“¿Cómo te vas a parar de manos?”. Golpes y gritos, cómo actuaba la banda que robaba casas en San Isidro, según las víctimas
La jueza de Garantías Andrea Rodríguez Mentasty dictó la prisión preventiva para uno de los jefes de la orginización criminal y dos de sus cómplices
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Cuando escuchó los ruidos en la planta alta, lo primero que hizo Nicolás A. fue agarrar una botella de vidrio para intentar defenderse. Era evidente que habían entrado ladrones en su casa de Acassuso, en San Isidro. Pocos segundos después, un delincuente armado con un revólver plateado bajó por la escalera. En ese momento todo fue muy rápido. Se le tiraron encima. No era solo un delincuente. Eran tres. Le pegaron culatazos con un arma y, también, lo golpearon con una barreta de hierro. Uno le espetó: “¿Como te vas a parar de manos?”. La víctima, maniatada con precintos, le indicó dónde estaba la caja fuerte. Los asaltantes se hicieron de un botín de 10.000 dólares y un reloj marca Tag Heuer y se dieron a la fuga.
Eran las 22.20 del 12 de febrero pasado y el primer golpe de una organización criminal que durante tres meses protagonizó una serie de robos en casas de San Isidro, donde se apoderó de 123.500 dólares, 6000 euros, $1.355.000, 34 monedas de oro valuadas en U$S 1.530.000, relojes de primeras marcas y joyas.
El lunes pasado, la jueza Garantías Andrea Rodríguez Mentasty dictó la prisión preventiva para tres de los supuestos integrantes de la banda: Gastón Refatti, Juan Gabriel Antivero y Ramón Medina.
Un día antes, como informó LA NACION, los investigadores judiciales y policiales, habían logrado detener a otros dos sospechosos: Walter Araya y C. B., de 26 años.
“Con la detención de Araya y de C. B. quedó desbaratada la banda delictiva que robaba casas en San Isidro. Se trata de un delincuente, con antecedentes por robos, devenido en empresario. Con el dinero que obtenía en los atracos compraba propiedades en barrios humildes, las refaccionaba y las ponía en alquiler, adquiría automóviles y se transformó en prestamista a tasas usureras”, había dicho a LA NACION un detective judicial tras la detención de los sospechosos.
La investigación que permitió desbaratar a la organización criminal estuvo dirigida por Patricio Ferrari, uno de los dos fiscales generales adjuntos de San Isidro, con la colaboración de detectives de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de San Isidro de la policía bonaerense.
Araya, de 35 años, está considerado jefe y coordinador de la organización criminal, en complicidad con Refatti, explicaron fuentes judiciales.
La violencia ejercida por la banda quedó explayada en la resolución de la jueza Rodríguez Mentasty, donde dictó la prisión preventiva de Refatti, Antivero y Medina, a partir del relato de las víctimas.
“A las 23 salgo al jardín mirando al lado de las vías y sin sentir nada vino una persona que me tapó la boca. Después vino otra y me dijo: ´Tranquila, venimos a buscar la plata´. Me dejaron el celular al lado mío diciéndome que no me lo iban a robar. Una vez adentro, ataron con precintos a mi marido. Después empezaron a recorrer la casa conmigo y yo les dije que iba a abrir la caja de seguridad. Cuando estábamos arriba me repitieron muchas veces que venían a buscar plata, oro y armas. También tenían un handy, hablaban con alguien que estaba afuera, al que le decía ´comisario´y al que le comentaban que nosotros estábamos tranquilos”, recordó Claudia J., vecina de Beccar, víctima de la banda el 17 de febrero pasado.
La comunicación con el “comisario” no fue casual. La sospecha de los investigadores judiciales y policiales es que así llamaban a Refatti, quien esperaba a sus cómplices en una camioneta 4x4 en las cercanías de las casas robadas. “Les hacían creer a las víctimas que tenían la colaboración de un jefe policial”, dijo una fuente de la investigación.
El 8 de marzo pasado, la organización criminal volvió a atacar. La víctima fue Ronaldo Q., un vecino que vive a pocas cuadras del San Isidro Golf y que fue sorprendido cuando estaba en la cocina. Lo inmovilizaron y lo ataron con precintos. Los ladrones que irrumpieron en su casa tenían la cara tapada con barbijos y gorra.
“Mientras lo amenazaban con un arma de fuego, la víctima insultó a los ladrones, entonces uno de ellos, el único que estaba armado, lo golpeó con la parte trasera del arma en la cabeza a la altura de la ceja izquierda. Luego lo pasearon por la casa exigiendo la caja fuerte y dólares.
Otro robo ocurrió el 31 de marzo pasado en La Horqueta, en San Isidro, a las 20.50. Todo fue sorpresa y miedo cuando la hija de 16 años de la dueña de casa entra en la habitación de su padre. La tenían sujeta tres delincuentes, una le tapaba la boca para que no gritara.
“No me mires. Abrí la caja fuerte y dame todos los dólares”, le gritó uno de los ladrones mientras le apoyaba un revólver en el pecho.
Bajo amenazas, Verónica P. abrió la caja fuerte que estaba junto al vestidor. Los ladrones se apoderaron de 700.000 pesos, joyas varias, como un anillo de brillantes y otros objetos de valor. La mujer y su hija quedaron maniatadas en el vestidor. Los delincuentes también llenaron un bolso negro con camisetas, pantalones y buzos deportivas.
Los robos y la violencia se repitieron hasta fines de mayo pasado, cuando fueron detenidos Refatti y dos de sus cómplices.
Los ladrones que ingresaron en casas de Acassuso, Beccar, Las Lomas, La Horqueta y Martínez, donde concretaron los robos, estaban vestidos de negro, tenían sus rostros cubiertos por pasamontañas o barbijos y en sus manos llevaban guantes para no dejar huellas. Los robos ocurrieron en la franja horaria entre las 20 y 23.
El modus operandi se repitió en todos los robos: los ladrones ingresaban en las propiedades por los fondos, después de acceder por terrenos baldíos u obras en construcción. Generalmente, se encontraban con una puerta o venta abiertas o, si era necesario, las abrían por la fuerza.
“No se trataban de entraderas [modalidad delictiva donde los delincuentes sorprenden a las víctimas cuando ingresan en sus casas] o escruches [suceden cuando los residentes no están], los robos protagonizados por ´la banda del falso comisario´ ocurrían cuando las víctimas estaban en sus casas y eran sorprendidas cuando cenaban o descansaban. En cada caso, hubo una inteligencia previa”, dijo, en su momento, a LA NACION un investigador.
Ahora, la organización criminal está desbaratada y con sus dos presuntos jefes presos.
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