Condenaron a un sacerdote a 15 años de prisión por abusar de niños en un jardín de infantes
Tulio Mattiussi fue encontrado responsable de los ataques sexuales sufridos en 2017 por cinco menores, de entre 3 y 5 años; el portero del establecimiento de educación inicial también fue sentenciado a 15 años de cárcel
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El sacerdote Tulio Mattiussi fue condenado a 15 años de prisión al ser encontrado culpable de abusos sexuales sufridos por cinco niños en el jardín de infantes Belén, en la ciudad bonaerense de San Pedro. Mattiussi, de 49 años, fue condenado junto con Anselmo Ojeda, de 61 años y portero de ese establecimiento educativo de nivel inicial, quien recibió la misma pena por el delito de abuso sexual agravado. El Tribunal Oral 2 de San Nicolás absolvió, en cambio, a la preceptora María Luján Rubíes.
Los hechos denunciados ocurrieron en 2017 y ambos condenados permanecerán en prisión domiciliaria, con monitoreo de tobillera electrónica, hasta que la sentencia quede firme.
“Lo primero que resulta destacable es que los niños fueron oídos en este juicio, ya sea de manera indirecta a través de sus padres y psicólogas, como de manera directa mediante la proyección de las entrevistas de cámara gesell”, había señalado la semana pasada el fiscal Hernán Granda durante su alegato, en el que solicitó 22 años de prisión para el sacerdote Mattiussi, el portero Ojeda -el único que llegó al juicio privado de su libertad bajo el régimen de prisión domiciliaria- y la preceptora Rubíes.
Al repasar toda la prueba, el representante del ministerio público recordó que la primera señal de alarma fue una serie de síntomas inexplicables y cambios abruptos de conducta en las víctimas, cuatro nenas y un nene.Tras la realización de pericias, entrevistas de cámara gesell y sesiones con psicoterapeutas especializadas, pudo establecerse que se trataba de signos de abuso sexual infantil, cuyos autores los menores identifican claramente en su relato.
”Los chicos lloraban mucho, niños que habían logrado el control de esfínteres de repente lo perdieron. También se produjeron cambios de carácter: se volvieron introvertidos, empezaron a presentar resistencia a ir al jardín, a tener actitudes de enojo o violencia, a manifestar temor por la vida de sus padres y a tener un comportamiento sexual atípico con lenguaje no acorde a su edad” dijo.
Además de estos cambios actitudinales, se empezaron a evidenciar signos clínicos, como vulvovaginitis en las nenas, fiebre, vómitos a repetición y otras manifestaciones que no se podían vincular con diagnóstico alguno.
Granda destacó también que “los niños refirieron siempre lo mismo cada vez que se les preguntó, ya sea frente a padres, abuelos, psicólogas o peritos”, quienes a su vez coincidieron en la “imposibilidad de la implantación de un discurso de este tipo” y calificaron sus relatos como “espontáneos, consistentes y verosímiles”.
El fiscal dedicó un tramo de su alegato a desmontar el argumento esgrimido por la defensa, de que los acusados “no tenían contacto con los niños”, que éstos estaban siempre bajo la mirada atenta de sus docentes y que los imputados no dispondrían de tiempo o espacio material para cometer los abusos.
”Este tipo de abusos, consistentes en tocamientos, se puede cometer en diez minutos, en cinco, en uno y en hasta 30 segundos. Es decir que los hechos tenían el tiempo, el modo y el lugar para producirse”, dijo.
Para concluir su alegato, el fiscal fue enfático en asegurar que “los hechos juzgados se han probado en el transcurso de este debate y no hay posibilidad de concluir otra cosa”.
El debate oral y público se inició el pasado 9 de mayo y a lo largo de las cinco audiencias, que se extendieron por más de 12 horas, desfilaron decenas de testigos, mientras, afuera, se manifestaron diferentes agrupaciones de mujeres, contra el abuso eclesiástico y el abuso sexual infantil.
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