Cocaína y sicarios: la ruta de la droga que abastece a una guerra narco se origina en el conurbano bonaerense
Los investigadores determinaron que los clanes que sostienen una guerra por la venta de drogas son abastecidos por organizaciones criminales de Buenos Aires
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ROSARIO.-La ruta de la cocaína tiene distintas trazas en la Argentina. Como si fuera una autopista con salidas que se bifurcan para cada destino final. Hay uno que comenzó a consolidarse con mayor fluidez desde la pandemia, y que da vueltas el paradigma de que Rosario es un polo distribuidor de droga para distintas provincias. “El 90 por ciento de la droga que se comercializa en Rosario proviene del conurbano bonaerense”, afirmó a LA NACION Matías Edery, fiscal de la Unidad de Criminalidad Organizada.
Otro rasgo que empieza a verse es que esta dinámica del negocio llevó a que miembros de grupos narco de Rosario empiecen a instalarse en puntos estratégicos del conurbano, como Moreno, San Martín y General Rodríguez, para estar cerca y tener control sobre el acopio de los cargamentos de droga.
Desde 2021 Daniel Godoy, un engranaje clave de la banda de Los Monos que fue detenido el jueves de la semana pasada por la Policía Federal, se había instalado en una casa en la avenida Hipólito Yrigoyen 1460, en General Rodríguez. Vivía en una residencia con una amplia vereda tapizada con césped, donde podía dejar estacionado su auto, y un jardín bastante frondoso, a solo cuatro cuadras de la municipalidad de General Rodríguez.
Había decidido irse a vivir allí, porque los fiscales Luis Schiappa Pietra y Edery estaban tras sus pasos. Lo habían detenido en 2021 por el crimen de uno de sus competidores en la zona norte de Rosario, el barra de Newell’s Marcelo Medrano, quien fue acribillado en una estación de servicio de Granadero Baigorria, ciudad vecina a Rosario.
Los investigadores no recolectaron evidencias suficientes para acusarlo por el asesinato. Finalmente fue acusado por lavado de dinero, porque se detectó que –como también hacía la víctima- recurría a una cueva financiera en el exclusivo barrio Puerto Norte de Rosario para adquirir dólares blue para poder proveerse de droga.
Godoy adquiría la cocaína en Moreno y General Rodríguez. Por eso después decidió instalarse en esa zona. Según la investigación que llevaron adelante los fiscales Claudio Kishimoto, Diego Iglesias, titular de Procunar, y Matías Scilabra, los cargamentos de droga desde el conurbano eran trasladados en un camión frigorífico marca Izuzu, que custodiaba en la ruta Diego Godoy, uno de los dos hermanos policías del narco rosarino.
Camuflados entre media reses trasladaban la cocaína que después se distribuía en el norte de Rosario y en localidades como San Lorenzo, Granadero Baigorria y Capitán Bermúdez. Uno de los contactos que Godoy tenía en Buenos Aires era Hugo Colque, quien sería uno de sus proveedores. El 19 de febrero de 2021, Godoy le hizo un pedido por teléfono. “Amigo ando necesitando una o dos muestras de la blanca para meter dos enteros”. El proveedor le dijo ese día que le había salido un negocio y que podía “cambiar dos paquetes” por una casa.
“Con dos (kilos) me dan la llave”, admitió Colque. En otro tramo, Godoy destacó las ventajas del conurbano bonaerense para su negocio narco. “Hay una banda acá (de droga). Si vamos acomodando todo bien hacemos un chiquero. No voy más para allá (para Rosario)”, afirmó Dany, quien tenía vínculos directos con un sector de la hinchada de Boca, que opera en Moreno, llamados “Los pibes de Moreno”. El nexo con ese grupo era Matías Contreras, a quien Godoy visitaba con frecuencia en su casa en Joaquín V. González al 7000, donde se sospecha que se acopiaba la droga.
Hay otros engranajes del narco rosarino, también ligados a Los Monos, que empezaron a asentarse en la provincia de Buenos Aires, como es el caso de Leonardo Saravia, conocido en el ambiente criminal, como Leo Rey. Este hombre, que tenía relación directa con el histórico jefe de la banda de Los Monos, Ariel Cantero, alias El Viejo, fue detenido cerca de Pergamino el sábado de la semana pasada con 22 kilos de cocaína de máxima pureza. El último jueves fue imputado Saravia por el juez federal Carlos Vera Barros.
Esa droga iba primero a un laboratorio clandestino en la localidad de Pérez, donde la estiraban con insumos químicos hasta superar los 100 kilos, que –según los investigadores- les alcanzaba para la comercialización en los búnkeres en Villa Banana y Vïa Honda para todo un mes. Leo Rey había adquirido ese cargamento por US$198.000.
Esa inversión, de acuerdo a las fuentes, la recuperaban en menos de 30 días y obtenían una ganancia neta de unos US$300.000 con la venta al menudeo. Como en el caso de Godoy, que cambiaba la recaudación de los búnkeres por dólares blue en la cueva del financista Marcelo Fornes, quien fue condenado por lavado de activos, Leo Rey usaba la misma mecánica, porque los pesos se hacen difíciles de acopiar y no sirven para pagar a los proveedores bonaerenses.
Otro clan que se había asentado en el conurbano era la banda liderada por Ramón Insaurralde, que se había mudado a Lomas de Zamora, y desde esa zona dirigía la organización que tenía puntos de venta en el sudoeste de Rosario. Este grupo criminal fue detenido en 2017 y condenado tres años después en un juicio en el fuero federal en el que el fiscal Federico Reynares Solari aportó pruebas para que el tribunal dictara condenas entre tres y 18 años de prisión. Se detectaron operaciones de lavado de activos en San Nicolás, donde los cabecillas adquirían autos de alta gama y también se identificaron operaciones de compra de inmuebles en Córdoba y Rosario.
Contactos en las cárceles
¿Por qué los narcos rosarinos se proveen de cocaína de la provincia de Buenos Aires? Una fuente de Procunar señaló a la nacion que en las causas se ven relaciones cada vez aceitadas entre grupos de Santa Fe y la provincia de Buenos Aires. El fiscal Edery analizó que comprar cocaína en el extranjero, en los países productores, es difícil para grupos cuyos líderes están presos, como ocurre con las bandas rosarinas. “Es compleja la logística y la operatoria para realizar ese tipo de operaciones, aunque el precio sea más conveniente. Prefieren pagar más pero tener menos riesgo de que se secuestre un cargamento y por eso se proveen en el conurbano bonaerense”, advirtió el fiscal.
En los últimos días, la Gendarmería decomisó cerca de Rosario 426 kilos de cocaína que eran transportados en un camión. Ese cargamento debía cubrir el trayecto entre Salta y La Matanza, pero fue interceptado en la ruta 9, a la altura del peaje Lagos.
El otro capítulo de esta relación cada vez más fluida entre Rosario y el conurbano bonaerense entre organizaciones criminales se da también a través de la mano de obra para ejecutar crímenes. Como reveló la nacion el 19 de marzo pasado, las bandas bonaerenses empezaron a contratar sicarios rosarinos para llevar adelante trabajos de alto riesgo, como ocurrió el 8 de febrero pasado, cuando un joven de 17 años fue asesinado en la villa 9 de Julio, de Villa Ballester.
Según fuentes policiales, el “tiratiros” llegó al lugar en un BMW, bajó y abrió fuego contra la casa en la que vivía el adolescente. No fue un “homicidio quirúrgico”. Por las características del vehículo, y debido a la conmoción que produjo en el barrio, la policía intervino y logró interceptar el rodado. Cuando los efectivos de la comisaría 5a. de San Martín revisaron al conductor del vehículo le secuestraron el arma homicida y un celular. Al comprobar su identidad y su edad, los investigadores policiales y judiciales no salían de su asombro: el asesino a sueldo tenía 16 años.
También ocurre a la inversa. Bandas de Rosario contratan sicarios de la región metropolitana para llevar adelante crímenes en los que prefieren usar gente desconocida en la ciudad. En abril de 2022 se detectó que sicario paraguayo Rubén Darío Morel, que vivía en la villa 1-11-14, tenía como misión llevar adelante un crimen en Rosario y luego “desaparecer” en el asentamiento porteño, con el objetivo de transformarse en un fantasma para los investigadores de Santa Fe.
Morel fue detenido cuando caminaba cerca de un búnker famoso en Rosario, conocido como el “Pasillo” en Chacabuco al 4100. Ese punto de venta funciona desde hace casi una década, fue allanado decenas de veces, pero reabre después que se van los policías. A ese búnker lo maneja desde la cárcel Alan Funes, uno de los narcos más jóvenes –tiene 24 años- y sanguinarios de Rosario, que está preso desde mediados del año pasado en el penal federal de Ezeiza, donde los investigadores creen que tejió los contactos con lugartenientes de la villa 1-11-14 para contratar sicarios que son desconocidos en los barrios de Rosario, por lo que hace más complejo identificar los responsables materiales de los crímenes.
“Empezamos a notar que los jefes narcos de Rosario que fueron trasladados a las cárceles federales comenzaron a tejer contactos con organizaciones de CABA y el conurbano bonaerense”, apuntó una alta fuente policial. “Esto hace más complejas las investigaciones porque aparecen personas que nadie conoce en Rosario”, agregó.
Morel está acusado de ejecutar de un disparo en la cabeza a María Elena González, de 63 años, el domingo pasado en Necochea al 4200, en el corazón del barrio La Tablada. Esa noche golpeó la puerta de la casa y cuando la mujer salió le disparó en la cabeza. González, conocida en el barrio por vender droga, murió en el acto. A Morel lo detuvieron tres horas después. Le incautaron una vaina servida y otra intacta calibre 9 mm, y un celular viejo marca Samsung, con tapita, que sólo tenía dos números agendados. En ese teléfono antiguo había imágenes de personas disparando contra una casa que ahora se van a analizar para detectar a los atacantes y el blanco.
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