el reconocimiento facial no fue posible por la mala calidad de las filmaciones.
Peritos de la Policía Federal Argentina lograron ubicar a los ocho acusados en los alrededores del cuerpo de Fernando Báez Sosa, en una secuencia dinámica, tal como precisaron en sus declaraciones frente al Tribunal Oral en lo Criminal N° 1 de Dolores. Usaron el adverbio presumiblemente para definir quien aparecía en una específica acción, ya que se utilizó un sistema de comparación de ropa y talla, válido en investigaciones, para identificar a cada sospechoso. Se apeló como patrón de medida a las cámaras de seguridad del boliche Le Brique, cuyas imágenes de mayor nitidez permitían el reconocimiento facial. Entonces, aquello que pensó la sociedad al ver por primera vez las escenas del ataque fue sostenida por la técnica de los peritos.
Ese croquis expuesto por los especialistas en reconocimiento de la PFA, que ubicaron a cada imputado en las cercanías del golpeado cuerpo de Fernando, será parte de las pruebas que la fiscalía y la querella usarán para sostener las acusaciones de homicidido agravado y, en consecuencia, avalar el pedido de prisión perpetua para los ocho acusados.
El próximo martes se escuchará el alegato de los dos acusadores, el Ministerio Público Fiscal, representado por Juan Manuel Dávila y Gustavo García, y la querella a cargo de Fernando Burlando y su equipo que apuntalan el reclamo de justicia de Silvino Báez y Graciela Sosa, los padres de la víctima. Un día después será el turno de Hugo Tomei, único defensor de los ocho imputados. Y antes de escuchar las propuestas de una y otra parte, habrá que tomar en cuenta el repaso de las pruebas expuestas en las tres primeras semanas del juicio. Entre ellas, el peritaje de la PFA de las filmaciones que hicieron del homicidio de un joven de 19 años en Villa Gesell uno de los casos criminales que con más interés sigue la sociedad.
Más allá de ese análisis del material grabado por celulares y cámaras públicas y privadas, testigos directos del asesinato también apuntaron a los sospechosos, a ese grupo de jóvenes de Zárate que fue detenido pocas horas después del crimen cometido en el madrugada del 18 de enero de 2020. Entre los agresores directos, de acuerdo con esas declaraciones que escucharon los jueces María Claudia Castro, Christian Rabaia y Emiliano Lazzari, fueron identificados Máximo Thomsen, Enzo Comelli, Matías Benicelli y los hermanos Ciro y Luciano Pertossi. En lugares periféricos -en la zona de golpea a los amigos de Báez Sosa- aparecerían mencionados Lucas Pertossi -el mismo en sus declaración reconoce haber pegado alguna patada- y Ayrton Viollaz, uno de los tres acusados que permaneció en silencio.
Blas Cinalli, en tanto, no fue señalado por testigos, pero un peritaje decisivo lo coloca al lado de Báez Sosa: en el dedo meñique de la mano izquierda de la víctima se encontró ADN perteneciente a ese imputado. La defensa comunitaria de los imputados intentará, seguramente, dejar constancia que esa huella genética podría haber sido transmitida dentro del boliche Le Brique, donde quedó expuesto por el relato de “patovicas” que hubo una pelea.
Los peritajes detectaron también rastros de sangre de la víctima en al menos siete prendas secuestradas a los acusados, entre ellas las dos zapatillas de Thomsen y una camisa de Benicelli.
Burlando, uno de los abogados que representa a los padres de la víctima, sostuvo que se pudo establecer que un pantalón de gabardina gris con manchas de sangre pertenecía a Luciano Pertossi; un jean clásico Le Uthe, a Ciro Pertossi; una zapatilla verde marca Nike, a Benicelli, y un jean azul marca Tasty, a Benicelli.
Esas pruebas científicas llevaron, incluso a que Thomsen reconociese en el juicio que son suyas las zapatillas cuya suela quedó grabada en la piel de Báez Sosa. Los peritos ya habían informado al tribunal -tal como lo hicieron durante la instrucción de la causa- cómo se había llegado a la conclusión de que esa marca en el cuello de la víctima solo podía corresponder a una zapatilla en especial de las secuestradas al detener al grupo hoy imputado del crimen y que otro peritaje determinaba que solo Thomsen podía ser el usuario de ese calzado. No le quedó entonces a ese acusado demasiado margen para decir algo diferente. Aparece así Thomsen como uno de los más comprometidos en este caso. Lo señalan pruebas científicas, testimonios y el análisis de los video
Por ejemplo, sobre Thomsen sostuvieron los peritos que analizaron las grabaciones del ataque: “Individuo adolescente/adulto de contextura física mediana, de altura media, que utiliza camisa mangas cortas oscura y pantalones cortos azul oscuro, haciendo uso de zapatillas negras con base [suela] blancas. En las secuencias se aprecia realizando movimientos físicos compatibles con golpes de puño y patadas propinados de manera constante al damnificado hasta dejarlo tendido en el suelo en estado de inconsciencia”.
Al hablar ante el tribunal, Thomsen dijo: “Me pegaron una piña en la cara; reaccioné tirando patadas. No sé a quién, pero nunca con intención de matar”.
En sus palabras se vislumbra parte de lo que puede exponer la defensa en el alegato previsto para el miércoles próximo. Thomsen habla de una pelea en la que fue golpeado primero -en consecuencia no se estaría frente a un ataque- y menciona que no tuvo la intención de matar -para oponerse a la acusación sobre un plan premeditado de asesinato-, estrategia que buscaría el homicidio en riña o doloso como posible veredicto. La indignación social frente a esas patadas grabadas no tiene espacio en las salas de tribunales. Al menos, eso dicen los profesionales del Derecho.
Luego de escucharse los alegatos de la fiscalía, la querella y la defensa, los integrantes del tribunal informarán la fecha en la que será anunciada su decisión. Se estima que el fallo se daría a conocer el lunes 30 o el martes 31 del actual. En esa audiencia final tendrán los acusados la posibilidad de decir sus últimas palabras antes de escuchar la resolución de los jueces.
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