Cinco tiros en el pecho después de la seducción online
Roberto solo necesitó presionar tres veces el botón del mouse de su computadora para comenzar a armar el plan homicida en procura de asesinar al hombre que, según consideró, lo había traicionado. Primero, eligió una foto de una llamativa rubia que aparecía en una página de búsqueda de parejas ocasionales. Luego, pegó esa imagen en la cuenta que abrió en la red social Fecebook. Por último, le asignó el nombre de Carla Pérez a ese perfil y le mandó una solicitud de amistad a Rogelio, Con tres clics, Roberto se transformó en la mujer virtual que utilizó para seducir a Rogelio, de profesión policía, el hombre que aparecía en la foto que recibió y de quien pretendía vengarse.
Rogelio nunca se enteró de que Carla Pérez, quien se presentaba como una mujer casada y con hijos, era en realidad Roberto, el esposo de Fernanda, su compañera de trabajo y policía. Fue asesinado el 27 de junio de 2015, mientras esperaba en su Renault Clio, la llegada de la rubia que había conocido en Facebook.
Hace dos semanas, la Cámara Penal N° 1, de Villa Mercedes, en San Luis, condenó a prisión perpetua a Roberto por el asesinato del auxiliar de policía Rogelio. Para los jueces se trató de un homicidio calificado por alevosía debido a que Roberto utilizó el falso perfil de una mujer para concretar el plan de venganza contra el hombre que aparecía en la foto, con su esposa.
Según los testigos que declararon en las audiencias, el plan criminal incluyó consultas a libros como Secretos de un seductor y Sistema de seducción subliminal, que el homicida utilizó para fortalecer su falso perfil de mujer en la conversación que mantenía como Carla Pérez, con la víctima.
Los peritos explicaron que el acusado hizo una revisión de las cámaras de seguridad de Villa Mercedes cuya ubicación marcó en rojo en un mapa de la ciudad. Mientras que los técnicos informáticos describieron cómo el imputado utilizó el sistema informático Tor para desviar la localización de las cuentas desde las que utilizaba el perfil de Carla Pérez para chatear con la víctima. El acusado consultó páginas de internet en las que se explicaba cómo armar un silenciador casero.
La planificación final
Debido a que durante la investigación se determinó la existencia de situaciones de violencia de género de Roberto hacia su esposa, que aparecía con la víctima en la foto que originó el plan de venganza, el caso también podría incluirse en el contexto de un femicidio vinculante. Para preservar la identidad de la esposa del acusado, a quien se mencionará como Fernanda, se modificaron también los nombres del autor del asesinato y de la víctima.
En el debate, se determinó que una hora después de matar a Rogelio, el asesino modificó el perfil de Facebook de Carla Pérez por Carmen Pereyra. Además, colocó la foto de una señora de 70 años y cabellos oscuros. Con tres clics, el asesino hizo desaparecer a la rubia llamativa por una señora de perfil bajo. Aunque en ambos casos el homicida utilizó nombres de mujeres con iniciales C. P.
Después de tres meses de conversaciones por el chat de Facebook, Rogelio concretó un encuentro con Carla Pérez a la 1.30, en la esquina de Ardiles y Córdoba, en Villa Mercedes. Rogelio llegó al lugar de la cita con su Renault Clio y esperó en el asiento del conductor la llegada de Carla Pérez, quien lo había seducido por Facebook. A la 1.21, advirtió que una sombra se acercaba y bajó levemente el vidrio de la ventanilla para observar a la mujer rubia que esperaba.
El policía no tuvo tiempo de reaccionar. A casi siete metros del auto, la sombra se transformó en la silueta de un hombre que, a medida que se acercaba, le disparaba con una pistola 9 mm, igual a la que utilizan los efectivos de la policía de San Luis. El agresor agrupó los cinco balazos en el pecho de la víctima.
Al allanar la casa del imputado, los investigadores secuestraron el arma homicida. Se trata de una pistola Bersa Thunder 9 mm que le robó a su esposa, policía igual que la víctima. Pasó más de un año hasta que los investigadores detuvieron a Roberto. Su esposa recordó que tres días después del homicidio de su compañero de trabajo, Carla Pérez, la mujer que le pedía amistad y que figuraba en el listado de contactos de varios amigos policías, había cambiado las fotos de perfil. En lugar de una mujer rubia, aparecía una señora morocha y con otro nombre.
Antes de que el asesino modificara ese perfil, Fernanda realizó una captura de pantalla y le mostró la foto a su cuñada. La mujer recordó que esa misma imagen fue utilizada para acosar a la abogada que la representaba en el juicio por alimentos que le había iniciado al hermano de Roberto.
La mujer relacionó ese detalle con el hecho de que, en varias oportunidades, advirtió que la hora de apertura de su perfil de Facebook difería cinco horas de la real. Ella no lo sabía, pero su esposo le había copiado la contraseña y revisaba su cuenta de la mencionada red social.
Con estos datos, la esposa de Roberto alertó a los investigadores judiciales y policiales, quienes comenzaron a investigar al sospechoso.
Cuando en noviembre de 2016, los efectivos apresaron a Roberto, le secuestraron un recorte de un diario La República sobre la cobertura informativa de la investigación del homicidio de Rogelio. Estaba obsesionado con saber de quién sospechaba la policía. Al revisar las computadoras secuestradas, los técnicos determinaron que además del sistema Tor, Roberto recurrió a otro dispositivo para evitar se rastreara la cuenta desde la que operaba el falso perfil de mujer.
Los peritos establecieron que utilizó una cuenta falsa llamada carolina_gomez@hushmail.com. Este dispositivo en combinación con el sistema Tor le permitió simular que el contacto se producía desde cualquier lugar del mundo. Así, el acusado ocultó el verdadero lugar de conexión. Debido a que tanto las redes sociales como los servidores están en el extranjero, cada apertura de archivos incluía un pedido de autorización a las empresas prestadoras de los servicios situadas fuera del país. Esa circunstancia demoró la investigación. Otro de los elementos que tuvieron en cuenta los magistrados al fundar la condena contra el imputado fue el peritaje psicológico que señaló una "personalidad con rasgos paranoides".
En el desarrollo del juicio, el acusado expuso la posibilidad de que se hubiera violado la cadena de custodia de las computadoras porque, algunos de esos elementos fueron analizados por técnicos del Poder Judicial de La Pampa. Pero los jueces Virna Eguinoa, HernánHerrera y Eduardo Cadelago Filippi rechazaron el planteo y sostuvieron que los peritajes se concretaron con los parámetros fijados por las normas ISO 27037.
"A partir del análisis de las pruebas se determinó que el acusado cometió el crimen de tal manera que se aseguró que la persona a la que estaba atacando no tuviera ninguna posibilidad de defenderse. Se trató de un crimen a traición y sobreseguro", concluyeron los jueces al aplicar la pena de prisión perpetua.