Conmoción. Murió un constructor y deportista náutico marplatense tras haber sufrido una paliza y un robo en Andalucía
Ricardo Capparelli, de 77 años, fue asaltado tras una cena en la localidad de Nerja; a pesar de las lesiones internas que tenía, producto de los golpes, intentó proseguir el viaje, hasta que en una excursión por la Alhambra se descompuso y debieron internarlo; sus hijos viajaron a España para repatriar los restos y pedir que la Justicia encuentre a los asesinos
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MAR DEL PLATA. Su familia le regaló un viaje a España para que disfrutara de unas merecidas vacaciones, después de toda una vida de trabajo, y en ocasión de su cumpleaños 77. Pero allí, el empresario de la construcción Ricardo Capparelli encontró la muerte de forma violenta. El 16 de junio, al segundo día de viaje, y cuando visitaba la localidad de Nerja, famosa por sus espectaculares cuevas, una banda le dio una paliza para robarle el celular y un reloj, a la hora de la cena. Él aguantó los dolores y no le contó a nadie lo que había pasado y lo que sufría. Hasta que, en plena excursión a la Alhambra, no pudo más. Cuando llegó al hospital, en Granada, tenía 12 costillas fisuradas o fracturadas, un hemoneumotórax con derrame pleural y una hemorragia interna por una lesión en el hígado. Incluso, tenía Covid. Murió un día después.
“Lo asaltaron y le robaron el celular, el reloj y otras pertenencias, pero no nos quiso contar nada de lo que sí dio detalles al conserje del hotel y a otra persona, con las que ya nos pusimos en contacto y nos permite confirmar que fue víctima de un delito”, explico a LA NACION Soledad Capparelli, una de sus dos hijas.
Ella y su hermano, Facundo, están en España con el objetivo de traer los restos de su padre de regreso a la Argentina, pero también con la firme intención de que haya una investigación que permita determinar qué le pasó, dónde y tratar de dar con los autores. “Si no hacemos nada, quedarán en la calle y le pueden hacer lo mismo a otra persona”, aseguró Soledad.
La difusión pública que le dieron al caso en medios españoles contribuyó a que las fuerzas de seguridad se ocuparan del tema. Con la denuncia que realizaron se abrió una causa en el Juzgado de Instrucción N°6 de Granada y desde la conducción de la delegación de la Guardia Civil Española de Nerja ya se pusieron en contacto con ellos para ponerlos al tanto de la pesquisa y solicitarles algunos datos que podrían ser útiles para avanzar hacia ese objetivo.
El viaje de Ricardo Capparelli se había iniciado el 14 de junio, día de su cumpleaños, y fue organizado por su hija. La primera escala fue en Málaga, donde se encontraría con una familia amiga. Ahí se alojó en el hotel Only You y tomó un Mini Cooper que le habían alquilado para que se movilizara por la costa del Mediterráneo durante dos semanas.
El 17 de junio, cuando se disponía a hacer el check out en el hotel Paraíso del Mar, de Nerja, donde se hospedaba, el recepcionista lo vio mal. Le preguntó qué le pasaba, y Capparelli, un enamorado de los deportes náuticos, le respondió que había estado inconsciente en el suelo por al menos dos horas, y que “creía” que le habían dado una paliza y le habían robado el teléfono y el reloj. Lo urgió a que fuera a buscar atención médica a Urgencias, pero él se negó.
A pesar de los fuertes dolores, Capparelli manejó 95 kilómetros hasta Granada, donde tenía reservado un departamento. Allí volvió a comentar lo que le había sucedido la noche anterior en Nerja.
La tarde del 18 de junio, Capparelli se sumó a una excursión por la Alhambra, pero entonces no pudo soportar más. “Cuando volví a por él a las dos de la tarde en punto, hora en la que teníamos acceso a Palacios Nazaríes, lo encontré en la puerta de la tienda (que acababa de cerrar) con muy mala cara y le pregunté: ¿va usted a continuar la excursión finalmente? Me dijo que no, porque había tenido una caída muy fuerte, recientemente, y le dolía mucho el costado”, le contaría luego Maribel, la guía, a la hija. Por eso decidió llamar a la Cruz Roja. Lo trasladaron al Hospital Clínico Universitario San Cecilio, de Granada.
Los estudios que se le practicaron permitieron determinar que el turista marplatense se había contagiado Covid, apenas un detalle en un cuadro que sorprendió a los profesionales: le detectaron 12 costillas fracturadas. Cuando le consultaron qué le había pasado, cambió la versión que había dado en el hotel y comentó que se había caído en un pozo. “Desde su propia altura”, parece haber improvisado en su versión, según consta en la historia clínica que la abrieron en el Hospital Clínico Universitario San Cecilio, de Granada.
Sus hijos, Facundo y Soledad, viajaron de urgencia al enterarse de lo sucedido, advertidos desde el hotel porque su padre no había retirado sus pertenencias cuando se había vencido el plazo de estadía. Arribaron solo con margen para intentar reconstruir el caso, en busca de datos y testimonios que permitan avanzar hacia el esclarecimiento de este ataque mortal. Y, por supuesto, para repatriar los restos, trámites que Facundo empezaba a concretar en Madrid.
Ricardo Capparelli era un reconocido protagonista de la industria de la construcción en Mar del Plata. Sus hijos le habían regalado este viaje para que descansara y disfrutara en España de su cumpleaños 77, que coincidía con el día de arribo a Madrid.
Ambos hermanos se movieron por los lugares donde su padre hizo escala y así lograron dar con al menos dos testigos que les confirmaron que él les había comentado sobre el ataque sufrido. El segundo, en la localidad de Granada, les comentó que ya lo encontró “confundido, perdido en una plaza y desorientado en cuanto al lugar donde debía alojarse”.
Facundo Capparelli trabaja a la par en la reconstrucción de los recorridos de su padre. El inconveniente mayor, dijo a LA NACION, es que desconocen dónde cenó la noche previa al ataque. Y es un hecho que pagó en efectivo, ya que no tienen registro de una operación electrónica que permita determinar con precisión ese lugar.
Sin ese dato se hace muy difícil reconstruir el recorrido que hizo aquella noche de regreso al hotel al momento de ser golpeado y asaltado. La intención es definir esa ruta y buscar en ella cámaras de seguridad públicas y privadas para seguir sus pasos.
Soledad caminó restaurante por restaurante, exhibiendo foto de su padre a camareros y comensales. Confirmó, además, que en la valija de su padre encontró algunas prendas manchadas con sangre, lo mismo que sus zapatillas. Y en la suela, una sustancia arcillosa que podría dar una referencia, por cotejo, con la superficie de suelo de zonas cercanas al hotel donde se había alojado.
Por lo pronto ha solicitado a la empresa de telefonía celular un “trackeo” para ver si, de esa manera, y en función de la activación de las antenas, se puede definir el camino que siguió Ricardo Capparelli y en donde pudo haber sido interceptado por los delincuentes.
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