Crimen a sangre fría. El peluquero asesino de Recoleta que mató por celos y odio, cada vez más cerca del juicio
El Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional (TOCC) porteño N°24 estará a cargo del debate donde será juzgado Luis Abel Guzmán; el Ministerio Público Fiscal estará representado por la fiscal general Ana Helena Díaz Cano
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Resta definir la fecha del debate, pero lo cierto es que ya se sabe el tribunal, los jueces y la representante del Ministerio Público Fiscal que participarán del juicio a Luis Abel Guzmán, el estilita que asesinó a sangre fría a un compañero de trabajo en una peluquería de Recoleta.
El debate estará a cargo del Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional (TOCC) porteño N°24, integrado por los jueces Maximiliano Balmaceda, Marcelo Alvero y Javier de la Fuente. El Ministerio Público estará representado por la fiscal general Ana Helena Díaz Cano.
Según informó la página de noticias de la Procuración General de la Nación, www.fiscales.gob.ar, si bien Guzmán llegó al juicio imputado por homicidio agravado y privación ilegal de la libertad, la fiscal Díaz Cano planteó sumarle el delito de portación ilegal de arma.
El homicidio ocurrió el 20 de marzo pasado en la peluquería Verdini, situada en Beruti 3011, Recoleta, donde trabajaban la víctima, Germán Gabriel Medina, y su victimario.
“El imputado tenía pleno conocimiento y voluntad de la acción homicida que sobre las 20.08 del 20 de marzo pasado iba a desplegar contra Medina, para la cual había seleccionado los medios. Efectivamente, el día del hecho, Guzmán llevó un arma de fuego entre sus pertenencias a su lugar de trabajo, la guardó en un lugar donde dejaba sus cosas personales, esperó a que no hubiera clientes, encerró a sus compañeros sin que, inicialmente, ellos se dieran cuenta y luego mató de un disparo en la cabeza a su víctima, que estaba sentada y totalmente indefensa”, había sostenido el juez Javier Sánchez Sarmiento al procesar con prisión preventiva a Guzmán.
El sindicado peluquero asesino de Recoleta fue detenido por detectives de la Policía de la Ciudad después de haber estado prófugo 70 días.
La causa fue elevada a juicio por el juez Sánchez Sarmiento luego del requerimiento presentado el 27 de junio pasado por el fiscal Patricio Lugones, interinamente a cargo de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N°28.
Lugones solicitó que Guzmán sea juzgado como presunto autor de un homicidio agravado por haber sido cometido con alevosía (por el crimen de Medina), en concurso real con privación ilegítima de la libertad agravada (por haber mantenido encerradas a la víctima y a otras cuatro personas en la peluquería, minutos antes de la ejecución del homicidio).
El primero de los delitos, contemplado en el inciso 2° del artículo 80 del Código Penal, prevé como única pena la prisión perpetua, mientras que el segundo se castiga con prisión de 2 a 6 años, según el inciso 1° del artículo 142 del mismo cuerpo normativo.
Al fundamentar el agravante de la alevosía, Lugones sostuvo que Medina “no estuvo en condiciones de defenderse”, que Guzmán “aprovechó al máximo la situación de indefensión de la víctima” y que ejecutó a la víctima “de un modo traicionero”.
Pero ahora, la fiscal de juicio planteó ampliar la acusación para que el imputado también sea juzgado por la portación ilegal de arma de fuego con la que se cometió el crimen, ya que, según la investigación, sin tener autorización alguna, Guzmán llegó a su lugar de trabajo y luego se fugó, con la pistola 9 milímetros utilizada en el homicidio y aún no recuperada.
En la resolución donde procesó a Guzmán, el juez Sánchez Sarmiento sostuvo: “Ningún conflicto de relación amerita el despliegue de un atentado contra la vida de un ser humano. Considero que el móvil del homicidio de Medina se trataría de una cuestión de celos, odio y resentimiento profesional”.
Todo planeado
El día del homicidio, Guzmán, de 43 años, llegó a las 10.15 a la peluquería donde trabajaba desde hacía más de ocho años. Atendió a dos clientas que ya lo estaban esperando. A las 13 tomó su mochila y se fue sin decir nada. Volvió una hora después.
Después de atender a una última clienta, se fue a la cocina del local sin hablar con ninguno de sus compañeros, “con quienes tenía conflicto, principalmente, por sus trabajos de alisado con formol, sustancia prohibida por sus efectos tóxicos, que el nombrado no dejaba de utilizar, pese a las advertencias de sus pares, ocasionando malestar en el ambiente laboral”.
A la tarde, cerca de las 17, Guzmán invitó a tomar un café a Carlos Alberto Azorín, el encargado de la peluquería. Fueron a un local situado en Austria y Juncal. “Estoy cansado, necesito paz mental, ya me da todo lo mismo, necesito terminar el tema hoy, voy a hablar con el dueño”, espetó el asesino.
Según los testimonios incorporados a la causa, Guzmán iba a ser despedido en forma inminente de la peluquería Verdini, “circunstancia conocida por el acusado, que quería resolver el ‘problema’ ese mismo día”.
El peluquero y el encargado del local regresaron a la peluquería a las 18. “Guzmán se sentó en una de las sillas que da a la calle y le pidió a Azorín que le cortara el cabello. Si bien inicialmente le cortó el pelo a los costados, el imputado le pidió que lo rapara; ‘así quedo más loquito’, dijo”, según la reconstrucción plasmada en el expediente judicial.
A las 20, Guzmán comenzó con su faena criminal. Fue hasta el exhibidor de productos, ubicado en la parte delantera de la peluquería, tomó las llaves del local, bajó la persiana, cerró la puerta de ingreso y se guardó las llaves.
Sus compañeros de trabajo, entre los que estaban Medina, Azorín, Verdini y Noelia Palazzo, charlaban y tomaban cerveza.
Guzmán se acercó a Verdini y le preguntó: “¿Vos tenés algo para decirme?”. El dueño del local respondió: “No, mañana vamos a hablar”. Fue en ese momento que el peluquero asesino sacó el arma que tenía oculta en la cintura, debajo de la ropa, y espetó: “Quédense quietos porque les vuelo la cabeza a los cuatro”. Luego, visualizó a Medina, que estaba quieto, sentado en un sillón, le apuntó directo a la cabeza y le disparó. “La víctima quedó tendida sobre uno de los apoyabrazos del sillón, moribunda”, recordó el juez Sánchez Sarmiento.
Verdini se fue a encerrar en el baño. Palazzo se levantó para apartarse y Guzmán le espetó: “No tengas miedo que a vos no te va a pasar nada”.
Azorín subió la persiana de una de las ventanas, Guzmán saltó y se dio a la fuga por Beruti, en dirección a la calle Austria.
El peluquero asesino de Recoleta estuvo 70 días prófugo. Fue por la Policía de la Ciudad en el partido de Moreno, después de que un testigo de identidad reservada llamó a línea de denuncias 134 del Ministerio de Seguridad de la Nación y aportó información precisa de dónde estaba Guzmán.
“El acusado premeditó todos y cada uno de los movimientos necesarios para llevar adelante su plan criminal, obtuvo un arma de fuego, escogió el día en que sabía que sus compañeros iban a quedarse en reunión en el local, los encerró a todos los presentes en la peluquería y, sobre seguro, mató a su indefenso compañero Medina, con quien tenía particular recelo. Luego, huyó saltando por la ventana del local y permaneció prófugo 70 días prófugo”, afirmó el juez Sánchez Sarmiento a la hora de procesar a Guzmán.
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