Cocaína con carfentanilo. Va a juicio la banda de Mameluco Villalba por vender la “droga fea” que mató a 24 personas en Puerta 8
El jefe del clan, uno de sus hijos y 18 miembros de su organización están procesados por la comercialización del estupefaciente que provocó una crisis de salud pública entre el 1 y el 2 de febrero del año pasado
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A un año y dos meses del desastre en Puerta 8, Miguel Ángel Villalba, alias “Mameluco”, y su hijo Iván Gabriel Villalba, el “Salvaje”, irán a juicio oral por ser los jefes, desde la cárcel, de la organización narcocriminal que entre el 1 y el 2 de febrero del 2022 vendió la cocaína con carfentanilo que les provocó la muerte a 24 consumidores y por la que otras 80 personas debieron ser internadas de urgencia. La jueza federal de San Martín Alicia Vence decretó la clausura de la instrucción del expediente sobre los Villalba y 18 miembros de su banda.
Hay, además, cuatro prófugos; entre ellos, Luca Nahuel Baigorria, alias “Dylan”, otro hijo del capo narco. Él es el que sabe cómo fue que ese opioide sintético, hasta entonces desconocido en la Argentina, llegó como sustancia de corte a uno de los barrios más pobres del conurbano.
La investigación sobre “Mameluco” comenzó en 2020 como desprendimiento de otro expediente. En ese momento, Villalba estaba en la cárcel de Rawson, Chubut, cumpliendo una pena a 27 años de prisión por narcomenudeo y lavado de activos, pero su organización seguía activa, precisamente, en Puerta 8, una villa de emergencia de Tres de Febrero, y otros puntos de la zona noroeste del Gran Buenos Aires.
Tras lo ocurrido en Puerta 8, en marzo del año pasado la jueza Vence procesó a los Villalba por “organizar y financiar” la comercialización de estupefacientes en esos puntos, pero no por el caso de la cocaína cortada con carfentanilo, ya necesitaba recolectar más pruebas. En diciembre, finalmente, por pedido del fiscal federal Paul Starc, les amplió la indagatoria.
Entre las nuevas imputaciones, según pudo reconstruir LA NACION, la magistrada les atribuyó a los Villalba y compañía la comercialización de la cocaína con carfentanilo, “el poder de disposición que poseían sobre los 480 envoltorios de nylon color rosado anaranjado” con esas mismas sustancias que la policía bonaerense incautó el 2 de febrero, cuando irrumpió en el búnker de Puerta 8, y “la tenencia que detentaban” ese mismo día “de dos bolsas de nylon con 3346 envoltorios” más, a muy pocas cuadras de ahí, en una casa de guarda en Loma Hermosa.
Para que se entienda: incluso después de las primeras muertes, la banda de “Mameluco” tenía casi un kilo más de cocaína con carfentanilo fraccionado, empaquetado y listo para vender. Este expediente, con cinco “transas” imputados, y conexo al principal, quedó radicado ante el Tribunal Oral Federal (TOF) N°5 de San Martín.
Entre las pruebas contra los Villalba están las intervenciones telefónicas. El 24 de enero del 2022, una semana antes del desastre, Natalia Yanina Díaz, encargada de uno de los turnos, se asustó por cómo pegaba una droga nueva:
- Acá hay un ‘bondi’.
- ¿Qué pasó?
- El ‘Dylan’ y ‘el Boli’ trajeron una droga de Colombia, viste, como pasta base…
- Sí.
- Y preguntaron quién quería fumar, y dice ‘el Perro’, y fue a parar al hospital, re duro quedó, re acelerado…
- Ah no…
- Y después el hermano de ‘Mocho’, ‘Mosqui’, tomó y también fue a parar al hospital.
- Decile que me convide un poco a mí.
- No, nene, sabés cómo te deja, re mal.
- Dale, amor.
- ¿Sabés cómo se fueron al hospital los dos?
- Pero a mí me va a pegar re piola.
- ¿Qué piola? La cagada que yo te voy a dar te va a quedar piola…
La Dirección Unidad Especial de Lucha contra el Narcotráfico “Los Polvorines” de la policía bonaerense analizaba esos diálogos, que constaba en el CD385. Pero una fuente del expediente explicó a LA NACION que no tuvo forma de anticiparse a los hechos porque como las escuchas estaban ordenadas en modo diferido, entre que retiraron los CD de la oficina de interceptaciones telefónicas de la Corte Suprema de Justicia (Dajudeco), y desgrabaron el contenido ya había ocurrido el desastre en Puerta 8. De la investigación también participó la Dirección General de Operaciones Antidrogas Hidrovía del Paraná de la Policía Federal (PFA).
En otra conversación, el mismo 2 de febrero, “Mameluco” se hizo cargo de que la cocaína con carfentanilo la había vendido su organización:
- Estamos acá, supuestamente hay un re ‘bondi’ por esa porquería en todo San Martín.
- Sí, ya sé, me dijeron, yo recién vengo de visita y me enteré todo el ‘bondi’, bolú.
- Sí, sí, está todo el ‘bondi’.
- Todo a la calle, tiraron todo a la cancha lo que estaba para tirar, hicieron todo cagadas.
- Sacaron la droga fea, la sacaron a vender a la mañana.
- Son locos, también, eso estaba todo para no tirarlo, estaba todo para guardar, boludo.
Esta escucha podría jugarle a favor a Villalba porque, según quién la interprete, podría sugerir que al enterarse de que dos probadores de su banda se habían intoxicado, dio la orden de sacar la “droga fea” del mercado y alguien “se equivocó” al volverla a vender. Ese es el punto: demostrar el dolo, la intención. Por eso, la jueza Vence lo envió a juicio por la venta de la cocaína con carfentanilo, pero seguirá recolectando elementos para, llegado el caso, poder imputarles los homicidios, agravados por el uso de veneno como método insidioso.
En manos de la DEA
En esa búsqueda, la jueza aceptó el ofrecimiento del jefe de la oficina de la Drug Enforcement Administration (DEA) en Buenos Aires, John Wallace, para analizar una muestra en el laboratorio de Dulles, Virginia, e intentar, así, reconstruir la ruta del opioide sintético, que es “10 mil veces más potente que la morfina y 100 veces más que el fentanilo”.
La DEA detectó trazos de carfentanilo, como lo habían hecho los dos peritajes realizados el año pasado por la Procuración General bonaerense y por la Dirección Química Legal de la Superintendencia de Policía Científica, pero, según pudo saber LA NACION, los especialistas norteamericanos no pudieron determinar la trazabilidad del opioide sintético por la escasa cantidad utilizada en el corte de la cocaína. Por lo tanto, tampoco pudieron precisar si la mezcla fue hecha en el país o en el exterior.
A las autoridades de los Estados Unidos les interesan muy especialmente las rutas de los opioides sintéticos: de un tiempo a esta parte padecen una crisis de salud por el consumo problemático o recreativo de este tipo de drogas que convierten a los usuarios en zombies. En 2021 fallecieron 107 mil personas por sobredosis. El 66% estuvo relacionada con el fentanilo.
En su requerimiento de elevación a juicio, el fiscal Starc fue durísimo tanto con los narcotraficantes como con quienes deben enfrentarlos: “Cuando se habla de venta a gran escala de estupefacientes en el conurbano bonaerense se piensa en bandas conformadas por muchos sujetos que organizadamente venden drogas en varios puestos de distintas villas de emergencia, para lo cual extienden todos sus recursos a los efectos de controlar, si es necesario de forma violenta, el territorio donde realizan sus actividades, como así también realizar ataques a ‘bandas’ contrarias o a algún sujeto que deba ser ‘ajusticiado’. Es también parte del ideario que esas bandas pueden actuar tal como lo hacen por aquiescencia de las fuerzas de seguridad encargadas de su prevención e investigación, favor que las organizaciones narcocriminales obtienen mediante el pago de jugosas dádivas. Y es así. Todo ello se probó en el marco de esta investigación”.
De hecho, el 27 de diciembre del 2021, agentes federales filmaron a policías bonaerenses de la comisaría 1ª de San Martín en el momento exacto en que recibían una bolsa con 500 mil pesos para liberar, minutos después, a dos “transas” de la banda de Mameluco. El comisario Osvaldo Javier Calderón, el oficial ayudante Diego Fernando Alanís y el oficial Darío Andrés Huaman irán a juicio por ese cohecho pasivo.
Para el fiscal Starc, Puerta 8 fue “algo inédito en la historia criminal argentina”. Nunca antes había sucedido algo igual. A los acusados poco les importó: tras las 24 muertes, la organización del jefe narco que alguna vez soñó con ser intendente de San Martín siguió vendiendo cocaína y marihuana. Como antes, como si nada.
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