Cómo es el ingenioso sistema que usa Cantero para dar órdenes desde la cárcel
El líder de Los Monos triangula sus llamadas entre las cárceles de Marcos Paz, Ezeiza y Piñero
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El 13 de septiembre pasado, Máximo Ariel Cantero, alias Guille, cerró un negocio narco por WhatsApp desde la cárcel de Marcos Paz. Había encontrado un reemplazante a su antiguo lugarteniente Brandon Bay en la zona portuaria de San Lorenzo, en Santa Fe. Marcos Mac Caddon, un productor musical, le ofreció la suma de 1.000.000 de pesos por semana para manejar la red de búnkeres con la franquicia de Los Monos.
“Estamos hablando de un negocio grande. Por eso te lo quiero ceder esto a vos para que me des el apoyo. Antes te daban 600 lucas. Yo te voy a dar 1.000.000 por semana”, le ofreció Mac Caddon a Cantero, a través de un audio de WhatsApp que le llegó a través de la “operadora narco”.
También le aclaró que a él “no le interesa el cartel”. Y le dijo al líder de Los Monos que en esa zona “los políticos se enojaron”, después de los crímenes que protagonizó su antiguo socio Brandon Bay, a quien el exministro de Seguridad de Santa Fe Marcelo Saín definió como un narco que “mata a lo mexicano”. Bay, de 26 años, acusado de tres homicidios está sospechado de descuartizar a dos hombres cuyos restos fueron encontrados en dos contenedores de basura en diciembre pasado.
Cantero seguía con el control del negocio narco desde la cárcel hasta la semana pasada, a pesar de que su celda fue allanada dos veces en este último tiempo: el 23 de agosto y otra vez el 3 de setiembre. Enfrentó esas requisas luego de que un día antes de que comenzara el juicio por el que fue condenado a 22 años de prisión el jueves pasado dos hombres dispararan contra el Centro de Justicia Penal.
Los contactos telefónicos que seguía manteniendo Cantero con otros miembros de la banda desde Marcos Paz figuran en dos extensas investigaciones que realizaron de manera coordinada por primera vez la justicia federal y provincial desde marzo pasado, cuando se conformó el “equipo conjunto de investigación”. Esta unidad está integrada por fiscales federales, como Claudio Kishimoto, Adriana Saccone y Diego Iglesias, titular de la Procuraduría de Narcocriminalidad y Santiago Marquevich, jefe del área Antisecuestros, con los jefes de la Unidad de Criminalidad Organizada Matías Edery y Luis Schiappa Pietra. El objetivo de este equipo fue trabajar de manera coordinada “estrategias de intervención acordes con la gravedad, complejidad y magnitud de la narcocriminalidad en Rosario”.
El sonido de los helicópteros y las sirenas de los patrulleros de la Policía Federal despertó a los vecinos de Villa Gobernador Gálvez y de los barrios Godoy y Triángulo en el sudoeste de Rosario, donde se concentró un operativo de grandes dimensiones contra la banda de Los Monos, que incluyó 46 allanamientos y 31 orden de detenciones, libradas por los dos juzgados federales de Rosario.
El despliegue de los efectivos de la Policía Federal, enviados desde Buenos Aires, comenzó el viernes a la noche y continuó durante la mañana del sábado. El operativo se centró en la banda de Los Monos, a partir de dos causas que comenzaron a investigarse este año. Fueron detenidas 22 personas, unas 1000 dosis de cocaína, un par de armas y 20.000 dólares. También se produjeron allanamientos en las cárceles de Marcos Paz, donde está alojado Cantero, y en los penales de Coronda y Piñero, en Santa Fe, donde en esta última se secuestró cocaína.
En la pesquisa se detectó que Cantero usaba un método particular para comunicarse desde la cárcel. Se contactaba a un celular de otro preso en el penal de Ezeiza. Este recluso llamaba a su vez con otro teléfono móvil a los miembros de Los Monos que están en la cárcel de Piñero, que escuchaban la voz de Cantero que hablaba por el teléfono público de Marcos Paz. Ese teléfono le fue incautado dos veces en las últimas semanas, luego de las amenazas al Poder Judicial que hizo el líder de Los Monos.
Con ese método el 17 y 19 de setiembre pasado Guille se comunicó con Leandro Vinardi, miembro de la banda y exjefe de la barra de Newell’s, que está preso en Piñero, para moldear el negocio de la droga en otras zonas, como en barrio Godoy, donde actuaba Pablo Caminos. En su celda hoy encontraron bolsas de cocaína.
Una causa se empezó a perfilar en marzo pasado en barrio Godoy, donde a costa de crímenes y balaceras los Cantero desplazaron del negocio de la venta de droga a Esteban Alvarado, preso actualmente en el penal de Marcos Paz. La otra causa que motivó los allanamientos, sobre todo en Villa Gobernador Gálvez, es el secuestro de Franco Martins que ocurrió en junio pasado. Ese hecho también está vinculado al mercado de la droga que manejan Los Monos desde las cárceles.
La primera investigación se centró en el dominio de grupos narco en el barrio Godoy y Triángulo de Rosario. El que controlaba esa zona era Esteban Alvarado, un narco que está preso en la cárcel de Marcos Paz. Pero la violencia fue la que marcó un nuevo capítulo.
Los Monos pagaron a dos sicarios 270.000 pesos para que ejecutaran a Nicolás Ocampo, alias Fino, uno de los gerentes de Alvarado. El crimen se concretó de manera quirúrgica el 22 de abril pasado, cuando los sicarios Uriel Reynoso y Brian González mataron a Fino dentro de su camioneta Toyota Hilux en la puerta de su casa. En el asiento de atrás estaba su pequeño hijo de dos años, ahijado de Alvarado, que no sufrió un rasguño.
A partir de ese crimen, Guille Cantero empezó a copar el oeste rosarino para manejar la venta de drogas que hasta ese momento controlaba su enemigo en el mercado, Esteban Alvarado. La investigación tuvo que cambiar el enfoque. Comenzó con Alvarado y terminó con Los Monos, lo que marca la dinámica vertiginosa del negocio de la venta de drogas en Rosario.
La estrategia de Cantero fue ocupar a través de franquicias dos zonas que dominaba Alvarado, como barrio Godoy y sus alrededores, y la localidad de San Lorenzo. Ese plan se concretó con el sello de Los Monos: las balas. Según la investigación, en los barrios Godoy y Triángulo, la zona en disputa, se produjeron 23 ataques a balazos y 12 homicidios en el último año.
Los hombres de Alvarado que manejaban el negocio de la droga en esa zona del oeste de Rosario eran Gabriel Martínez, Rodolfo Aguilera, que fue asesinado el 17 de junio de 2020, y Claudio Mansilla, quien lideró el golpe comando a la cárcel de Piñero el 27 de junio y se encuentra prófugo.
La otra causa que profundizó el “equipo conjunto de investigación” integrado por fiscales federales y provinciales fue un secuestro extorsivo que también está vinculado al accionar de la banda de Los Monos.
El secuestro de Franco Martins, hijo de un empresario de Arroyo Seco, ocurrió el 23 y 24 de julio pasado. El hecho se planificó desde el pabellón Nº7 de la cárcel de Piñero, donde en ese momento estaba ocupado por miembros de Los Monos.
El episodio tuvo amplia trascendencia pública por los audios que familiares de Martins filtraron a los medios, en los que los narcos amenazaban con cortarle un dedo a la víctima si no entregaban los 50.000 dólares que exigían para liberarlo, aunque después terminaron por aceptar 10.000 dólares en una entrega que se concretó en el llamado puente de Cargill, en esa localidad vecina a Rosario.
El plan para secuestrar a Martins surgió como iniciativa de dos vendedores de droga, Virginia Malvestitti y su pareja Pablo Pascua, preso en Piñero. Le debían dinero a Los Monos por drogas que le habían incautado a Pascua cuando lo aprehendieron en Villa Gobernador Gálvez, y el secuestro sirvió para saldar esas deudas con Cristian Avalle, un hombre cercano a Guille Cantero.
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