Como Caín y Abel, pero en Esteban Echeverría: drama y asesinato en Monte Grande
Como en la historia bíblica de Caín y Abel, pero en Esteban Echeverría; un crimen entre hermanos, pero en un ambiente de sordidez que incluyó un drama que, en el principio de los tiempos, no existía: la violencia de género.
La investigación formal de esta historia comenzó el 22 de enero pasado, cuando efectivos de la policía bonaerense hallaron el cadáver de Alberto Francisco Balbuena, alias "Petro", de 46 años, enrollado con una frazada azul y con una bolsa de nylon en la cabeza, en un descampado de Monte Grande. Después de casi cuatro meses de paciente pesquisa, los detectives lograron descubrir la trama detrás del cruento final de "Petro", asesinado de un martillazo en la cabeza: una trama que enlaza la traición, la violencia de género, una relación con la misma mujer, el asesinato y el pacto de silencio.
Fuentes judiciales contaron a LA NACIÓN que el jueves pasado un grupo de efectivos arrestó a Mariano Balbuena, de 49 años, hermano de "Petro", como el principal sospechoso del crimen. Pero antes de llegar a ese final, los detectives a cargo de la investigación debieron reconstruir la semblanza de una familia atravesada por la fatalidad.
Hace 15 años "Petro" Balbuena salió de la cárcel de Sierra Chica, donde purgó sentencia por robo. Según relataron los voceros judiciales, una vez libre no tenía dónde ir. Su hermano Mariano lo llevó a vivir a su casa, en La Calandria 2731, Monte Grande.
Mariano, que es colectivero, vivía allí con su pareja, Lidia, y sus tres hijos. Al principio todo parecía funcionar; la idea era que duraría hasta que "Petro" rearmara su vida y pudiera ir a vivir a otro lado. Pero eso nunca pasó.
Mientras, la relación entre Lidia y Mariano comenzó a desmoronarse hasta que una serie de conflictos, según dijeron las fuentes judiciales, derivó en una abrupta separación. Mariano, sin más, agarró sus cosas y se fue; "Petro", testigo de la debacle familiar, se quedó. Su llegada, de hecho, era una pieza clave en la trama de la separación. Al poco tiempo de la partida de su hermano, "Petro" y Lidia comenzaron una relación sentimental. Eso provocó un estruendo en la familia.
El hijo mayor de Mariano y Lidia, hoy de 27 años, fue el primero en irse y se unió a la Gendarmería. Lo siguió el del medio, que ahora tiene 17 y que, al poco tiempo, no toleró más la situación y se fue a vivir con los abuelos maternos. En tanto, Mariano no volvió a hablar con Lidia y la familia quedó partida a la mitad. El único de los hijos que se quedó en la casa de Monte Grande fue el más chico, hoy de 11 años.
Pero el amor no redimió a "Petro". Según testigos, se volvió cada vez más violento con Lidia, que es portera de un colegio de la zona. Le reclamaba plata, salía "de gira" por las noches sin destino cierto y muchas veces ni siquiera volvía a dormir. La relación entró en un estado crítico: Lidia le había sacado las llaves de la puerta de la casa y solo le dejó las del portón de calle, por lo que cada vez que "Petro" quería entrar, Lidia era quién le abría.
Los investigadores relataron que Balbuena mantenía un "estilo de vida hippie". Vendía cosas por las calles y se las rebuscaba para conseguir plata. Así vivieron durante algunos años hasta que la situación quedó al borde del abismo.
Los detectives relataron que la noche del 21 de enero pasado, pocas horas antes de que la vida de "Petro" terminara con la cabeza partida de un martillazo, él le exigió a Lidia más plata. Ella se la dio para que no la molestara más. Balbuena, como solía hacer, salió a dar vueltas. Pero ella ya no aguantaba más: tomó el teléfono y llamó a su ex.
Le contó todo lo que estaba pasando. Mariano, quien había formado otra familia, la escuchó y le dijo que más tarde iría a ayudarla. Al rato, "Petro" volvió envalentonado y le tocó la ventana a Lidia para reclamarle más dinero. Ella le dijo que no y comenzaron a discutir violentamente.
La mujer, cansada de la situación, cedió por última vez; le dio otros mil pesos, pero le aclaró: "No te quiero ver nunca más". Lidia pasó la noche de calor con miedo, sin sospechar el dramático final.
Voceros de la causa contaron que a las seis de la madrugada "Petro" volvió. Pero en la casa también estaba Mariano. No se veían hacía años.
Los hermanos Balbuena comenzaron a discutir. El cruce aumentó su tensión palabra a palabra. Según las declaraciones de Lidia, Mariano le reclamaba a "Petro" que se había quedado con su casa y que le debía plata. "Petro", en respuesta, agarró una botella y se la lanzó a su hermano. Ahí cruzaron el punto límite. Mariano tomó un martillo y lo golpeó; primero lo desmayó y luego le dio el golpe letal en la cabeza.
Ni Lidia ni Mariano podían creerlo, pero "Petro" estaba muerto. Según se reconstruyó en la investigación, Mariano tomó una frazada azul y a su hermano "lo enrolló como a un matambre". La cabeza quedó a la vista y le puso una bolsa de nylon negra para taparla. Alzó el cuerpo sobre su hombro y salió. Mientras cargaba el cadáver para meterlo en el baúl de su Ford Sierra llamó a Lidia para que lo ayudara. Lo acomodaron. Se subió al auto y pisó el acelerador. No paró hasta que llegó a un descampado a unas 40 cuadras de la casa en la que alguna vez vivió con Lidia, y se deshizo del cuerpo del hermano que lo había traicionado.
Según una testigo de la causa, que fue investigada por la Unidad Funcional de Instrucción N°1 de Esteban Echeverría, a cargo del fiscal Andrés Devoto, a Mariano Balbuena se lo había escuchado decir: "Yo a ese lo voy a asesinar y a tirar en un descampado". Cumplió la promesa y, por motivos muy distintos, reeditó la leyenda bíblica del primer homicidio de la raza humana; fue Caín y su hermano, Abel.
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