Pesca ilegal: cómo es la vigilancia “24x7″ de la flota extranjera desplegada en el límite del Mar Argentino
Se trata de las embarcaciones que se posicionan apenas fuera de la 200 millas que abarca la zona económica exclusiva; en caso de ser detectados dentro ilegalemente, se activan estrictos protocolos, con la intervención de las aeronaves y buques guardacostas que están en la zona
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El control y vigilancia de todo lo que está pasando en la plataforma continental argentina y sus espacios marítimos circundantes es una tarea ardua y demandante. La llevan adelante de manera conjunta la Prefectura Naval y la Armada Argentina, las 24 horas del día, los 365 días del año, con personal íntegramente dedicado a la custodia de los recursos pesqueros y al combate de la pesca ilegal.
Desde Puerto Madero, la Prefectura Naval realiza el monitoreo virtual del despliegue de las flotas de pesca extranjeras en el límite del Mar Argentino. La fuerza de seguridad federal cuenta con cinco buques guardacostas y un avión Beechcraft que, en caso de detectar alguna intrusión al espacio prohibido, se desplazarán hasta la línea imaginaria que delimita las 200 millas de Zona Económica Exclusiva Argentina (ZEEA). Apenas fuera de ella se concentran cientos de buques pesqueros de decenas de países, sobre todo, asiáticos.
En ese codiciado sector en términos de recursos ictícolas, donde abunda el calamar, esos barcos son atraídos por un multimillonario negocio. Operan entre diciembre y mayo. Las embarcaciones se posicionan entre los paralelos 42 y 49, exploran y luego extraen de las aguas toneladas de moluscos con las que llenan sus bodegas.
La semana pasada comenzó “la temporada”. Casi 180 buques -en su mayoría, chinos- cruzaron el estrecho de Magallanes hacia el este tras concluir sus operaciones en el Pacífico, frente a las costas de Perú y Chile. Otros 80 los seguían, rumbo a las aguas del Atlántico Sur.
El prefecto Mayor Néstor Alberto Kiferling es el jefe del Servicio de Tráfico Marítimo de la Prefectura. Explica detalladamente a LA NACION cómo funciona el Sistema Guardacostas, diseñado por los propios técnicos informáticos del organismo. Es el programa mediante el cual se puede localizar e identificar con todas sus características a los barcos presentes en el Área de Operaciones: su nombre, posición actual, bandera, velocidad y todos sus movimientos previos y el itinerario futuro.
Cuenta que el programa vincula “unos seis o siete” sistemas diferentes de posicionamiento de buques y permite monitorear en tiempo real, todo el año, las operaciones marítimas en la plataforma continental de jurisdicción nacional. “Normalmente, la flota de pesca se posiciona a partir del 15 de noviembre. Ahí comienza la migración y se concentra hasta mayo. Para abril tenemos 500 buques operando en la zona, aproximadamente”, informa.
En ese sentido, Kiferling indica que hay buques pesqueros “que no son colaborativos y apagan sus sistemas de geolocalización”, valiéndose de las normas internacionales que estipulan que no están obligados a tenerlos encendidos permanentemente, como sí lo están los cargueros. Pero el sistema guardacostas se nutre, a su vez, de Inteligencia Artificial (IA), Big Data e información de satélites argentinos y de otros países. “Entonces no hace falta que tengan prendido todo el día los equipos, pero de este modo todavía se pueden identificar”, subraya.
Aclara que la operación de buques en altamar más allá de la línea divisoria de la ZEEA, “está permitida por la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (Convemar)”, por lo que no constituye una infracción. Sin embargo, la situación cambia radicalmente en caso de que una de esas embarcaciones que conforman las famosas “ciudadelas flotantes” sea detectada ingresando ilegalmente a la zona económica exclusiva argentina. Esas maniobras –según afirman las autoridades- a veces se producen por escasos 180 o 200 metros en la vastedad del Océano Atlántico Sur.
“Se controla la velocidad y el rumbo de los buques poteros, que son la mayoría y los que pescan el calamar. Cuando operan lo hacen a velocidad cero, por eso colocan su ancla ‘de capa’ y avanzan en el sentido de las corrientes marítimas, como lo hace el cardumen. A veces nos llegan reportes de grupos de buques pesqueros que ingresan; a lo mejor están autorizados y la Embajada China nos informa cómo va a estar conformado ese grupo”, añade Kiferling.
El 70% de los buques poteros provienen de China, Corea, Taiwán y otras naciones asiáticas; le siguen, generalmente, las embarcaciones de bandera española y portuguesa. Estas últimas se dedican casi exclusivamente a lo que se denomina el “recurso sedentario”, y se centran en la centolla y el cangrejo.
Cambio de paradigma
El prefecto general licenciado Miguel Ángel Reyes es el director de Operaciones de Prefectura Naval. Señala que esta actividad de patrullaje y monitoreo, que se desarrolla mediante el uso de la tecnología, con unidades guardacostas y aviones, “no es nueva”, dado que se realiza desde hace más de tres décadas. Producto de los operativos desplegados en altamar, de 1986 a 2020 se han logrado capturar 80 embarcaciones que ingresaron ilegalmente a pescar en aguas territoriales argentinas.
“Anteriormente, cada vez que detectábamos una embarcación pescando ilegalmente necesitábamos sí o sí designar una dotación de presa, que es una embarcación menor de Prefectura con personal a bordo, para poder constatar la infracción. Hoy, gracias al equipamiento y la tecnología que poseemos, no hace falta poner en riesgo la dotación policial. En 30 años se han producido persecuciones, y en varias de ellas, al momento de la huida, han intentado colisionar a nuestros guardacostas”, recuerda.
En línea con lo anterior, Reyes se refiere a lo que sucede cuando la situación escala en riesgo e intensidad, en función de la desobediencia por parte del buque que pesca ilegalmente en la ZEEA. Y narra que, en ocasiones, se registraron persecuciones “en caliente” que se extendieron por dos o más días.
“En años recientes, tuvimos dos capturas de barcos con disparos intimidatorios a la proa y a la popa. Pero es necesario que se entienda, al contrario de lo que a veces se suele informar erróneamente, que los disparos no son para hundir el barco: lo que se intenta es primero cesar con la infracción, y luego capturar el barco. Si los disparos intimidatorios no resultaran, el próximo paso es tirarles a todos los sistemas de comunicación, para averiarlos y que el capitán del barco se sienta perdido”, precisa el Director de Operaciones.
A diferencia de lo que sucedía anteriormente, en la actualidad todos los gastos insumidos por la Prefectura por combustible, racionamiento del personal, gasoil, desde que se inicia hasta que finaliza la persecución, se les cobran a la empresa a la que pertenece el buque infractor.
“Todo esto está siendo tomado por otros países del mundo, en los encuentros mundiales de Guardacostas. Australia nos ha tomado como ejemplo. No somos un país débil ante esta problemática: tenemos apoyo de la Justicia federal, tecnología aplicada al control y vigilancia de los espacios marítimos”, enfatiza Kiferling.
El caso emblemático del Hua Li 8 y la repercusión mundial
El 29 de febrero de 2016, el Guardacostas GC-26 Thompson detectó a un buque de bandera china que pescaba sin permiso en la ZEEA: el “Hua Li 8″. Ante la negativa del capitán de ese barco de cesar con la actividad de pesca ilegal que desarrollaba, se activó el protocolo que rige para los casos de desobediencia: se dio la advertencia y, minutos más tarde, al continuar el no acatamiento de la orden, se efectuaron desde el Thompson disparos con armas de calibre .762.
“Al barco no se le tira porque sí. Cuando se toma esa decisión debe aprobarse previamente en la sala de situación; el capitán de nuestra unidad le avisa a su par del barco extranjero en inglés y en español: “Capitán, en 10 minutos se van a empezar a efectuar disparos de fuego controlado a tal lugar del buque. Le rogamos sacar a la tripulación para evitar que la misma sea lesionada, y va a ser responsabilidad suya si esto pasa”, explica Reyes.
A causa de los disparos recibidos, al Hua Li 8 se le destruyó todo el sistema de comunicaciones. No obstante, el barco emprendió la fuga. La Justicia Federal argentina dictó el pedido de captura internacional por el delito de “atentado y resistencia a la autoridad” y se emitió, por parte de Interpol, una alerta internacional morada (relativa al modus operandi). Finalmente, el buque fue capturado en aguas de Indonesia por las autoridades de ese país.
“Cuando logramos identificar a ese pesquero ya estábamos más de 20 millas fuera de la ZEEA. Hubo noticias de que el Gobierno había dejado escapar el barco. Eso nunca pasó. A las 48 horas, la empresa armadora manifestó que querían entregar el barco. Esto dio un vuelco a nivel mundial en cuanto a cómo aplicamos el derecho marítimo en la protección de nuestras aguas”, agrega el Director de Operaciones de la PNA.
Multas
Hasta el año pasado, el valor máximo por la captura de un barco era de 10 millones de pesos argentinos. Hoy, las multas, se miden en unidades -cada una equivale al precio del litro del gasoil en cualquier estación de servicio de la Ciudad de Buenos Aires-, y son mucho mayores.
Según las autoridades de la Prefectura, en los más de 11 meses que transcurrieron de 2021 no se registró ningún ingreso ilegal a la ZEEA.
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