Consecuencias de los abusos sexuales contra menores y signos para descubrirlos
¿Cómo puede alguien recuperarse de los abusos, descuidos y maltratos relacionados con la violencia sexual? Para los médicos, especialistas y psicólogos que ayudan a las víctimas es una pregunta difícil, y más cuando el daño llega a una edad tan temprana. Todos coinciden en que conlleva un compendio de sufrimiento que puede venir acompañado de otros problemas como el abuso de drogas, la dependencia del alcohol e incluso el suicidio.
Los niños y adolescentes que sufren esta adversidad se aferran a símbolos de la infancia, como peluches, muñecas y bebotes, mientras los médicos les realizan estudios de rutina por agresiones sexuales y aguardan resultados de análisis de sangre para corroborar que no existan rastros de contagio de VIH, hepatitis B y C, clamidia o tricomoniasis. Se enfrentan a daños que, en la mayoría de los casos, podrían ser irreversibles.
Desde el lanzamiento del 0800-222-1717, la línea nacional contra el abuso sexual infantil, se recibieron, en promedio, 128 denuncias de agresiones sexuales contra menores. La inmensa mayoría de ellas ocurrieron en la Capital y en la provincia de Buenos Aires. El 64% de los ataques se produjo en el seno de la propia familia. Siete de cada diez víctimas menores de 18 años son mujeres. El 38%, menores de 11, como Sheila Alejandra Ayala, la niña de diez años asesinada por su tío la semana pasada, en San Miguel.
Según los expertos consultados por LA NACIÓN, las víctimas de violación corren riesgo de contraer múltiples enfermedades de transmisión sexual (ETS), embarazo, trastorno de estrés postraumático, depresión y lesiones físicas. Todos estos riesgos varían según el tipo y la violencia del ataque (por ejemplo, si hubo exposición a sangre).
Con víctimas que van desde los nueve meses hasta los 82 años, Verónica María Etchegoyen, especialista en medicina legal y jefa de la División Investigación de Delitos contra la Integridad Sexual de la Policía Científica bonaerense, afirma que se trata de "un delito que tiene mayor cantidad de denuncias que de reconocimientos, porque las víctimas tardan en hablar, en especial, cuando son menores que sufren abusos intrafamiliares que duran meses o años".
"Las muestras que necesitamos para los perfiles genéticos son positivas hasta tres o cinco días después del hecho y existen lesiones internas que se pueden ver hasta diez días, pero la mayoría de los abusos por dilucidar ya ocurrió hace tiempo", confirmó la experta. Etchegoyen contó que en lo que va del año atendió cientos de casos, de los cuales la mayoría de las víctimas fueron niñas y adolescentes.
Señales de advertencia
Según el último estudio global de Unicef, de 2017, alrededor de 15 millones de adolescentes de entre 15 y 19 años han tenido relaciones sexuales forzadas durante su vida. Los datos acompañan otras estadísticas alarmantes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que confirman que, a nivel mundial, una de cada cinco mujeres y uno de cada 13 varones han declarado haber sufrido abusos sexuales durante su infancia.
La detección del niño que fue o está siendo víctima de un abuso sexual depende de escucharlo para saber qué pasó. Según los lineamientos de base de Unicef, "los niños son sorprendidos, confundidos y engañados, ya que los abusos sexuales se dan en forma progresiva en el contexto de una relación de afecto cimentada previamente". Eso es lo que surge, por ejemplo, del conmocionante homicidio de Sheila Ayala, por el cual su tía y madrina y el esposo de ella son los principales sospechosos.
Además, los agresores sexuales suelen valerse de atenciones especiales, demostraciones de afecto, juegos y regalos para lograr la confianza de los menores.
"La situación de base y el daño físico son inevitables porque acarrean un recuerdo nefasto durante años, una situación traumática que difícilmente puedan eludir y el despertar de manera horrorosa a un mundo y a una práctica que desconocían", sugirió Eva Giberti, psicóloga especialista en problemáticas de la infancia y de género, y directora del Programa Víctimas Contra las Violencias (PVCV), del Ministerio de Justicia de la Nación.
En la mayoría de los casos no suele haber lesiones físicas visibles que funcionen como indicios, pero según la doctora Etchegoyen hay conductas hipersexualizadas que funcionan como indicadores del abuso. Entre ellos, masturbación compulsiva en niños menores de cinco años, coacción sexual hacia otros niños y niñas, juegos sexualizados con muñecos, pérdida del control de esfínteres en niños que ya no usan pañales, rechazo a quedarse solos o a ser tocados por otras personas, y lenguaje sexualizado inapropiado para la edad.
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