Conmoción e investigación: detuvieron a Calamar, el sicario acusado de acribillar a un policía y de matar a un sindicalista
El fiscal Alejandro Ferlazzo dijo que una de las principales hipótesis sobre el móvil del asesinato del agente César Carmona es la de un intento de robo
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Los tres sospechosos de participar del homicidio del policía César Carmona, ejecutado de ocho balazos el jueves pasado frente a la sede de la Agencia de Investigación Criminal (AIC), fueron detenidos en una serie de allanamientos que se realizaron entre anteayer y ayer. Entre los aprehendidos se encuentra Agustín Alfredo Almirón, sicario al que apodan Calamar, que está acusado de ser el asesino del sindicalista de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (Uatre) Mauricio Cordara, quien fue acribillado el 18 de noviembre pasado en Colón, provincia de Buenos Aires, en la puerta de la casa del exdiputado Pablo Ansaloni. Calamar estaba con pedido de captura desde esa fecha.
Un dato clave para la detención de los tres sospechosos que habrían actuado en el crimen del policía de 50 años, homicidio ocurrido el jueves pasado, fue la obtención de huellas en el Citroën C3 que usaron los asesinos. A partir de que se identificaran a los presuntos autores, los agentes de la AIC comenzaron anteayer, tras el sepelio del policía, la búsqueda de los sicarios, que fueron detenidos en distintas zonas del norte de Rosario. Todos pertenecerían a la banda conocida como Los Romero, un clan narco cuyos integrantes están en prisión.
La principal hipótesis del crimen, según desgranaron distintas fuentes de la investigación, pasa por un homicidio en ocasión de robo. Es lo que surge a partir de las filmaciones del crimen. En las cámaras de seguridad cercanas al edificio de la AIC se observa que a Carmona le sustraen un bolso que llevaba en el auto, tras romper los vidrios de una ventanilla. El policía alcanza a desenfundar el arma –no está probado hasta ahora si realizó algún disparo- y es inmediatamente ejecutado por uno de los jóvenes, que sería Almirón. El efectivo murió a causa de ocho disparos, dos en el tórax y cuatro en las piernas.
El fiscal Alejandro Ferlazzo, a cargo de la investigación, confirmó que la principal hipótesis es la de un intento de robo, pero aclaró que no se descartan otras líneas que surjan en la investigación.
El representante del Ministerio Público fue cauteloso sobre el móvil del asesinato, a pesar de que desde la policía se buscó establecer esa línea desde un principio. Mañana se hará la audiencia imputativa, en la que se acusará a los detenidos para que el juez dicte la prisión preventiva.
Esa hipótesis se sustenta en que a Carmona le sustrajeron un bolso negro, de tipo táctico. Qué había en ese bolso es un misterio. Fuentes de la AIC señalaron que ese elemento de prueba no se logró encontrar en los allanamientos. D
e manera informal, los detenidos habrían dicho que no había dinero en el morral, según las fuentes policiales. Ese es un punto clave. Porque la sospecha recaía en que el policía llevaba dinero. Antes de ser asesinado, Carmona había estado realizando tareas de adicionales en una financiera del centro de la ciudad. Ese es un punto dudoso. El interrogante es por qué los homicidas decidieron interceptarlo en la puerta de la AIC, donde hay mayores riesgos de que fueran detenidos.
Los peritajes que se realizaron al Citroën C3 -en el que movían y abandonaron a cinco cuadras los asesinos- no lograron extraer la información del GPS del auto para verificar el recorrido. Es decir, si lo seguían al policía desde la financiera. El GPS estaba averiado. Estaba previsto que se envíe el aparato a la fábrica Citroën para ver si podían obtener esa información. Por ahora tampoco tienen las imágenes de las cámaras del centro de la ciudad, donde se podría determinar el recorrido. Otro punto es el peritaje del teléfono del policía, que aún no se completó. De los datos del teléfono se podría obtener el recorrido que hizo en momentos antes del ataque.
Uno de los supuestos autores materiales del homicidio de Carmona sería Almirón, un joven que estaba siendo buscado por otro crimen que provocó un fuerte impacto político, como se trató el asesinato del dirigente del gremio de Uatre en Colón, provincia de Buenos Aires, Mauricio Cordara, que fue ejecutado el 18 de noviembre pasado en la puerta de la casa del exdiputado Pablo Ansaloni, quien en ese momento disputaba la conducción del gremio.
La investigación que hizo la fiscal bonaerense Magdalena Brandt determinó que Almirón, el sicario que viajó desde Rosario para llevar adelante el crimen se equivocó de víctima. Le habían pagado para ejecutar a Ansaloni, que ese día no viajó desde Buenos Aires a Colón, porque se encontraba en Misiones de campaña electoral por la conducción del gremio.
Almirón forma parte de la banda de los Romero, un clan narco del norte de Rosario, cuyos principales líderes están presos. ¿Por qué un grupo vinculado a la venta de drogas y al sicariato se involucrarían en un robo? La respuesta que encontraron los investigadores, con base en información de calle, es que esta banda estaba en una mala situación económica y para recomponer el negocio de la distribución de cocaína debían financiarse con otro tipo de delitos, entre ellos, salideras y escruches a casas fuera de Rosario.
Calamar es el hijo de Germán Almirón, un expolicía que fue condenado en 2017 por facilitar la fuga del sicario de la banda de Los Monos Juan Domingo Ramírez, quien se fue caminando de la jefatura de la Policía en 2014. La pareja del narco declaró que le tuvo que entregar un Citroën C3 a Almirón en concepto de pago de soborno para que dejara que se fugara Ramírez. Almirón se desempeñaba en la División Judiciales de la Policía, que actuaba como brazo ejecutor del juez Juan Carlos Vienna en el marco de la primera causa contra Los Monos.
Almirón quedó enredado en ese tiempo en otra trama que nunca se terminó de dilucidar ni terminó con condena. En una escucha telefónica que había ordenado el juez Carlos Vera Barros en el marco de una causa por narcotráfico aparecía la voz de este expolicía hablando con un preso que había sido testigo protegido en la causa de Los Monos. En la conversación que Almirón mantuvo con Aarón Treves se referían a un supuesto plan para matar al juez Vienna, al que prometían convertirlo en “salchicha”.
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