Clausuran un bar en Recoleta y procesan a sus dueños por obligar a las empleadas a prostituirse
La medida fue dictada por el juez Casanello; la causa se abrió por la denuncia de la madre de una víctima; investigan a inspectores porteños por el cobro de coimas
La Justicia clausuró un bar nocturno del barrio de Recoleta, a tres cuadras del Ministerio de Seguridad de la Nación, y procesó a la pareja que lo regenteaba por la comisión del delito de trata con fines de explotación sexual. La causa se inició en marzo, tras la denuncia de la madre de una de las víctimas: afirmó que el trabajo de su hija "consistía en atraer clientes para luego sacarles tragos; sin embargo, con el tiempo [el dueño] le sugirió que ofreciera servicios sexuales a los clientes". Inspectores del gobierno porteño son investigados como sospechosos de recibir coimas para hacer la vista gorda ante el flagrante delito.
El local se llama Stavros, queda en Vicente López 2229 y ya había sido denunciado por la Fundación La Alameda. Aunque el nombre del boliche es reciente, el delito llevaría al menos diez años cuando Gabriel Nicolás Athanassopoulos, conocido como "El Griego", comenzó a administrar este local que antes se llamó Hellas y también Malaka.
La Procuraduría contra la Trata y Explotación de Personas (Protex) recibió la denuncia e impulsó la investigación, que quedó a cargo de la fiscalía federal N° 6. Su titular, Federico Delgado, pidió el allanamiento de Stavros y la indagatoria de Athanassopoulos y de su mujer, Betiana Alles, ahora procesados por el juez Sebastián Casanello por trata de personas. También fueron embargados sus bienes por 500.000 pesos.
Del expediente surge que entre cuatro y seis chicas trabajaban por noche en el boliche y "que los «pases sexuales» eran pactados allí, pero concretados en albergues transitorios de la zona".
Una de las víctimas -a quien la Justicia refiere como "X" para preservar su identidad declaró que en 2013, estando separada del padre de su hijo, se enteró por un amigo de que buscaban camareras en el local de la calle Vicente López ("El Griego" publicaba avisos en los Clasificados de Clarín) y pidió una entrevista porque tenía experiencia en el rubro.
"Fue atendida por Athanassopoulos, quien se presentó como el dueño del bar y le refirió la importancia de que ella pudiera atraer clientes", reza el dictado de los procesamientos. A la joven le llamó la atención que todas las personas que trabajaban en el lugar fueran mujeres y más le sorprendió la poca ropa que llevaban algunas de ellas, aunque declaró que nunca pensó que fuera un prostíbulo. Como camarera cobraba 150 pesos por noche y trabajaba desde las 20 hasta las 4, de lunes a lunes, a menos que pidiera un franco con antelación. Estaba satisfecha porque era un horario que le permitía llevar a su hijo a la escuela y buscarlo por la tarde.
Después de los primeros cuatro meses de trabajo, la víctima notó que terminaba muy cansada y le transmitió al "Griego" sus deseos de renunciar. Para que no se fuera, él le ofreció 300 pesos por noche y trabajar en la barra, presionando a los clientes para que consumieran más tragos. No pasó mucho tiempo para que "X" empezara a ver a Athanassopoulos como "un protector" y "un dios". Incluso él la hizo partícipe de reuniones familiares.
"¿Qué preferís: ganar cinco mil pesos por día o cinco mil pesos por mes?", le dijo un día "El Griego". Él le explicó que, "al ser soltera" podía tener relaciones sexuales con "chicos lindos" que él le presentara. "X" ejerció ese rol con él como intermediario. "El Griego" también mantenía relaciones sexuales con todas las chicas del bar, incluso con "X".
Pena para este delito
La última modificación a la ley de trata (26.842) dice que quienes promuevan o faciliten la prostitución de una persona serán penados "con prisión de cuatro a seis años de prisión, aunque mediare el consentimiento de la víctima". Y la sanción es de cinco a diez años cuando media un engaño, que es lo que la Justicia les imputa a Athanassopoulos y a Alles. "La captación de «X» comenzó con una propuesta laboral que ella no podía rechazar dada su situación personal, y que fue aprovechada por el imputado a los fines de lograr su explotación sexual", dice la resolución.
"X" llegó a su límite a mediados de 2015, cuando, a raíz de hechos de violencia entre clientes, "El Griego" la hizo ir a la comisaría 19» y tener relaciones con el jefe a cargo "para evitar problemas legales", según declaró la mujer ante la Justicia.
En el expediente se indica que el imputado le ofrecía drogas a "X" para tolerar el trabajo y que, además, la hacía figurar como encargada. Ella denunció que había inspectores del gobierno porteño que recibían dinero para levantar las clausuras. El juzgado federal N° 7 se declaró incompetente para investigar esas presuntas coimas. El juez Casanello consideró que ese hecho no tenía relación con la trata de personas y que, por ello, debe ser investigado por la Justicia de instrucción local. La fiscalía apeló la decisión por considerar que la trata incluye otro tipo de delitos para su concreción. Ahora debe resolver la Cámara Federal.
Otros casos en la misma zona
- En los últimos años hubo varios bares ubicados frente al cementerio de la Recoleta en los que la Justicia descubrió casos de proxenetismo y trata de personas con fines de explotación sexual. En 2014, por ejemplo, la Agencia Gubernamental de Control (AGC) clausuró el local "Black" por venta de drogas y trata.
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