Con un fuerte operativo de seguridad, comenzó el juicio contra Marcos y su organización criminal
El sindicado capo narco de la villa 1-11-14, Marco Antonio Estrada Gonzales, alias Marcos, ingresó a los tribunales de Comodoro Py 2002 en el madruga de hoy escoltado por el Grupo Especial de Intervención (GEI) del Servicio Penitenciario Federal, pocas horas antes del inicio del juicio contra la mayor banda de traficantes de drogas que opera en la región metropolitana.
Además de Marcos serán juzgadas otras 43 personas, entre ellas su esposa y su suegra, como parte de esa organización narcocriminal que desplegó su poder de fuego desde de la villa 1-11-14 en el Bajo Flores.
Con un fuerte operativo de seguridad que contó con 29 agentes de SPF designados para custodiar a los 43 acusados (40 llegaron al debate oral en condición de detenidos), empezó el juicio en Tribunal Oral Federal 3, que sesionará en la sala AMIA en el subsuelo de los tribunales de Retiro.
Marcos, de campera roja, remera blanca y un pantalón bordo, se ubicó en la primera fila junto a su defensora, Laura Fechino. El resto de los acusados completaron todas las hileras de la sala, rodeados de agentes penitenciarios que los observaban de cerca, mientras unos pocos familiares de los imputados intentaban saludarlos.
Según informaron fuentes judiciales, este debate oral tendrá audiencias todos los viernes y las primeras cuatro sesiones se utilizarán para leer los requerimientos de los cuatro pedidos de elevación a juicio que tienen como acusado central a Marcos. La ronda de testimonios de los acusados se iniciara tras la feria judicial.
El camino judicial de Marcos comenzó en 2004 cuando fue por primera vez condenado por narcotráfico. Luego, fue detenido en noviembre de 2008 en Paraguay. En 2013 aceptó un juicio abreviado y fue condenado a seis años. Marcos recuperó la libertad en 2014, cinco meses antes de cumplirse las dos terceras partes de la sentencia, a cambio de fijar un domicilio, "abstenerse de usar estupefacientes o de abusar de bebidas alcohólicas", "no cometer nuevos delitos" y presentarse periódicamente ante la justicia.
A partir de entonces se instaló en el barrio privado "La Cecilia", en Ezeiza, donde fue detenido nuevamente detenido en 2016 por orden del juez federal Sergio Torres. Se sospechaba que Estrada Gonzales, hoy de 56 años, seguía al mando de la banda narco que en esos momentos no solo dominaba sectores importantes de la villa 1-11-14, sino también generaba un fuerte y visible impacto en su zona de influencia, donde se incrementó la cantidad de homicidios.
Según fuentes judiciales, la operatoria de la banda narcocriminal se extendía, incluso, por varias zonas del conurbano bonaerense. Cada semana la poderosa organización tenía a su disposición 1.225.000 pesos. Es decir que ese grupo que regenteaba el narcomenudeo en un importante área metropolitana, recaudaba, en promedio, cinco millones de pesos mensuales y su ganancia anual puede estimarse entonces en, al menos, 60 millones de pesos. Esa magnitud de la banda de Marcos se desprende de la resolución que firmada por el entonces juez federal Sergio Torres (hoy integrante de la Suprema Corte bonaerense), que procesó a Estrada Gonzales y a su mujer, Silvana Salazar, al considerarlos organizadores de una cadena destinada al tráfico ilícito.
El mecanismo esta gran banda narcocriminal definió que aquellos que se encargaban de la organización y del financiamiento casi nunca tenían contacto con el producto. Otros cumplían funciones puntuales dentro y fuera de la villa 1-11-14, para vender el material acopiado. En un nivel inferior, pero con un rol central, estaban los que controlaban las operaciones, supervisan a los vendedores y recolectaban las ganancias de las transacciones. Se trata de una de las más complejas bandas criminales argentinas.
Para que nada sorprendiese al grupo, se contaba con la ayuda de los denominados "campanas", encargados de detectar y alertar sobre la presencia de extraños en las cercanías de los puestos de venta de drogas; "soldados" o "perros", hombres armados que impedían el acceso a la zona protegida; "punteros" o "corners", personas que se encargaban de la venta en esquinas vigiladas por los "perros" o "soldados", y las "mulas" o "burritos", los elegidos para trasportar la mercadería desde la villa 1-11-14 hacia otros destinos.
Según se detalló en una resolución judicial, también, Marcos mientras se encontraba en prisión domiciliaria en una imponente residencia ubicada en Ezeiza continuaba liderando la banda que operaba en el Bajo Flores. Además, según esa resolución judicial dictada por el juez Torres, que desarrolló la etapa de instrucción, el clan lavaba activos a través de lavaderos de autos y utilizaba la estructura de iglesias evangélicas -mediante la alteración del llamado diezmo- para integrar al circuito legal las ganancias obtenidas por la venta de drogas.
A lo largo de la extensa investigación que llevó a Marcos al banquillo de los acusados se hicieron distintos tipos de allanamientos donde se secuestraron más de 500 kilos de drogas y armas que evidenciaban la gran potencia de fuego de esa organización criminal, una capacidad de intimidación que usaron dentro y fuera de la villa 1-11-14.
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