El crimen del financista: conocía todos los secretos del negocio narco, declaró como arrepentido y lo ejecutaron
Diego Guastini acordó una pena en suspenso un mes antes de ser asesinado en Quilmes; confesó que movía dinero de narcos, de empresarios y de políticos
Era un blanco móvil. Sus enemigos podían estar en cualquier lado. Él conocía con exactitud cuánto dinero movieron en los últimos años las grandes bandas narco que operaban en el país. Sabía todo de primera mano. Muchos podían tener motivos para matarlo. Y lo mataron.
Diego Xavier Guastini era quien se encargaba de entrar a la Argentina valijas llenas de los dólares y euros que se pagaban en Europa por valiosos cargamentos de cocaína. Cobraba un porcentaje por sus servicios. Así lo reconstruyó LA NACION de tres fuentes judiciales al tanto de causas por narcotráfico.
Su aporte como arrepentido ante la Justicia tuvo un fuerte impacto en varios expedientes. En septiembre pasado, en un juicio abreviado, este contador de 45 años fue condenado a tres años de prisión en suspenso como integrante de una asociación ilícita dedicada al contrabando de divisas.
El lunes pasado fue víctima de un crimen mafioso: sicarios lo acribillaron a metros de la Municipalidad de Quilmes cuando iba en su Audi A4 gris. Llevaba a la cintura una pistola Glock calibre 40 que tenía para defenderse. No llegó a usarla: lo ejecutaron de tres tiros.
Entre otros, Guastini, según fuentes judiciales, trabajó para una poderosa banda que durante años traficó cocaína a España e Italia y que ganó millones de dólares que fueron invertidos en lujosos autos e inmuebles en la Argentina.
Guastini se movía en el mundo de la irregularidad absoluta. Él se encargaba de introducir en el país el dinero de los cargamentos de cocaína traficados a Europa
"Tenía un mecanismo aceitado para poder ingresar el dinero en la Argentina. Sus clientes eran poderosos narcos que lo contrataban para que les trajera los millones que a ellos les pagaban por los cargamentos que exportaban. No hay dudas de que tenía un contacto en el aeropuerto de Ezeiza que dejaba pasar a las mulas que mandaba a Europa para que volvieran con valijas llenas de dólares y euros en vuelos regulares. Suponemos que incluso usó para eso a algunos de sus empleados", explicó un detective judicial que lo investigó.
Desde que comenzó a contar lo que sabía, la Justicia le ofreció varias veces custodia e, incluso, su ingreso en el Programa Nacional de Protección de Testigos e Imputados. Pero su respuesta fue, siempre, un no rotundo. "Me la banco", repitió más de una vez.
"Guastini se movía en el mundo de la irregularidad absoluta. Él se encargaba de introducir en el país el dinero de los cargamentos de cocaína traficados a Europa. Pero sospechamos que en algún caso también participó de operaciones de lavado. Creemos que no aceptó una custodia oficial para que sus clientes no se enteraran de que había llegado a un acuerdo con la Justicia", confió a LA NACION una calificada fuente judicial que lo investigó.
Otros dos investigadores judiciales coincidieron en afirmar que los clientes de Guastini no solo eran narcos. "Trabajaba para mucha gente. Por sus oficinas pasaban empresarios que tenían dinero no declarado en el exterior, y también políticos", explicaron. Esos dos informantes creen que el homicidio de Guastini no fue un ajuste de cuentas narco. En voz alta, analizaron la hipótesis de que el crimen haya sido encargado por algún otro tipo de cliente de la víctima. Un misterio que deberá develar el fiscal de Quilmes Martín Conde.
"No se puede descartar nada. Tenemos un identikit del tirador que lo ejecutó con una pistola calibre 9 milímetros", sostuvo una fuente con acceso al expediente. "El sicario llegó a la escena del crimen en una moto conducida por un cómplice. No descartamos que haya habido otros dos vehículos en apoyo", dijo una fuente de la pesquisa.
En la causa declaró la mujer de Guastini, cuya identidad no se publica por cuestiones de seguridad. Según pudo reconstruir LA NACION, solo dijo que sabía que su pareja era financista y que tenía oficinas en la city, pero que él era muy reservado con respecto a sus negocios.
En esa oficina, de Florida al 500, fue visto por última vez el financista Hugo Díaz, exsocio y amigo de Guastini, desaparecido en marzo de 2015. En el mismo edificio, según fuentes judiciales, también tenía oficinas Luciano Viale, uno de los hijos de Pedro "Lauchón" Viale, agente de la ex-SIDE asesinado en julio de 2013 en su casa de La Reja, en Moreno.
En el expediente
Hace poco más de un mes, Guastini acordó una pena mínima por contrabando de divisas en un juicio abreviado, tras acogerse a la figura del arrepentido. Su acuerdo con el fiscal Marcelo Agüero Vera fue homologado por el Tribunal Oral en lo Penal Económico (TOPE) Nº 1. En la instrucción del caso habían participado el juez Rafael Caputo y el fiscal Pablo Turano, con la colaboración de su par Diego Iglesias, de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar).
"Su nombre comenzó a ser investigado por contrabando de divisas en 2017, después de que se detuvo en Ezeiza a dos personas que habían llegado en un vuelo de Aerolíneas Argentinas desde Madrid con 360.000 euros en su equipaje. Se los pudo vincular con Guastini", explicó una fuente judicial.
El 31 de enero de 2003 ya había sido procesado por administración fraudulenta. En esa causa el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) Nº 14 resolvió la suspensión del juicio a prueba (probation) por un año. Se le impuso lo usual -fijar residencia, someterse al cuidado del Patronato de Liberados- y, también, abonarle a una empresa dedicada a brindar servicios a la industria farmacéutica la suma de $10.000 en cinco cuotas mensuales de 2000 pesos.
Finalmente, en septiembre de 2006, desde la Secretaría del Tribunal Oral Nº 14 le informaron al Registro Nacional de Reincidencia que se había declarado la extinción de la acción penal y que Guastini terminó siendo sobreseído.
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