Clan Loza: comenzó uno de los juicios de lavado de dinero narco más grande de la historia
Once miembros de la organización están acusados de blanquear en el país más de 800 millones de pesos con la compra de hoteles, empresas y autos, entre ellos, la Ferrari que fue de Diego Maradona
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El juicio al clan Loza, una de las organizaciones narco más importantes del país, comenzó este miércoles de manera virtual. Once de sus miembros están acusados de lavar de dinero del tráfico de drogas, más de 800 millones de pesos que habrían usado para adquirir, a través de testaferros, inmuebles, empresas y autos, entre ellos, la famosa Ferrari que manejó Diego Maradona en la década del 90.
Tras la primera jornada quedó claro que el juicio será extenso: pasarán por él unos 500 testigos, que darán su testimonio en tandas de a 25 por audiencia. El juicio se reanudará el próximo 7 de junio.
El fiscal Gabriel Pérez Barberá pidió que se reduzca la cantidad de testigos, pero el Tribunal en lo Penal Económico N°3 rechazó el planteo porque inicialmente la Unidad de Información Financiera (UIF), querellante en la causa, propuso que se escuchen esos testimonios, aunque luego desistió de la idea.
El juicio será extenso porque la investigación llevó más de cuatro años para desentrañar el funcionamiento de una organización sofisticada. Se usaron agentes encubiertos para lograr establecer cómo se movía esta banda, que se comunicaba con sistemas encriptados, como Encorchat.
En el banquillo –en realidad, en una sala en el penal de Marcos Paz– estuvieron sentados once miembros del clan liderado por los hermanos Erwin y Valdemar. José Gonzalo Loza, el otro jefe de la organización, murió en 2019. Según la investigación, acumularon una fortuna con el tráfico de drogas trasnacional y blanquearon el dinero en la Argentina en diversos rubros, como hoteles, cocheras, empresas y autos de lujo, como detectó la investigación de la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac).
En septiembre de 2019, unos 65 bienes muebles e inmuebles incautados al clan fueron objeto del primer fallo basado en el DNU dictado por Mauricio Macri que instauró la extinción de dominio de los bienes provenientes de la corrupción y el crimen organizado.
Además de los tres hermanos Loza están acusados Clara Fernández, pareja de Erwin; sus sobrinos Gonzalo, Daniel y Alan Loza; el peruano William Weston Millones; Juan Carlos Fernández; Gerardo Cuccione; Javier Silveira López; Estela Gallo; Américo Santi, y Natalia Grosso.
La sospecha, basada en una causa que se inició en Málaga, España, es que el clan Loza trasladaba grandes cargamentos de cocaína desde distintos puntos de América latina hacia Europa. Esta organización, según surge del fallo de elevación a juicio, actuaba también en otros países, como Italia, Irlanda, Inglaterra, Bolivia, Colombia y Perú. Tenían “vinculaciones con otras células criminales” que operaban en España y en la Argentina.
La banda llevó adelante las distintas etapas de la actividad narcocriminal, según detectó la investigación de Procelac y la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar). Entre otras, financiar las operaciones de narcotráfico, adquirir la cocaína en la Argentina y otros países de Sudamérica, transportarla hacia España en barco y distribuir los cargamentos en Europa. Luego, “el dinero producido se transportaba hacia la Argentina, para, por un lado, ponerlo en circulación en el mercado legal, ocultando de esa forma su verdadero origen, o bien para adquirir nuevamente cargamentos” de drogas.
El rol del financista asesinado
Para que los investigadores lograran desentrañar el funcionamiento de lavado de la banda fue clave la declaración del financista Diego Xavier Guastini, que fue ejecutado de tres tiros por sicarios en Quilmes la mañana del 28 de octubre de 2019.
El rol de Guastini, quien declaró antes de ser asesinado –figura el video de su testimonio en la causa del clan Loza– fue fruto de controversias en el inicio del juicio. El abogado Héctor Gozzi, defensor de Erwin Loza, insistió con que debe rechazarse como prueba el testimonio de Guastini, que –en opinión del letrado– “no se sabe” si estaba imputado en esta causa y se acogió a la figura del arrepentido. Al planteo de Gozzi se sumaron otros defensores.
“Guastini ha declarado en decenas de expedientes judiciales, pero no sabemos en este en calidad de qué, si era o no parte de la organización”, afirmó Gozzi. La respuesta del fiscal Barberá se centró en que ese planteo ya fue rechazado por el tribunal, algo que este miércoles volvió ratificar el cuerpo presidido por el juez Luis Imas. En conclusión: el testimonio del financista asesinado será tenido en cuenta en el juicio.
Tres décadas de actividad en Europa
Uno de los cargamentos que movió el clan Loza fue detectado en Lugones, Asturias, el 2 de octubre de 2017. Los 2500 kilos de cocaína habrían sido trasladados a España en un velero que fue comandado por A.A., un teniente de corbeta argentino, de 38 años, según el dictamen de Procunar. Este miembro de la Armada fue ascendido a teniendo de corbeta en 2010, según indica el Boletín Oficial, y tendría residencia en Paraná, Entre Ríos. Pero no se encuentra entre los once acusados por lavado de dinero del narcotráfico.
Pero la llegada del clan a España fue parte del final de una historia que comienza 30 años antes. La cofradía liderada por los Loza se conformó cuando el negocio del contrabando de cocaína recién comenzaba a dejar dividendos a pesar de los riesgos que representaba ese negocio ilegal. En el requerimiento de elevación a juicio figura que en 1986 y 1990 “José Gonzalo Loza y su hermano Valdemar se encontraban relacionados con el secuestro de 515 gramos de cocaína”.
Con el paso del tiempo, los Loza empezaron a ganar terreno y peso en ese negocio ilícito. El 3 de marzo de 1993 a los hermanos les secuestraron 20 kilos de cocaína. Según el requerimiento de elevación a juicio, “no surge que hayan sido condenados”. “Se creía en ese momento que los Loza eran bolivianos”, señala el documento; en realidad, eran oriundos de Salta.
En otra causa de 1995 (N°98/95 del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°3) se afirmaba que “Loza era un conocido narcotraficante que desplegaba su actividad en varios barrios de la Capital Federal”.
El 29 de mayo de 1998 llegó a la Justicia una denuncia anónima que indicaba que los Loza, que manejaban la distribución de droga en el Mercado Central, preparaban un envío de cocaína a Europa. Se inició la causa 989/98, que determinó que “las personas que estaban realizando las actividades ilícitas eran Valdemar y Gonzalo Loza, y Rafael y Delfín Castedo”.
El nombre de José Loza es mencionado en otra causa (el expediente 9715 del juzgado federal de La Plata) que derivó en la detención de este hombre nacido en Salta el 13 de junio de 2000. Pero la Justicia le perdió el rastro.
Los Loza también aparecen vinculados con otro clan narco del norte del país, liderado por Ernesto Motok, alias “Manco”, condenado por el transporte de 753 kilos de cocaína secuestrados en la localidad bonaerense de José C. Paz, en 2005.
Según se probó en la investigación, la droga se encontraba oculta en un cargamento de bananas que ingresó al país desde Bolivia y que iba a ser recibido por el hermano de Ernesto, Alejandrino Motok.
En el expediente José Loza aparece conectado, en 2011, a otro grupo narcocriminal liderado por Carlos Oroño, que fue condenado a seis años de prisión en 2014. En la investigación que realizó la Policía Federal se señala que Oroño estaba “íntimamente relacionado” con “una familia jujeña de apellido Loza-Caravajal”.
En otro operativo, llamado “Leones Blancos”, del 29 de diciembre de 2013, cuando a un grupo colombiano en La Reja, Moreno, le secuestraron 481 kilos de cocaína ocultos en estatuas de felinos, estuvo involucrado como supuesto proveedor Erwin Loza, hermano de José, y uno de los líderes de la cofradía mayorista de cocaína.
Después de todo el recorrido del clan Loza a lo largo de 30 años, el 1° de agosto de 2017 la DEA informó a los investigadores argentinos la identidad de los miembros del clan Loza, que “se dedicaban al tráfico de estupefacientes y al lavado de activos”. En ese momento volvieron a estar en el radar de los investigadores argentinos.
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